El día que el CF Pobla de Mafumet fue más que un filial

Fútbol. Hoy se cumplen cinco años del histórico ascenso a la Segunda División B del club en la que fue una temporada histórica para el fútbol tarraconense

28 junio 2020 08:07 | Actualizado a 14 julio 2020 09:54
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«En Ascó nos dieron un baño tremendo. Perdimos 4-0, pero ese fue el punto de inflexión que nos llevó a conseguir una hazaña histórica». Son palabras del exportero del CF Pobla de Mafumet Alberto Varo en pleno 2020, rememorando un partido del tres de abril de 2015. «Fue la temporada en la que más he disfrutado de mi vida. Como si fuera ayer», lo recuerda. Son de Varo, pero podrían ser de cualquier miembro de esa plantilla o cuerpo técnico. Porque aquel varapalo fue una de las causas de que la Pobla acabara logrando hoy hace cinco años un ascenso histórico a la Segunda División B, completando una temporada inolvidable para los tarraconenses, con el ascenso también del Nàstic a Segunda Divisón. 

El CF Pobla no esperaba que la temporada 14/15 tuviese tal desenlace. Como filial, el objetivo del equipo era nutrir al primer equipo, que se encontraba solo una categoría por encima. Josep Mir, que presidió el CF Pobla durante 17 años, hasta el 2017, no olvida esa temporada. «Nuestra función era ayudar, pero la relación que teníamos con el cuerpo técnico y plantilla se trasladó al campo».  

A pesar de que el objetivo no era el ascenso, convergieron un grupo de jugadores que compartían una competitividad sinigual, y un entrenador recién llegado como Martín Posse -con todo lo que conlleva su nombre-, que hizo creer a sus jugadores en una idea para que la siguieran a ciegas hasta lograr su cometido. Posse destaca cuánto le ayudó Manel Cazorla, segundo entrenador, en sus primeros días. «Conocía el club, a los jugadores, y me hizo muy fácil el trabajo día a día. Generaba una confianza y alegría al grupo que acabó siendo esencial».

La Pobla navegó toda la temporada por la zona alta de la tabla. Disfrutó de las Navidades con el liderato bajo el brazo, y mantuvo un pulso por esa primera posición durante el tramo final de la liga, aunque lo perdió en el doloroso pero vigorizante 4-0 adverso en el Municipal de Ascó. Nunca llegaría a recuperar esa primera posición, por lo que debería superar tres eliminatorias para lograr el ascenso –un ascenso que no se materializaría si el Nàstic no conseguía subir también, en este caso a la categoría de plata-. A pesar de no ganar ninguno de los últimos dos partidos de liga, sí consiguió retener la segunda posición, que le permitió disputar la vuelta de todas las eliminatorias en el Municipal de la Pobla, arropados por su afición. 

El tener que apartar a tres rivales antes de un posible ascenso dio pie a una charla que cambió el destino de ese equipo. Martín Posse volvió a revitalizar la esperanzas de una plantilla tocada. «Recuerdo que nos convenció de que éramos buenos y que podíamos ganarle a cualquiera. Cuando Martín Posse te dice esto, te lo crees. Solo tengo palabras bonitas para él», insiste Varo. El técnico argentino recuerda que «debía mentalizarles de lo que vendría encima. Tenían que prepararse para viajar, competir, jugar muchos partidos en pocos días. Habría desgaste físico y mental, pero era una experiencia para disfrutar y aprender». Esa era una de los puntos fuertes de esa plantilla, según Posse. «Querían aprender. Yo enseguida vi que había talento. Quería que se lo creyeran porque les veía con ideas muy claras. A medida que pasaban los partidos, el equipo jugaba mejor. Esa aura no podía desaparecer en el play off».

En esas eliminatorias a cara o cruz prevaleció la riqueza de ese vestuario. Piezas que no están en la palestra ayudaron más que nunca a mantener el equipo unido ante las adversidades. Además de Manel Cazorla, otra figura a la que se guarda especial cariño en la Pobla es Isidre Fabra, el masajista el club. Para Varo, «su función iba mucho más allá que dar masajes. Nos hacía fotos a cada entrenamiento, y era siempre un soporte moral para todos. De hecho, quería reunirnos para celebrar el aniversario todos juntos, pero ha sido imposible con el coronavirus».

El primer rival del CF Pobla fue el CD Tuilla, al que eliminó con un solitario gol en la vuelta de Emaná. Las semifinales del play off ante el San Fernando fueron la prueba más dura para el filial grana. Sin embargo, el Nàstic ya se había convertido en equipo de Segunda al derrotar al Huesca, por lo que el ascenso ya podía ser una realidad. «Ahí vimos que la cosa iba en serio», revela Varo, que no  disputó la ida de esa eliminatoria al haber sido expulsado en el partido previo. «Recuerdo sufrir mucho desde la grada. Eran un equipazo, y nos pudieron meter algún gol más». Martín Posse coincide. «Hubo un momento en el que se nos podría haber escapado, pero también tienes que contar con un punto de suerte si quieres ascender». El resultado de la ida fue de 1-0. Difícil, pero asumible. En ese momento llegó otra de esas charlas de Posse. «Enfadarme no serviría de nada. Y yo sabía que podíamos darle la vuelta». Dicho y hecho. La Pobla planteó un partido de tú a tú en casa, y con goles de Kike Tortosa y Álvaro remontó la eliminatoria para obtener el billete a la final. 

El último escollo sería el Gerena sevillano. De nuevo, el equipo de Posse se encontró con una situación adversa al perder en la ida por 1-0. El partido de vuelta quedaría en la retina de todos los aficionados pobletenses. Con un ambiente que no se ha vuelto a repetir hasta la fecha, Vadillo consiguió  derrumbar el muro del Gerena en el minuto 71’ con un cabezazo que igualó la eliminatoria.

Nada cambió hasta el final de la prórroga, dejándolo todo al destino de los penaltis. Aunque de destino nada. Fue todo preparación, talento y, por qué no decirlo, ese punto de suerte siempre necesario. Y es que Alberto Varo se había preparado a consciencia para esa posible tanda de penaltis. «Tenía esa intuición, practicaba antes de cada entrenamiento. No solo para pararlos, sino para chutar yo». Posse decidió que el portero de La Canonja sería el primero en disparar. «Confiaba en él, y sabía que marcar le daría un plus de motivación para atajar después». Varo puso el balón en la escuadra en su penalti, y paró el siguiente, enloqueciendo el Municipal. Ningún jugador falló más, y la Pobla se convertía en equipo de la Segunda B por primera vez en su historia. Hoy, hace cinco años, el CF Pobla se convirtió en algo más que un filial. 

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