Derrota de Segunda B

El Lorca, un equipo descendido ya, consiguió ganar al Nàstic por la mínima en un partido triste y lamentable del conjunto grana

29 abril 2018 20:11 | Actualizado a 03 mayo 2018 16:21
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La derrota en Lorca es injustificable. Imperdonable. El partido del Nàstic fue indigno de un equipo que trata de salvarse. En realidad, de cualquier conjunto. No hubo ni la intensidad, ni tampoco el nivel de juego que exigía la situación. Se dejó una imagen del club tarraconense triste y lamentable. Por no decir otra cosa.

No sirve la excusa de las bajas, como en Alcorcón, o de la falta de continuidad del bloque, porque fueron los mismos que jugaron ante el Numancia. Durante los 90 minutos se vio a un equipo anodino, con un ritmo lento y desquiciante que no sirvió nada más que para facilitar la victoria al rival. Dos ocasiones ante uno de los peores equipos de la competición fue todo el bagaje ofensivo grana.

Para salvarse hay que merecerlo. No vale ganar en campos como Vallecas u Osasuna para dejarse los puntos ante rivales teóricamente inferiores. El Lorca, penúltimo clasificado del campeonato, ha ganado al Nàstic en el Nou Estadi y en su estadio. Un dato suficientemente revelador para evidenciar las carencias del equipo tarraconense.

El Lorca saltó al campo como equipo de Segunda B. Los murcianos se adjudicaron la primera plaza de descenso a la categoría de bronce con el pitido final del partido Cultural-Córdoba. La victoria de los leoneses ponía al cuadro murciano a una distancia de 21 puntos de la permanencia, que marca el Almería, con quien tienen el goal average perdido.

La noticia cogió a los espectadores del Artés Carrasco en sus asientos y a los jugadores en el túnel de vestuarios. No hubo reacción alguna. Hacía semanas (meses, aseguraban algunos aficionados) que habían asumido el descenso. Los jugadores tampoco parecieron afectados. Fueron a lo suyo, jugar y tratar de ganar. Como cada jornada.

Entraron en el partido mejor que el Nàstic. Acapararon la posesión, ofreciendo mejores dotes futbolísticas que las que debería presumirse en un descendido a falta de seis jornadas para el final del campeonato. Ese gesto agradó a su gente que aplaudía cada buena acción de sus futbolistas. Sin recriminaciones. Como la que protagonizó Nando por el costado derecho del ataque local. Superó a Arzo, pero su centro acabó en los brazos de Dimitrievski.

Tardó diez minutos el equipo tarraconense en mostrar acto de presencia en las proximidades de Torgnascioli con un disparo de Mesa que lamió el poste.

La polémica arbitral (ineludible en cada partido del Nàstic) llegó a los 14 minutos de partido. Tete Morente se marchaba solo hacía la meta murciana. Pero antes de pisar el balcón del área cae derribado por Pomares. Falta clara del último defensor del Lorca, roja directa. Pero Varón Aceitón, muy discutido en las filas granas, decidió mirar para otro lado.

El aburrimiento se instaló entre los espectadores del estadio Artés Carrasco. Uno de esos campos municipales sencillos pero que cubren las expectativas de los aficionados. No así el juego. El Nàstic había rebañado la posesión al Lorca pero la medular murciana no dejaba trabajar con comodidad a los operarios granas más creativos. Tejera tenía una sombra pegada a su espalda, mientras que Juan Muñiz se mostraba impreciso. Cada pase iba al contrario.  

Álvaro, Tete y Maikel Mesa esperaban en línea con la zaga murciana a un pase en profundidad que les dejara solos ante el meta. Un pase que finalmente filtró Mesa a Tete Morente. El linense lo tenía todo para marcar. Pero disparó contra el cuerpo de Torgnascioli. Uno de esos goles perdonados que amenazan con pasar factura.

No tardó en quedar demostrado. A los tres minutos de la reanudación se adelantaba el Lorca. El verdugo, un ex jugador del filial, CF Pobla, Dani Ojeda que aprovechó un rechace de Dimitrievski, y la lentitud de la defensa grana en responder, para marcar a puerta vacía.

El cuadro tarraconense acusó el tanto. Entraron las prisas aunque eso no supuso que el juego grana subiera una marcha. Faltaba velocidad pero no precipitación, que fue lo que apareció. Nano Rivas movió ficha lo antes posible, dando entrada a Manu Barreiro por Mesa y Omar por Muñiz para aferrarse al juego exterior y los centros a Manu. Pero nada surtía efecto. Las sensaciones no cambiaban. Seguían siendo pésimas.

El encuentro empezó oliendo a amistoso de pretemporada y acabó pareciéndose a un envite de regional, con tangana incluida. Una trifulca que acabó con Álvaro Vázquez expulsado y Fabri y Nano Rivas enganchándose en la banda.

Lo único que queda es olvidar. Dejar atrás el partido y aferrarse a esos 4 puntos que separan al Nàstic del descenso. Un margen que hay que hacer fuerte ante Osasuna. Una final.

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