El SPiSP conquista su sueño y regresa a la élite: 'Orgullo de barrio'

Tras una temporada redonda que no sólo ha despertado el corazón del pabellón, también de todo el vecindario, volcado con la gesta

19 mayo 2017 15:42 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:42
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La gesta del SPiSP era digna de efeméride. Por ello más de 200 vecinos se congregaron en la Plaça de la Sardana. Allí el club había puesto a disposición del barrio una pantalla gigante desde la que seguir el choque. Pese que el ascenso ya era una realidad antes del partido, el tirón del SPiSP en el vecindario se hizo notar. La gente vibró con sus jugadores. Como durante toda la temporada, el color rojillo se asoció a un instante de alegría.

Corrió cava bajo el grito de ¡CAMPEONES! Han sido todos ellos. Los derechazos de Gimeno desde la punta zurda; los golpeos de Sanllehí de segunda línea; los gorros de Gregory; la visión de juego de Héctor; los bloqueos de Perdices; el atrevimiento de Valiño; la casta de Crespo; y otros más, no hay que olvidarse de nadie. Pero de entre todos destaca el liderazgo de los hermanos Stevovski, Álex y Vlado.

Ambos realizan las labores de gerente y entrenador en un club que vuelve a Superliga. Lo hace por la puerta grande, tras una campaña magnífica. Campeones de la Copa Príncipe, segundos de grupo y también en el play off de ascenso para ganarse un lugar en la élite. Los hermanos macedonios han sabido gestionar un equipo lleno de promesas, a las que les espera un futuro exitoso. Antes, ya han escrito una nueva página de oro en la historia del SPiSP.

Tras labrarse una reputación señorial en Superliga durante los 90’ y la primera década de los 2000, la escuadra cooperativista tuvo que renunciar en 2011. Fue por motivos económicos. El mismo rompecabezas que ahora se le presenta al club para preparar la próxima campaña. El club necesita 100.000 euros más para encarar un año con garantías en Superliga. Empiezan los malabares. Ojalá no se caigan las pelotas y haya que volver a recorgelas.

En cualquier caso, el club siempre contará con un apoyo incondicional, el de su barrio. De los vecinos que acuden cada viernes al mercado, los jubilados que se reúnen en la Llar de Pensionistes, los parroquianos del bar de la esquina, las señoras que cambiarían antes de banco que de peluquería. Ellos y más sacan a relucir su pundonor. Su orgullo de barrio.

Alzar la bandera del SPiSP siempre ha sido un placer. Más en tiempos de júbilo, de celebración. Este sábado quedó constancia de ello. Una tarde de hermandad, de comunión vecinal. Todo bajo un color. El rojillo.

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