El calor tumba ciclistas como fichas de dominó

AMBIENTE - El sol, junto a un trazado de media montaña, se deshace de la mitad del pelotón en los Juegos Mediterráneos

27 junio 2018 17:42 | Actualizado a 27 junio 2018 17:44
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Aprieta caliente en Vila-seca. Con solo pensar en coger la bici ya me pongo a sudar como si estuviera dentro de Tarracvs. Imagínense lo que debería achicharrarse la mascota en un día como hoy a pleno sol sobre la bici. En fin cosas mías. 

Llego a Vila-seca con tiempo suficiente para preparar la crónica e inundarme un poco del fervor de los Juegos. Un gran incertidumbre acecha en los stands de meta. Allí se concentra buena parte de la organización, voluntarios y reporteros. Unas 40 personas preguntando por unos resultados que se perdían entre la falta de cobertura del trazado montañoso. 

Intento indagar sobre la carrera. El recorrido de media montaña, junto a un calorcito que hace hervir el asfalto, pasa factura. Muchos no llegarán ni siquiera a Vila-seca. Como la curiosidad no muere sola, al finalizar la carrera descubro que de los 66 ciclistas que tomaron la salida, solo 33 cruzaron el arco final. Caen como fichas de dominó. 

Entiendo el calor, pero a mi memoria y raíces acostumbradas a los puertos del Pirineo, les cuesta admitir que el trazado sea tan tan duro para ciclistas sub-23, a las puertas del profesionalismo. Si disputaran una carrera de tres semanas, el sufrimiento sería mucho mayor. Quién sabe. Tampoco puedo afirmarlo en primera persona. Pero son sensaciones que no me saco de la cabeza. 

Primeras noticias al ecuador de la carrera. Nos informan de la escapada del portugués Gonçalves y poco a poco empatizó con él. Sobre todo cuando me dicen que ha aumentado su renta subiendo solo el Coll d’Alforja hasta los 3’30’’. Menudo jabalí. 

Lo cazan cerca de una meta que se ha ido llenando de curiosos y tras cruzar en décima posición, los focos mediáticos se centran en el ganador. Le dejan en un segundo plano, exhausto, abatido y sin premio. En un rincón sin más reconocimiento que la distinción de la montaña, sin la foto en el podio. 

Los tres primeros se suben en los cajones bajo el himno italiano que vuelve a sonar en estos Juegos. Desde los años buenos de Valentino Rossi que no lo escuchaba tan a menudo. Il Canto se termina y la Via Màxima de Vila-seca se vacía a la espera que a la tarde la mujeres tomen el relevo ciclista. Espero que afloje el sol porque si no, no pienso coger la bici. 

 

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