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El Reus consolidó en Palafrugell su estado de gracia con un éxito repleto de contundencia ofensiva, el quinto consecutivo en la competición doméstica. El partido confirmó además que al equipo le ha venido como anillo al dedo la incorporación de Aragonès, que ha desplomado cualquier teoría sobre la necesidad de adaptación con un rendimiento fulgurante e inmediato. Y eso que todavía no ha formado en el quinteto titular. Sus dos primeras apariciones se cuentan desde la rotación.
Los rojinegros hallar pronto la primera ventaja, en una transición extraordinaria que inició Marc Julià para David Gelmà. Éste sirvió con puntualidad para Marín, que llegaba desde la segunda línea. La acompañó a la red el atacante. En todo caso, los de Garcia precisaron superar la reacción rival. El Palafrugell desmontó ese inicio prometedor del Reus con dos goles casi consecutivos. Canet remachó al segundo palo un pase de Bancells y, acto seguido, Figa convirtió un penalti.
Ante la dificultad, los reusenses exhibieron madurez y personalidad y, justo antes del intermedio, le dieron la vuelta al resultado. Compagno, de primeras, culminó una asistencia de Marín desde detrás de la portería a los 22 minutos. Pocos segundos después, en otra transición, Marc Julià halló la grieta para penetrar, encarar a Puigbí y batirle por bajo. Desde ese instante, el Reus ya no dejó de manejar el juego. Tampoco el resultado.
La sentencia
Los rojinegros se arroparon en el acierto ofensivo para acabar con la respuesta local. Compagno volvió a definir después de salir de detrás de la portería. Sorprendió a Puigbí. Cuando los gerundenses redujeron de nuevo distancias y parecían regresar a la pelea, Aragonès se encargó de frenar ese entusiasmo con dos dianas oportunas y definitivas, una de ellas después de aprovechar una acción confusa dentro del área.
Los de Garcia gestionar con solvencia los minutos finales ante un rival osado, quizás demasiado para el lugar que ocupa en el campeonato.
Marín, que ha recuperado el tino goleador, completó una goleada que habla bien del progreso del equipo, que ya se ha instalado en el hábito de ganar, después de un arranque de curso con algunas sospechas e inmerso en la irregularidad. Bien cicatrizado con Aragonès, el Reus parece otro.
