El gesto de Becerra con Bernabé en Extremadura

Vicandi Garrido árbitro del Extremadura-Nàstic se llevó el silbato a la boca. Cogió aire y señaló la conclusión del partido. El Nàstic se llevaba el triunfo de Extremadura. Aún resonaba el sonido del pitido final del colegiado vasco cuando Isaac Becerra, suplente por segunda jornada consecutiva, salió disparado desde el banquillo. Llevaba varios minutos de pie. Animando a sus compañeros en cada acción defensiva. Su carrera finalizó con un abrazo sentido con Bernabé Becerra. Los dos porteros. El badalonense y el sevillano formaron por un momento un arquero de dos cabezas, dos corazones, cuatro brazos y cuatro pies. El meta perfecto en medio de un mar verde mientras el resto de jugadores granas se abrazaban en la otra punta del campo. Becerra, conocedor de la soledad del arquero en las victorias y en las derrotas, dejó de lado la competencia por el puesto. Priorizó el grupo. A su compañero. Un Bernabé que sufrió en cada embestida rival. Que apareció en el instante que se le exigió para volar magistralmente y sacar una disparo de Pardo que pintaba a golazo.

El catalán es un competidor nato. Seguro que no le gustó nada perder la titularidad, pero al mismo tiempo, cuando comienza el partido solo tiene en mente que su compañero luzca

Tras ese momento único entre dos guardametas rivales pero no enemigos, ambos fueron a buscar al preparador de porteros, Manuel Oliva ‘Oli’, la tercera pata de ese triunvirato que trata día a día de echar el candado a la portería del Nàstic. Los tres volvieron a juntarse, conocedores de la importancia de conseguir acabar un partido con el marcador rival a cero. Tan sólo una vez en toda la temporada se había logrado. Fue en el primer partido de Becerra como titular, ante Osasuna (1-0).

Becerra ya tuvo un gesto similar en Valladolid, con Masip. El catalán es un competidor nato. Seguro que no le gustó nada perder la titularidad, pero al mismo tiempo, cuando comienza el partido solo tiene en mente que su compañero luzca. Aunque eso le haga más difícil recuperar su sitio. Un gesto que le honra y de esos que hacen fuerte a un vestuario.