David Querol, 'una mirada hacia el cielo'

La madurez de David Querol alcanza la plenitud en Llagostera. Es el jugador que más partidos ha disputado en Liga hasta ahora con 27. Tres goles decoran sus números. Él lo saborea recordando a Jordi Pitarque

19 mayo 2017 23:16 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:34
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U na tarde de invierno, en el campo anexo del Estadi municipal, Ramon Maria Calderé dirigía el entrenamiento de la primera plantilla del CF Reus. En el curso 2008-09. Santi Castillejo era su ayudante y en aquel equipo empezó a asomar la cabeza un tal David Querol (Reus, 1989). Éste recién había sobrepasado la mayoría de edad y le bastaron pocos meses para destacar en el juvenil. Se había pasado todo el trayecto de formación disfrutando con los amigos, en el barrio Astorga. Allí empezó todo. 
Calderé, siempre visceral, no le pasaba una. No le toleraba ni un descuido. Veía en él un diamante en bruto. Un delantero distinto. En uno de los arranques tan característicos del de Vila-rodona, el canterano se convirtió en blanco perfecto. Un despiste le traicionó. «Querol!!, venga, que no estamos en el Astorga!!» le soltó el técnico. Calderé le dio la alternativa en la primera plantilla. David le recuerda con aprecio.
Ese carácter natural y alegre siempre ha distinguido a Querol, que en la actualidad vive una época de madurez indispensable para cualquier futbolista. Se toma el fútbol como lo que es; su profesión. También su vida.Dejó de significar un simple juego para él. 
Su polémica salida del Nàstic, este verano, no le ha cambiado. Ni siquiera el salto de calidad que ha dado su carrera. Convive con la élite con la misma sencillez de siempre. No sólo eso. Cuando le han dado la oportunidad ha respondido con rendimiento. En tierras gerundenses, sus números hablan. Demuestran. Es el jugador del Llagostera con más partidos hasta el momento en Segunda A. Ha disputado 27. 18 como titular, nueve como suplente. El quinto en minutos disputados; 1671. Tres goles decoran sus prestaciones, dos en Liga y uno en Copa. Alguno le podría discutir su poca puntería, pero hay trampa. Para Oriol Alsina es un jugador de banda. Acostado en la derecha. Se acabó lo de delantero centro.
Ese nuevo escenario le ha obligado a adaptarse. Su piel es más dura. Se ha convertido en un futbolista más comprometido en el trabajo defensivo. El puesto le obliga a ser más solidario en los regresos, a esmerarse con frecuencia en las ayudas al lateral. No le ha importado. Querol acumula ya ocho amarillas. Hace más faltas. De hecho, lidera el ránking de tarjetas del Llagostera. Curioso.
El reusense salió de la Nova Creu Alta algo fastidiado el pasado sábado. El Llagostera arañó un punto, pero supo a poco. Le empataron en el 94 y a Querol le anularon hasta dos goles. «Todavía no sé por qué me han quitado el segundo», decía. En todo caso saborea el enorme momento de su equipo. El Llagostera solamente ha perdido uno de los últimos siete partidos. Ya ha dejado el descenso a siete puntos de distancia. Casi una utopía en verano. 
Este espigado atacante disfruta de ese momento de máxima efervescencia personal y colectiva siempre con una mirada hacia el cielo. Allí se encuenta su inserable amigo Jordi Pitarque, con el que compartió aventura y tragedia en el Reus. Antes de saltar al césped cada domingo, le dedica un minuto de charla. Después de cada gol le premia con un guiño. El lazo con aquel chaval que soñaba con seguir el mismo camino que Querol se ha hecho eterno..En Llagostera ya conocen la historia porque el reusense jamás la esconde. Presume de amigo y ahora de dulce momento. Eso sí, no se conforma. Su progreso anda repleto de entusiasmo. Querol  olvidó el conformismo hace tiempo. ‘El Cuco’, como le conocen sus amigos, lucha por permanecer en este sueño.
Una tarde de invierno, en el campo anexo del Estadi municipal, Ramon Maria Calderé dirigía el entrenamiento de la primera plantilla del CF Reus. En el curso 2008-09. Santi Castillejo era su ayudante y en aquel equipo empezó a asomar la cabeza un tal David Querol (Reus, 1989). Éste recién había sobrepasado la mayoría de edad y le bastaron pocos meses para destacar en el juvenil. Se había pasado todo el trayecto de formación disfrutando con los amigos, en el barrio Astorga. Allí empezó todo. 

Calderé, siempre visceral, no le pasaba una. No le toleraba ni un descuido. Veía en él un diamante en bruto. Un delantero distinto. En uno de los arranques tan característicos del de Vila-rodona, el canterano se convirtió en blanco perfecto. Un despiste le traicionó. «Querol!!, venga, que no estamos en el Astorga!!» le soltó el técnico. Calderé le dio la alternativa en la primera plantilla. David le recuerda con aprecio.

Ese carácter natural y alegre siempre ha distinguido a Querol, que en la actualidad vive una época de madurez indispensable para cualquier futbolista. Se toma el fútbol como lo que es; su profesión. También su vida.Dejó de significar un simple juego para él. 

Su polémica salida del Nàstic, este verano, no le ha cambiado. Ni siquiera el salto de calidad que ha dado su carrera. Convive con la élite con la misma sencillez de siempre. No sólo eso. Cuando le han dado la oportunidad ha respondido con rendimiento. En tierras gerundenses, sus números hablan. Demuestran. Es el jugador del Llagostera con más partidos hasta el momento en Segunda A. Ha disputado 27. 18 como titular, nueve como suplente. El quinto en minutos disputados; 1671. Tres goles decoran sus prestaciones, dos en Liga y uno en Copa. Alguno le podría discutir su poca puntería, pero hay trampa. Para Oriol Alsina es un jugador de banda. Acostado en la derecha. Se acabó lo de delantero centro.

Ese nuevo escenario le ha obligado a adaptarse. Su piel es más dura. Se ha convertido en un futbolista más comprometido en el trabajo defensivo. El puesto le obliga a ser más solidario en los regresos, a esmerarse con frecuencia en las ayudas al lateral. No le ha importado. Querol acumula ya ocho amarillas. Hace más faltas. De hecho, lidera el ránking de tarjetas del Llagostera. Curioso.

El reusense salió de la Nova Creu Alta algo fastidiado el pasado sábado. El Llagostera arañó un punto, pero supo a poco. Le empataron en el 94 y a Querol le anularon hasta dos goles. «Todavía no sé por qué me han quitado el segundo», decía. En todo caso saborea el enorme momento de su equipo. El Llagostera solamente ha perdido uno de los últimos siete partidos. Ya ha dejado el descenso a siete puntos de distancia. Casi una utopía en verano. 

Este espigado atacante disfruta de ese momento de máxima efervescencia personal y colectiva siempre con una mirada hacia el cielo. Allí se encuenta su inserable amigo Jordi Pitarque, con el que compartió aventura y tragedia en el Reus. Antes de saltar al césped cada domingo, le dedica un minuto de charla. Después de cada gol le premia con un guiño. El lazo con aquel chaval que soñaba con seguir el mismo camino que Querol se ha hecho eterno..En Llagostera ya conocen la historia porque el reusense jamás la esconde. Presume de amigo y ahora de dulce momento. Eso sí, no se conforma. Su progreso anda repleto de entusiasmo. Querol  olvidó el conformismo hace tiempo. ‘El Cuco’, como le conocen sus amigos, lucha por permanecer en este sueño.

 

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