El Ramón de Carranza ya conoce a Supermán

El portero del Reus Edgar Badia protagonizó una de sus mejores actuaciones ante el Cádiz (0-0)

09 noviembre 2017 16:21 | Actualizado a 09 noviembre 2017 16:31
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Una tarde de febrero, con Cádiz ya celebrando la llegada del Carnaval y enloquecido con su equipo de fútbol, que se ha había instalado en el privilegio de Segunda División, se presentó el Reus en la Bahía. Amenazaba lluvia en ese estadio en donde los gritos de los hinchas suenan a melodía y a algo de cashondeo. El Carranza es un lugar de culto, en cada uno de sus rincones se esconden los pasos de actores míticos. Butragueño debutó en ese lugar. 

El Reus llegaba a la cita algo exigido porque acumulaba exceso de tardes sin éxito. No terminaba de ganar y se había complicado algo la existencia en Segunda División, a pesar de una primera vuelta deslumbrante. Existía una esperanza crucial. En los escenarios gigantescos, de tradición, la escuadra que dirigía Nacho González solía dejar tardes de recuerdo. En Cádiz no fue distinto, aunque necesitó arroparse en una actuación memorable de Edgar Badia, su arquero predilecto. El del ascenso y el del menos goleador en el estreno en el fútbol profesional. Ni siquiera las sospechas injustas entorno a su físico le pararon. Tampoco en la Tacita de Plata.

La pesadilla de Ortuño

El Cádiz fue un avión en el primer tiempo, aunque precisó de la suerte en un remate de Folch desde área chica que no halló la red de milagro. Las alas ofensivas, Salvi y Álvaro, generaron vértigo y algún destrozo. Ortuño, el delantero del gol, casi imparable, vivió una pesadilla con Badia. Se marchó a casa preguntándose cómo ese arquero de dimensiones reducidas le había amargado la tarde. Concretamente en tres remates claros, uno en área chica, casi imposible de atajar. El meta del Reus consiguió parar la sangría del Cádiz y el hambre de Ortuño. Tres paradas antológicas que mantuvieron al Reus a flote en tierra movediza, ante el asombro del gentío.

Es más, aquel equipo pionero de Natxo, con el actual técnico rojinegro Aritz López Garai como pivote defensivo aquella tarde que convirtió en más coral, sobre todo porque guardó mejor la pelota.
Badia recogió los guantes del vestuario y abandonó el Carranza repleto de autoestima. No había ganado el Reus pero sentía la plenitud. Los focos le alumbraron en el post, en la zona mixta. Justo en la antesala de vestuarios. Mientras sus compañeros le esperaban en el autobús, de regreso al hotel, próximo al recinto, Edgar le quitaba hierro a sus paradas y valoraba, de nuevo, la actitud defensiva del Reus, muy acostumbrado en dejar su portal a cero. Lo logró en 17 ocasiones el pasado curso. Badia, en su interior, conocía perfectamente el gigante papel que había tomado en el resultado.

La exhibición de atención y reflejos del arquero cuajó en un tiempo en el que se encontraba en el mercado, ya que terminaba contrato con el Reus en junio y los ojos de los proyectos más ambiciosos del fútbol de plata le seguían la pista. El Reus se apresuró para no perderle, consciente del rol primordial que había enseñado en su primer año en el fútbol profesional. El 28 de marzo, Edgar Badia comparecía en la sala de prensa del Estadi acompañado por Llastarri y Oliver, que anunciaban su ampliación de contrato. Un dos más uno que trajo alivio. Quizás, aquel día, ante las cámaras, Edgar se acordó del Carranza.

El lunes, en horario de noche lejos de los estereotipos del fútbol de toda la vida, Edgar se reencontrará con Cádiz dispuesto a repetir actuación y a mejorar el resultado. El rival no vive días tan felices y su Reus viaja en una espiral de sonrisas. Dos victorias y un empate completan sus últimos tres domingos. Alargar la felicidad en el Carranza es desde ya desafío. Por si acaso, este estadio ya conoce al Supermán del CF Reus.

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