El Nàstic encaja la primera derrota en Valdebebas (Castilla 2-1 Nàstic)

Fútbol. Los granas caen 2-1 ante un Real Madrid Castilla que supo gestionar mejor las distintas fases del partido. Aranda con un doblete fue el verdugo, con Bonilla anotando un gol olímpico

19 septiembre 2021 12:15 | Actualizado a 20 septiembre 2021 05:15
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En el Estadio Alfredo Dí Stéfano encontró la derrota el Nàstic. Derrot merecida. Los de Raül Agné se vieron superados por un equipo que aún mostró más madurez que ellos, aunque la edad media del Real Madrid Castilla sea infinitamente inferior a la grana. Porque no es cuestión de DNI sino de manera de encarar las circunstancias. Y ahí, el conjunto que dirige sabiamente el mítico Raúl Gonzalez Blanco, fue mucho mejor que el Nàstic.

Si costaba destacar alguna figura en los dos filiales que pasaron por el Nou Estadi semanas anteriores, Barça B y Betis Deportivo, en el Real Madrid Castilla mostraron ese brillo de jugador grande unos cuantos. Marvin, que ya sabe lo que es jugar en el primer equipo; Peter, extremo del juvenil que cubría el lateral por el ‘ascenso’ de Miguel al primer equipo; y por encima de todos Óscar Aranda. El delantero granadino rompió el partido con un doblete de ‘crack’. De jugador avanzado. Superó a Pol Domingo para hacer el 1-0 y tiró de sangre fría para poner el 2-1 con un disparo ajustado.

El cuadro grana fue de más a menos. Comenzó presionando, poniendo en aprietos al filial blanco en su salida del balón. Pero en cuanto notó el sabor de su propia sangre al encajar el primer tanto no supo reaccionar. Ni siquiera con el tanto del empate, un golazo olímpico de Javi Bonilla, se le vieron opciones reales de victoria. Las transiciones fueron lentas y se echó en falta que algún futbolista asumiera el peso del equipo. Jugadores como Fullana, Del Campo y Robert Simón estuvieron muy imprecisos.

El ataque no funcionó. Ni la dupla de partida Fran Carbia-Pablo Fernández, muy apagados y bien controlados por los dos centrales locales, ni tampoco sus reemplazos. Pedro Martín y Edgar Hernández apenas lograron incidir en el juego ofensivo. Y eso que el equipo colgó muchos balones cuando el partido estaba en su tramo final. Solo Pol Ballesteros pudo meter miedo a la grada del Alfredo Dí Stéfano con una volea que cogió la trayectoria inversa, de dentro a fuera.

Raül Agné destacaba la importancia del medio del campo a la hora de marcar la tendencia del equipo. En el Estadio Dí Stéfano quiso que los suyos fueran valientes con una medular formada por Fullana y Del Campo y con Jannick Buyla aportando desde el costado. Tres futbolistas que apuntaban a una propuesta de bloque alto en la presión y algo de control en la posesión.

Esa presión adelantada con la que se presentó el Nàstic en Valdebebas sorprendió al cuadro local. Los de Raúl González Blanco no conseguían correr a campo abierto, como les gusta, y se limitaban a minimizar los errores en la salida de balón. Únicamente Peter y los balones largos a Latasa ofrecían seguridad en la entrega para los mirlos blancos.

Pese al buen trabajo defensivo, el Nàstic no conseguía aprovechar las recuperaciones en zona de creación blanca. A Robert Simón le costaba un mundo desequilibrar. El badalonense no lograba tomar la mejor decisión. Pablo y Fran Carbia, la pareja escogida por Agné para el ataque tarraconense, peleaban y se buscaban pero se difuminaban entre los centrales. Más rédito daban las jugadas a balón parado. A Quintanilla le cayó la pelota en el corazón del área. Con el defensor agarrándole le pegó como con fuerza demasiado arriba.

Los nervios en los jóvenes blancos eran evidentes. Hasta del meta Luis López. Al arquero se le escapó el saque de manos y le regaló el esférico a Carbia. El tarraconense no se lo pensó y disparó nada más llegarle el cuero. La reacción rápida del portero evitó el tanto, rozando lo justo para desviar a saque de esquina.

La consigna del técnico del Castilla era clara. Atacar por los costados con la velocidad de Peter y Marvina y buscar la altura de Latasa, hasta que se lesionó, y de Gudjohnssen, su relevo, y Aranda. Fue este segundo el que logró convertirse en el primer futbolista en marcarle un gol al Nàstic esta temporada. Atacó el centro con rosca de Marvin y superando a Pol Domingo, superó a Manu García con un cabezazo picado.

Era la primera vez que el Nàstic se veía por detrás del marcador y le costó gestionar esa situación. Un tiempo que el Castilla quiso aprovechar para ampliar ventaja. Se creció el filial blanco, aunque sin conseguir su objetivo. El Nàstic volvió a asentarse defensivamente y tomar aire con jugadas largas hasta el descanso.

Un segundo tiempo que comenzó de la mejor manera posible, con el tanto del empate. Un gol polémico, dicho sea de paso. Bonilla, que sustituía en el vestuario a Jannic, lanzó el saque de esquina directo y aunque Luis López reaccionó el cuero entró, según el asistente. De nuevo, Agné acertando con el cambio.

No duró mucha la alegría. El Nàstic se durmió y dejó que el Castilla combinara con facilidad. Una concesión letal ante un equipo tan directo y talentoso. Otra vez, Aranda mataba al Nàstic. Recogió el cuero que le cedió Peter y ajustó el tiro raso al palo largo.

Los granas volvieron a acusar el golpe. El equipo se descompuso. Se sometió a los designios del Castilla que pudo ampliar fácilmente la distancia. Gudjohnssen en una mala salida de Manu García y Aranda, otra vez, rozaron el 3-1.

Únicamente cuando el equipo se lanzó a mar abierto a por el empate sufrió el Castilla por los puntos. Acumuló rematadores y centros, pero o los primeros o los segundos no acertaban. Ese arreón llevado por los cambios se fue desinflando hasta que no quedó nada. Solo la rabia y la frustración de un muy mal partido.

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