Donde el balón levanta el polvo

Todavía quedan siete campos de tierra en el fútbol territorial del Camp de Tarragona: La Riba, l’Espluga, Maspujols, Porrera, Bellvei, Montbrió y Almoster 

10 septiembre 2017 20:29 | Actualizado a 12 septiembre 2017 17:14
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Los estadios impolutos y en las mejores condiciones los podemos encontrar en las más altas esferas del fútbol de élite, donde el césped no acostumbra a presentar irregularidad alguna y los terrenos de juego se encuentran siempre en óptimo estado para albergar un encuentro. 

En las categorías inferiores, sin embargo, la situación es muy distinta. En el Camp de Tarragona, sin ir más lejos, quedan aún siete campos de tierra. Aunque el resto de estadios competitivos del territorio ya se han pasado al césped artificial, este dato nos deja claro que en el deporte territorial, más falto de recursos, todo va a otro ritmo. 

Los seis equipos que mantienen el campo de tierra son la Riba, l’Espluga, el Maspujols, el Porrera, el Bellvei, Montbrió y Almoster, todos de Cuarta y Tercera Catalana. En la mayoría de los casos no solo dependen de sus recursos, sino que se ven limitados por los de los ayuntamientos: los terrenos de juego son municipales y, por lo tanto, deben contar con la intención del consistorio de llevar a cabo cualquier reforma. 

 'Cada vez nos cuesta más convencer a jugadores para que jueguen aquí', lamentan desde las directivas

David Roig, miembro de la junta directiva de la Riba, cuenta las desventajas de no pasar al césped artificial: «Cada vez nos cuesta más convencer a jugadores para que jueguen aquí, ahora que la mayoría de equipos ya tienen campo de césped», asegura. Pese a las dificultades para encontrar jugadores con un terreno de juego de tierra, reconoce el riesgo que supondría hacer el cambio: «Esta inversión sería arriesgada, porque cada año tenemos problemas para hacer equipo. Tenemos 18 jugadores, y solo 3 son del pueblo. No podemos cambiar el campo un año sin saber si habrá proyecto para  jugar la temporada siguiente».

Varios de los clubs que disputan aún sus encuentros locales en tierra cuentan que han trasladado en alguna ocasión sus inquietudes al ayuntamiento, pero que de momento los campos siguen levantando polvo y los combinados siguen haciendo malabarismos para confeccionar los equipos campaña tras campaña. Joan Suau, tesorero del Bellvei, explica que por una cuestión económica no llegó a hacerse la reforma cuando se pidió, y que ahora parece que ya no hay intención de retomarla. Asegura, además, que el mantenimiento de este tipo de campos es una de sus principales pegas, así como la necesidad de «marcar el terreno de juego como se hacía antes». 

De los siete clubs mencionados que siguen alejados del césped, hay uno que pretende abandonar este grupo: la Unió Esportiva l’Espluga de Francolí, tal como se ha confirmado por parte de la entidad, tiene intención de deshacerse de la tierra y pasar a jugar en césped artificial después de llegar a un acuerdo con el consistorio. Con casi 4.000 habitantes, l’Espluga era la candidata más clara a dar un paso adelante y mejorar las condiciones de su estadio. 

La UE l’Espluga de Francolí pasará a jugar en césped tras cerrar un acuerdo con el consistorio

No parece haber un futuro tan esperanzador para los conjuntos de municipios como Maspujols, Bellvei o Porrera. En estas localidades, donde apenas se superan los 500 habitantes, la situación es muy distinta. Como cuenta David Roig, no es solamente una cuestión de recursos, sino de falta de garantías. 

Ya es bastante complicado reunir a 20 jugadores dispuestos a mantenerse implicados durante todo el año, además de gestionar los recursos con los que cuenta cada club y luchar para seguir adelante cada temporada. En algunos casos, lamentablemente, invertir en el césped artificial sería saltar al vacío. 

Cuando hablamos de entidades tan pequeñas, en las que el esfuerzo colectivo es lo que les permite armar un proyecto competitivo cada campaña, ver que su fútbol levanta polvo ya es una alegría. 

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