Demasiados obstáculos (Girona 4-2 Nàstic)

Después de una primera mitad excelente, el Nàstic cayó en Montilivi con un protagonismo total del colegiado López Amaya que pitó un penalti para cada equipo y expulsó a los granas Juan Delgado y S. Emaná

19 mayo 2017 17:01 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:01
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jaume aparicio lópez
Los obstáculos que el Nàstic debía superar para vencer en Girona eran elevados. El primero el rival. Pablo Machín ha construido un equipo con pocos defectos y muy rentable. El conjunto granate supo hacerle frente. Los de Vicente Moreno compitieron con un sistema muy similar al del rival, con tres centrales. No sólo estuvieron a la altura del experto, sino que les superaron en una primera mitad completa. Marcaron dos goles y se fueron al descanso por delante (1-2). Todo pintaba de maravilla. 
Entre que los tarraconenses bajaron sus prestaciones y la irrupción del mayor impedimento posible, un colegiado aliado con la grada, el partido se fue al traste.
Con 2-2 e n el marcador, por un nuevo error a la hora de defender una jugada a balón parado, el árbitro andaluz López Amaya decretó un penalti dudoso a favor de los locales y expulsó a Juan Delgado y S. Emaná sin contemplaciones. Después de perdonar por dos veces la roja a Pablo Marí en media hora, no se ahorró ninguna para el Nàstic. Síntoma de que el estamento arbitral que rige el fútbol español no le tiene ningún respeto al club tarraconense.
Moreno decidió resolver el desafío de Montilivi exponiendo sobre el césped el mismo esquema que su contrincante. Igual que aplicó esa solución cuando se midió al Girona en el mismo escenario en la pretemporada. El valenciano culminaba una semana de trabajo exhaustivo en la Vall d’en Bas con una estrategia basada en la asimilación del dibujo táctico. Ese ambiguo sistema de tres centrales que contempla dos versiones antagónicas. La defensiva, con una contención de los lados, menos carrileros y más laterales; y la ofensiva, ideada desde hace varias temporadas por el entrenador soriano. 
Mientras Moreno se desvivía en las correcciones posicionales, Machín dejaba que sus automatismos adquirieran el protagonismo previsto. No lo pudo hacer ante la entrega minuciosa de los futbolistas del Gimnàstic en ejecutar los requisitos tácticos estudiados a lo largo de la semana. La pizarra del entrenador grana cumplía con su cometido: minimizar las virtudes del contrario y explotar sus defectos. 
Hubo intercambio de papeles en los primeros minutos. El Nàstic sacaba el mejor rendimiento del sistema. Dominaba y amenazaba al Girona con sus tres puntales arriba, Jean Luc, Juan Delgado y Uche. La tripleta ofensiva tarraconense combinaba y encontraba huecos para llegar hasta el arco de René. Juan Delgado conectó con el equipo. Sacrificio nunca le ha faltado, pero en Girona le dio sabor. Puso algo de valor al precio que pagó el club a Colo Colo. Los granas se sentían cómodos. Competían como pocas veces este curso. Atacaban con precisión y defendían con carácter. Tejera y Madinda ejemplificaban la dualidad máxima. Recuperaron una infinidad de balones por su buena posición y le dieron sentido creativo a las acometidas. A diferencia de Oviedo y ante el Rayo, el buen trabajo dio frutos. Un penalti de Pablo Marí sobre Juan Delgado permitió que Uche pusiera el 0-1. 
El tanto despertó la ira de los locales. Idearon mejor, aunque la fuerza gerundense radicaba más en la fe que en el juego. Suficiente para empatar. Gerard Valentín se durmió y lo aprovechó Longo. 
El restablecimiento del equilibrio en el marcador pareció sentar mejor al Girona, pero tampoco lo interpretó mal el Nàstic. Marí cometió una falta al borde del área, meritoria de la segunda amarilla. Tampoco lo vio así el colegiado López Amaya. Era perfecta para Juan Muñiz. Pero el asturiano estaba en Tarragona con fiebre. Tomó el pulso del cuero Tejera. Lo mimó y le pegó duro al palo del portero, sorprendiendo a René. Resultado justo para ir al descanso. 
La estrategia volvió a penalizar al Gimnàstic. Es una cuenta pendiente que le desangra. Siguen sin saber defender el balón parado con seguridad. Nada más volver al pasto, el Girona metió un envío desde la derecha que se paseó sin problemas por el área grana y que permitió a Juanpe hacer el 2-2.
Poco a poco el duelo se declinaba hacia el Girona. El Nàstic perdió frescura e intensidad y dejó emerger esa versión gris de visitante. Y eso, ante un equipo de los pesos pesados de la categoría es un suicidio. Pesea ello hubo opciones para ambos. Dimitrievski le sacó una mano a Longo providencial. Jean Luc, muy intenso durante todo el partido, también dispuso de una ocasión clarísima. Controló mal el pase de Valentín y la defensa rectificó rápido. 
Las quejas continuadas del Girona y Montilivi jugó su papel. En el Nou Estadi nunca funciona. Los arbitrajes nunca toman ese aire casero. López Amaya se dejó llevar. Accedió a las peticiones de la grada y marcó los once metros en una disputa en el área grana. Suzuki además se llevó la amarilla. Sandaza no falló. El espectáculo del colegiado fue a más. Si se había contenido hasta en dos ocasiones en expulsar a Marí, que incluso Machín lo sustituyó en el descanso, no se lo pensó ni un segundo en mandar a Juan Delgado a la caseta por protestar. 
El Girona se estiró a sus anchas. No tardó en llegar el cuarto. Obra de Cristian Herrera. A la lamentable actuación arbitral todavía le quedaba un episodio. Una segunda expulsión del Nàstic. Stephane salta y el árbitro interpreta que golpea al defensa rival. Segunda tarjeta y el equipo de Moreno que acabó jugando con nueve futbolistas. Imposible.
Los obstáculos que el Nàstic debía superar para vencer en Girona eran elevados. El primero el rival. Pablo Machín ha construido un equipo con pocos defectos y muy rentable. El conjunto granate supo hacerle frente. Los de Vicente Moreno compitieron con un sistema muy similar al del rival, con tres centrales. No sólo estuvieron a la altura del experto, sino que les superaron en una primera mitad completa. Marcaron dos goles y se fueron al descanso por delante (1-2). Todo pintaba de maravilla. 

