El Reus no cura su inocencia

Un gol en propia portería de Carbonell sentencia al equipo ante el Numancia, en un partido igualado y feo que evidencia la falta de contundencia de los rojinegros

04 febrero 2018 20:13 | Actualizado a 10 febrero 2018 11:43
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La escasez anotadora del Reus le obliga a caminar sobre un hilo cada domingo. No puede permitirse ni siquiera un descuido en la trinchera porque, por pura estadística, va a palmar a menudo. En la nevera de Soria no exhibió peores prestaciones que el Numancia, pero evidenció de nuevo el mal endémico que arrastra cada vez con mayor peso en la mochila. Casi como una mercancía de trailer. Ese mal lo conocen los amigos y los enemigos. Las abuelas, los nietos y los tíos. Padres e hijos. Se llama gol

Cuando precisas de la perfección defensiva también necesitas una dosis extra de rezo. Si el azar te da la espalda y te castiga, también palmas. A Carbonell nadie le había elegido para el protagonismo. Sólo una canallada del azar. A los 53 minutos.

Íñigo Pérez profundizó a la carrera de Mateu, que había hallado una grieta en la espalda de Campins, en la autopista derecha. Mateu acudió al criterio para ceder al corazón del área. Su cerebro fue más talentoso que el extremo deseo. Controló Manu y ejecutó. La pegó mordida, con cierta inocencia. Del Moral celebró porque el balón chocó con Carbonell, de apagafuegos en el repliegue. Badia se había descubierto a la derecha. La pelota le traicionó a la izquierda.

Ese detalle penalizó al Reus, competitivo pero sin espíritu caníbal. Sus argumentos acabaron en el área de Aitor, en un quiero y no puedo desesperante. También conocido.

El primer tiempo fue una tarde asturiana en la mina. Mucho coscorrón, trajes manchados en el barro y poco Disney Channel. Los puristas  no lo guardarán en la hemeroteca. Sí los maestros de la intendencia. Sobró compromiso y alma. El Reus pasó de la esperanza al empleo. Inauguró el partido con un manejo aseado del balón y el tiro más claro en la ofensiva. Se encargó Gus Ledes de aparecer por la frontal y armar la zurda. Obligó a una estirada de chicle a Aitor, el guardián del Numancia. A los seis minutos. Fue un disparo maligno, con bote venenoso. Madrugó Ledes, con ese trote alegre, como fiel amante de la música reggae.  

Inicio esperanzador
El Numancia logró enredar el partido con el músculo. Su propuesta aviva el cemento y aparta al arte. Consiguió que Vítor empezara a aburrirse. Noticia pésima para el Reus. El mago portugués amaneció vivo, deslumbrante con la pelota. Acabó viéndola volar demasiado por el cielo. Su rostro, cabizbajo, pareció no entender nada. El juego degeneró en un frontón constante. Abundancia de juego directo y escasez de espacios. Los sorianos cosieron telarañas en el medio para robar en campo contrario y amenazar con las transiciones. En todo caso, Badia se convirtió en un usuario esperando el autobús en la parada de la esquina, tranquilo, sin urgencias.

En una de esas carreras de galgos post-robo en zona de creación del Reus, corrigió de forma providencial Menéndez. Cámara, la sorprendente novedad en el inicial de Garai, complicó con una pérdida prohibida. No pasó a mayores. A pesar del tedio, el Reus entendió qué pedía la tarde, con el hielo y el frío aturdiendo extremidades, en esas tardes de febrero más aptas para la manta, la infusión y una película en el Netflix. 

El gol soriano, con previo despiste colectivo del Reus, y una gota de azar deslumbrante, abrió la veda. No mejoró el partido en cuanto a calidad, pero se descubrieron los caminos. Garai se apoyó en el banco para modificar la tarde. Ingresaron Edgar y David Haro, éste último con un protagonismo interesante en el juego. No esperó a la excusa de la adaptación y se activó con emergencia. 

Vítor envió una pelota milimétrica a la carrera de Campins, que corría sin desmayo por el costado diestro. La alcanzó y prolongó. El antiguo pase de la muerte. David Haro había acompañado desde segunda línea y cazó la pelota. Se orientó el control hacia la derecha. Ajustó sin precisión.

El chispazo del pequeño diablo no convenció al Reus, que remaba sin rumbo. Lógicamente descosió sus espaldas y el Numancia rozó la definitiva con un contragolpe de libreto, en solo dos pases. El balón cayó en los pies de Del Moral, desequilibrante en el mano a mano ante Pichu. El centro provocó el esfuerzo de Íñiguez, que escupió la pelota casi a gritos. Le declaró amor eterno al poste, ya que éste evitó el 2-0 en el alambre. La épica decidió, eso sí, no corresponder la aventura del Reus.

Ficha Técnica

Numancia. Aitor Fernández; Unai Medina, Dani Calvo, Carlos Gutiérrez, Saúl García (Ripa, min. 83); Diamanka (Larrea, min. 86), Iñigo Pérez; Pere Milla, Guillermo (Escassi, min. 73), Marc Mateu; Manu del Moral.

CF Reus. Aitor Fernández; Unai Medina, Dani Calvo, Carlos Gutiérrez, Saúl García (Ripa, min. 83); Diamanka (Larrea, min. 86), Iñigo Pérez; Pere Milla, Guillermo (Escassi, min. 73), Marc Mateu; Manu del Moral.

Gol. 1-0, Carbonell (pp) (53’).

Árbitro. Figueroa Vázquez (Comité andaluz). Enseñó cartulina amarilla al visitante Màyor.

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