El despegue de Karim Yoda

El atacante francés completó con buena nota su segunda titularidad ante el Oviedo. Está cerca de su mejor nivel, después de casi un año inactivo por una lesión y un proceso de adaptación lógico en el Reus

28 enero 2018 20:08 | Actualizado a 29 enero 2018 17:31
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Karim Yoda (Annemasse, Francia, 1988) aterrizó en Reus cuando ni siquiera él sabía en qué punto se encontraba esa ciudad que deseaba acogerle con esperanza futbolística. El aire despistado que aparenta precisó de una adaptación exprés, sin apenas tiempo y con la exigencia de un cartel por lo menos interesante. En Getafe había exhibido esa zancada poderosa, propia de un fondista africano con un sinfín de medallas en el palmarés. En el Coliseum disfrutó de la Primera División, el foco que cualquier futbolista anhela. 

No apareció en el escaparate de Primera por casualidad. Yoda dispone de unas condiciones diferenciales. Se maneja con aseo en el mano a mano, puede salir por fuera o por dentro y utiliza el atrevimiento en cada una de sus expresiones sobre el verde. Piensa poco, ejecuta mucho. Probablemente no hablamos del jugador más riguroso del mundo, en ocasiones le cuesta interpretar el juego, elegir con coherencia, pero cuenta con un potencial deslumbrante para el Reus si termina por alcanzar el nivel que se le presume.

Karim arrastra un lastre de inactividad de un año. Un problema que no se soluciona de repente. Precisa de evolución y de ritmo, sobre todo en un actor explosivo como él. Se lastimó la rodilla cuando salió cedido a Almería, en el mercadeo invernal de 2017. El Reus le ha ofrecido cobijo tras la pérdida de Ricardo Vaz. Y por fin Yoda ha llegado, por lo menos en sus dos últimas apariciones.

El francés, con perfil para actuar en cualquiera de los dos costados, se estrenó ante el Barça B en el Estadi y en su primer contacto con la pelota ya despertó curiosidad. Se atrevió con un eslalon en propio campo, algo poco apropiado, aunque salió ileso, ante la admiración de los hinchas, que desde entonces le guardan simpatía. 

Licenciado en el derbi
Aritz López Garai, su jefe en Can Reus, decidió soltarle de inicio por primera vez en el derbi. No existe mejor escenario para presentar credenciales y empezar a ofrecer servicios al equipo. Yoda dejó entrever cualidades indiscutibles, se involucró muchísimo en el juego de ataque y en los regresos colaboró. Entendió el mensaje. El partido pedía una dosis de solidaridad extra. Andaba prohibida la dejadez. Aunque fue sustituido por David Haro en los instantes finales dejó un sabor dulce esa comparecencia entre los elegidos. En él se vislumbraba un tipo de jugador distinto.

La visita del Oviedo sirvió que para que Yoda reivindicara su posición. Repitió estatus y amaneció pronto en el partido. No esperó. Pidió con frecuencia la pelota y todo que lo expuso estuvo relacionado con la verticalidad. Acostado en la derecha, condujo, desbordó y rozó la gloria del gol. Falló una cantado al borde del descanso. Los ojos del Estadi enloquecieron con este extremo de una talla física abrumadora. La aparición de Yoda no deja de convertirse en un notición para el Reus, sobre todo porque en él encuentra algo que probablemente hasta ahora no tenía; un especialista de banda.

El jugador francés se enfrenta ahora a un desafío mayúsculo. Hacer de su rendimiento una noticia frecuente, no quedarse en un actor de intermitencias. Si lo logra probablemente hallará un acomodo elegido en el Reus.

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