El Alcorcón debilita al Nàstic (Nàstic 0-3 Alcorcón)

El equipo alfarero saca provecho de un Nàstic confiado por el 1-5 de Córdoba. Uche se lesiona a los diez minutos y Tejera y Eddy tampoco pueden acabar el partido por molestas físicas. Abraham fue expulsad

22 octubre 2017 17:58 | Actualizado a 24 octubre 2017 19:31
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El Nàstic gestionó mal el partido ante el Alcorcón. En todos los sentidos. Empezando por  la confianza adquirida en las dos últimas jornadas. Jugaron con altivez y el Alcorcón les dio con la mano abierta. Una bofetada que puede ser útil si el equipo extrae la lección. En Segunda nadie es mejor que nadie hasta que lo demuestra en el campo. 
Tampoco supieron administrar las lesiones. Tres en un partido son demasiadas y merecen una explicación. Todas musculares. La más compleja de asumir fue la de Uche. Una estrella en racha, es imposible de sustituir. Y menos por Juan Delgado. 
El Nàstic no supo sobrevivir sin Uche. Ver a su mejor futbolista retirándose del terreno de juego a los 13 minutos tuvo un efecto pernicibo en el equipo. Necesitaron encajar la situación y adaptarse al nuevo escenario. Cuando lo hizo el Alcorcón ya se había adelantado en el marcador.
La lesión de Uche fue el anticipo de la serie de catastróficas desdichas que se acumularon en el encuentro. A la marcha del delantero africano le siguió el gol del Alcorcón. Merecido. El cuadro alfarero apretaba con poco daño, pero había insistencia. La valentía del herido que ofrece un último ataque con pinta de sacrificio. 
En el tanto de Peña hubo dejadez defensiva. Una apatía que el equipo estaba exhibiendo desde el primer minuto. Ebrios de éxito, los jugadores del Nàstic entregaron la iniciativa a un equipo tocado. Le dejaron coser sus costuras. Alimentarse de confianza con la posesión. Les dejaron llegar hasta la cocina. Instalarse y vaciar la nevera. 
Llegaba el Alcorcón como uno de los conjuntos menos goleadores de la categoría y acaudaló tres dianas en el feudo tarraconense, donde hace siete temporadas ya que no pierde. Los delanteros madrileños parecía que tenían la mira desajustada y el Nàstic confió que seguirían desafortunados. Pero una cosa es asumir ciertos riesgos porque sabes que tu adversario está desinflado y otra, muy distinta, es dejarle instalarse en el balcón de tu casa.
Gaztañaga despejó flojo hacia una zona en la que presumiblemente debería haber compañeros de equipo. Quien se la encontró fue Álvaro Peña. Nadie le intimidó. Tete, el refuerzo defensivo, se lo miraba desde lejos. El alfarero colocó el trípode. Ajustó el cañón y disparó ajustando el cuero al palo. Lejos del alcance de Dimitrievski.
Un equipo que había hecho de la humildad y la constancia su seña identitaria, recibía un aviso de autocomplacencia.
Trató de reaccionar el Nàstic. Recuperar su esencia combinativa con la pelota en sus pies. Enlazó algunas acciones intencionadas, pero no era el día. 
Barreiro añoraba a Uche. Su nuevo acompañante, Juan Delgado, sigue sin entender nada. Corre cuando debe parar, para cuando debe correr, tira cuando lo mejor es asistir y asiste, poco, cuando la decisión fácil y acertada era disparar.
Para colmo en el tiempo extra del primer tiempo llegó el segundo tanto visitante. Un contragolpe que el Nàstic no supo atajar. Una falta a tiempo hubiera resuelto la situación. Dorca culminó el ataque que el cuadro grana no supo rectificar.
Para la segunda lesión, la de Tejera aún hubo solución. Era el descanso y Eddy Silvestre pudo coger el relevo del centrocampista de Nou Barris. Pero cuando el internacional por Azerbaiyán se llevó la mano a la parte trasera del muslo, en el 59’, Rodri ya había agotado sus cambios. El entrenador grana miró de reconstruir el bloque rápidamente, pero más veloz fue Dumitro para poner el 0-3 y cortar la posible capacidad de remontada local.
En ese movimiento de piezas, Abraham hizo de doble pivote. El preparador grana mantuvo las bandas con Tete y Jean Luc; y a  Juan Delgado y Manu Barreiro por delante. El gallego fue lo único rescatable. Tiró del equipo, pero nadie le siguió.
El cúmulo de despropósitos todavía tenía dos capítulos aguardando. Un remate de Juan Delgado que repelió el travesaño y la expulsión de Abraham. 
Eiriz Mata, el famoso hombre de negro de Llagostera, con el que el Nàstic no ha ganado todavía, no quiso marcharse de Tarragona sin humillar al club grana con una roja. Después de perdonar la cartulina a Laure hasta en tres ocasiones, no tuvo piedad con el lateral. Dos amarillas en dos minutos finiquitaron un encuentro gris del Nàstic. Quizás no tanto para un 0-3, pero sí para revelar la dureza e igualdad de la liga.

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