El Nàstic se lo pasa pipa en Córdoba (Córdoba 1-5 Nàstic)

Uche (2), Barreiro (2) y Juan Delgado, los goleadores de la primera victoria a domicilio grana

15 octubre 2017 20:14 | Actualizado a 17 octubre 2017 14:10
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El Nàstic de Rodri pinta muy bien. Se le ve trabajado tácticamente y físicamente. La goleada al Córdoba es histórica. Dominó todos los aspectos. Agobió a los locales en defensa y los machacó con la velocidad y la precisión arriba. No hace falta mucho más.

Tres de los cinco goles llegaron en los diez últimos minutos, pero la sensación de tener todo bajo control duró casi los 90 minutos.

El equipo demuestra que Tenerife fue un contratiempo. La línea iniciada en casa ante el Albacete y Zaragoza se ha recuperado, pero con una versión mejorada. Como el vino, este Nàstic mejora con el tiempo.

No hace falta irse Liverpool o Dortmund o Glasgow (al Celtic Park), ni que se trata del You’ll Never Walk Alone, para que un estadio en pleno pulmón pueda erizarte la piel. Basta media entrada del Arcángel entonando el himno del equipo. Tanto da la tensión existente entre afición y directiva. Los colores no se negocian. Esa grada se debe al blanquiverde.

El valor insuflado por el cántico inicial se enfrió en menos de dos minutos. Lo que tardó Ike Uche en superar al portero del Córdoba. El nigeriano está enchufadísimo. Cuatro goles en dos partidos. Todo lo que toca lo convierte en gol. Tiene el sentido del depredador completamente despierto, si es que alguna vez lo ha tenido dormido. Todo es cuestión de forma física y mental. Algo le debía rondar el año pasado al africano. Un impedimento que no le dejaba expresar su partitura.

Con Rodri ha encontrado el director perfecto en la fosa. El entrenador barcelonés le ha dado la receta que piden las grandes estrellas, confianza y tranquilidad. También un socio perfecto. Manu Barreiro se come los marrones de fijar centrales. De acudir al juego de pivote y hasta de asistir para que el atacante africano liquide a los rivales con su clase en la definición. Lo bordó en el primer gol. Recogió el pase en profundidad del gallego y cruzó ante Kieszek para superarlo.

El tanto descolocó al Córdoba por completo. Si estaban a uñas con su técnico, Luis Carrión, el tanto del Nàstic los enervó aún más. Cuando Uche pegó el segundo zarpazo el clamor contra el entrenador era estruendoso. Despegó nada más ver a su compinche Barreiro soltar el zapatazo. Nadie más vio venir el despeje del arquero blanquiverde. Sólo los listos de la clase. Aquellos que han leído la lección centenares de meses. Y quienes andan con confianza. Cazó el balón y picó sutilmente el esférico por encima del portero.

Igual que ante el Granada, el Nàstic encaraba el encuentro con dos cuchilladas de Uche. El Córdoba quedó tocado. Con miedo en el cuerpo. Cada vez que el Nàstic salía a cazar se llevaba la presa.

Los locales tampoco funcionaban en ataque. El sistema defensivo grana lo engullía todo. El trabajo táctico de horas y horas empieza a dar sus frutos. Todas las piezas encajan como un reloj. En ataque, moviéndose con lividez por bandas y en defensa armándose rápidamente. El repliegue es casi instantáneo. Nada más perder la posesión, todos los jugadores corren a ocupar sus puestos acoplándose en la estructura con orden hasta convertirse en un muro sólido sin fisuras.

El Córdoba apenas dispuso oportunidades. El gol llegó en una pérdida de Abraham en mala zona. La única que cometieron los granas y que Guardiola aprovechó para recortar distancias en el minuto 19.

El duelo entró en la fase de oficio. Ese momento de operarios que miran con anhelo la hora del bocadillo, mientras sudan con el pico y la pala. Mantuvieron el orden sin conceder demasiadas ocasiones. Pudo irse sentenciado al descanso, pero el colegiado invalidó un gol legal a Uche, dejándole sin hat-trick

El plan del Nàstic es de lo más eficaz si lo ejecutas de manera estricta. Competir atrás y atacar veloz y en manada. A medida que el Córdoba se iba espesando cada vez más, incapaz de localizar espacios por donde hacer daño a los tarraconenses, el Nàstic ganaba en capacidad ofensiva.

Carrión, en su desesperación por sacar un resultado positivo acumulaba hombres en la parte de arriba. Pero hacía rato que el partido lo tenía perdido por los nervios de sus defensores. El Nàstic ahondó en esa inquietud para presionar, robar y salir disparados. En unos diez minutos finales fantásticos, los granas machacaron al Córdoba.

Tete, que sustituyó a Omar por lesión, pudo hacer el tercero pero el arquero blanquiverde tapó bien su portería.

Delgado sufrió dos penaltis. El primero lo falló, pero Kieszek le concedió una segunda oportunidad y el chlieno no defraudó. Los dos últimos llevaron el sello de Manu Barreiro. Dos goles merecidos por el extraordinario trabajo del gallego de desgaste. El cuarto le puso clase. Sentó al guardameta después de una sensacional asistencia de Tejera. Cerró la cuenta de penalti.

Primera victoria a domicilio de la temporada que permite al Nàstic abandonar la zona de descenso. Y con un partido menos.

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