Entre que los tarraconenses bajaron sus prestaciones y la irrupción del mayor impedimento posible, un colegiado aliado con la grada, el partido se fue al traste.

Con 2-2 e n el marcador, por un nuevo error a la hora de defender una jugada a balón parado, el árbitro andaluz López Amaya decretó un penalti dudoso a favor de los locales y expulsó a Juan Delgado y S. Emaná sin contemplaciones. Después de perdonar por dos veces la roja a Pablo Marí en media hora, no se ahorró ninguna para el Nàstic. Síntoma de que el estamento arbitral que rige el fútbol español no le tiene ningún respeto al club tarraconense.

Moreno decidió resolver el desafío de Montilivi exponiendo sobre el césped el mismo esquema que su contrincante. Igual que aplicó esa solución cuando se midió al Girona en el mismo escenario en la pretemporada. El valenciano culminaba una semana de trabajo exhaustivo en la Vall d’en Bas con una estrategia basada en la asimilación del dibujo táctico. Ese ambiguo sistema de tres centrales que contempla dos versiones antagónicas. La defensiva, con una contención de los lados, menos carrileros y más laterales; y la ofensiva, ideada desde hace varias temporadas por el entrenador soriano. 

Mientras Moreno se desvivía en las correcciones posicionales, Machín dejaba que sus automatismos adquirieran el protagonismo previsto. No lo pudo hacer ante la entrega minuciosa de los futbolistas del Gimnàstic en ejecutar los requisitos tácticos estudiados a lo largo de la semana. La pizarra del entrenador grana cumplía con su cometido: minimizar las virtudes del contrario y explotar sus defectos. 

Hubo intercambio de papeles en los primeros minutos. El Nàstic sacaba el mejor rendimiento del sistema. Dominaba y amenazaba al Girona con sus tres puntales arriba, Jean Luc, Juan Delgado y Uche. La tripleta ofensiva tarraconense combinaba y encontraba huecos para llegar hasta el arco de René. Juan Delgado conectó con el equipo. Sacrificio nunca le ha faltado, pero en Girona le dio sabor. Puso algo de valor al precio que pagó el club a Colo Colo. Los granas se sentían cómodos. Competían como pocas veces este curso. Atacaban con precisión y defendían con carácter. Tejera y Madinda ejemplificaban la dualidad máxima. Recuperaron una infinidad de balones por su buena posición y le dieron sentido creativo a las acometidas. A diferencia de Oviedo y ante el Rayo, el buen trabajo dio frutos. Un penalti de Pablo Marí sobre Juan Delgado permitió que Uche pusiera el 0-1. 

El tanto despertó la ira de los locales. Idearon mejor, aunque la fuerza gerundense radicaba más en la fe que en el juego. Suficiente para empatar. Gerard Valentín se durmió y lo aprovechó Longo. 

El restablecimiento del equilibrio en el marcador pareció sentar mejor al Girona, pero tampoco lo interpretó mal el Nàstic. Marí cometió una falta al borde del área, meritoria de la segunda amarilla. Tampoco lo vio así el colegiado López Amaya. Era perfecta para Juan Muñiz. Pero el asturiano estaba en Tarragona con fiebre. Tomó el pulso del cuero Tejera. Lo mimó y le pegó duro al palo del portero, sorprendiendo a René. Resultado justo para ir al descanso. 

La estrategia volvió a penalizar al Gimnàstic. Es una cuenta pendiente que le desangra. Siguen sin saber defender el balón parado con seguridad. Nada más volver al pasto, el Girona metió un envío desde la derecha que se paseó sin problemas por el área grana y que permitió a Juanpe hacer el 2-2.

Poco a poco el duelo se declinaba hacia el Girona. El Nàstic perdió frescura e intensidad y dejó emerger esa versión gris de visitante. Y eso, ante un equipo de los pesos pesados de la categoría es un suicidio. Pesea ello hubo opciones para ambos. Dimitrievski le sacó una mano a Longo providencial. Jean Luc, muy intenso durante todo el partido, también dispuso de una ocasión clarísima. Controló mal el pase de Valentín y la defensa rectificó rápido. 

Las quejas continuadas del Girona y Montilivi jugó su papel. En el Nou Estadi nunca funciona. Los arbitrajes nunca toman ese aire casero. López Amaya se dejó llevar. Accedió a las peticiones de la grada y marcó los once metros en una disputa en el área grana. Suzuki además se llevó la amarilla. Sandaza no falló. El espectáculo del colegiado fue a más. Si se había contenido hasta en dos ocasiones en expulsar a Marí, que incluso Machín lo sustituyó en el descanso, no se lo pensó ni un segundo en mandar a Juan Delgado a la caseta por protestar. 

El Girona se estiró a sus anchas. No tardó en llegar el cuarto. Obra de Cristian Herrera. A la lamentable actuación arbitral todavía le quedaba un episodio. Una segunda expulsión del Nàstic. Stephane salta y el árbitro interpreta que golpea al defensa rival. Segunda tarjeta y el equipo de Moreno que acabó jugando con nueve futbolistas. Imposible.

 

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