El lado amargo del empate (Nàstic 1 - 1 Ponferradina)

El Nàstic no logra superar a la Ponferradina y suma un punto insuficiente para seguir en play-off. Se avanzaron los visitantes con un tanto de Molina en propia puerta. Naranjo igualó tras el descanso

19 mayo 2017 19:59 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:16
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El empate tiene siempre dos lecturas. La positiva que destaca la supervivencia y la negativa que remarca la incapacidad para ganar. Ante Mallorca, Valladolid y Alcorcón las circunstancias –prestigio del rival y campo difícil– decantaron la balanza hacia la primera óptica. Ayer, la igualada frente a la Ponferradina empujaba irremediablemente a esa segunda visión. La de la amargura de perder dos puntos.

Las razones apuntan a una primera mitad que afloraron los males de la nueva perspectiva que da la posición en la tabla. La plantilla grana ha dejado atrás de manera definitiva la preocupación por el descenso. Pensar en esa hipotética posibilidad, aunque no se tengan los 50 puntos, ya no toca. Los jugadores son los primeros que sienten ese cambio. Lo reconozcan o no, han comenzado a asumir que tienen nuevas atribuciones. Son víctimas del fútbol. El enorme esfuerzo realizado queda en un segundo plano. Tal vez se les valorará a final de curso, pero con una ilusión a toda mecha en los corazones de directivos e hinchada, sólo les queda seguir rayando a un nivel por encima de las expectivas.

Esas aspiraciones conllevan también sensaciones opresivas. Se acepta empatar un vez, dos y tres, pero a la cuarta empieza a generar las primeras ansiedades. Y menos ante un equipo de la parte baja. Ni los avisos de Vicente Moreno sirven para apaciguar pretensiones ambiciosas de muchos.

Los primeros, sus propios jugadores que entraron en pánico cuando vieron cómo a los tres minutos ya iban por detrás en el marcador. Cayeron en las prisas y en la precipitación. Se aceleraron. Todos querían echarse el equipo a la espalda y se molestaban. Fue una primera mitad improductiva a nivel ofensivo. El Nàstic no sabía como meterle mano a un equipo cuyo único mérito fue el orden.

Fabri, entrenador de la Ponferradina desde hace tres semanas, volvió a la que un tiempo ya muy lejano fue su casa con las ideas bien claras. El preparador gallego está en plena fase de construcción de su equipo, una etapa inicial en la que los técnicos se centran en dotar de equilibrio y resistencia a los suyos. Lo del gol, viene después. Mientras se vive de los errores vecinos.

A remolque

Decía Moreno que poder repetir un once titular era buena señal. Ayer el técnico valenciano quiso mantener las sensaciones positivas desde el inicio del partido con el mismo equipo inicial que compitió en Alcorcón. Esa intención quedó truncada a los tres minutos de juego por una jugada desafortunada. Xavi Molina trata de despejar un centro de Aguza pero su cabezazo se convierte en un remate contra su propia portería que sorprende a Reina.

La Ponferradina se presentó como un equipo ordenado. Alejado de la imagen que muchos aficionados granas pudieran tener de un equipo de la parte baja. El rigor defensivo visitante se convirtió en una dura prueba para el cuadro grana.Sobre todo, con el gol tempranero visitante. Uno a uno fueron apareciendo los jugadores que deben tirar del carro cuando las cosas se tuercen. Emaná, Naranjo, Jean Luc y Anibal pedían el balón. Nadie se escondía. Cada uno en su parcela ofrecía sus armas para levantar el marcador adverso, pero lo hacían con prisas. Acelerados. Queriendo hacer el primero antes que el segundo. Ante ello, se imponía la calma de la Ponferradina. Los leoneses resistían los envites tarraconenses con consistencia. Sin mostrar signos de debilidad por donde penetrar.

Los granas se obsesionaban con entrar por el centro, el lugar más poblado, facilitando el trabajo de la zaga berciana.

Aníbal se enfrascó en un batalla individual con Ignasi Miquel y Basha. El delantero empieza a mostrar signos de desesperación ante la falta del gol. Hizo un esfuerzo incomensurable para descolgar balones lanzados desde la defensa con criterio. Pero le falló ese punto decisivo en el lugar donde mejor se encuentra, el área. Aníbal dispuso de un par de ocasiones claras en las que no acertó con el remate.

En el primer tiempo hubo pocas acciones rescatables. La mayoría con el árbitro como protagonista. Como suele ser habitual en el Nou Estadi, sus decisiones no gustaron a la hinchada local. Especialmente una falta sobre Emaná que Trujillo Suárez decretó en el borde del área, aunque el africano perdió el cuero dentro de ella.

La charla de Vicente Moreno en el vestuario dio resultado. El equipo planteó una segunda parte más inteligente. Con el punto de pausa necesario para encontrar los engranajes desajustados de los bercianos. Dio resultado. Habían pasado tres minutos cuando Naranjo cazó la pelota en la frontal y la empotró en el fondo de la red. Octava diana del andaluz en la temporada que ha capitalizado el gol del Nàstic en esta segunda vuelta.

El técnico valenciano le dio otra vuelta de tuerca al partido para buscar los tres puntos. Dejó a Bouzón, Mossa y Molina como cierres para poder cargar el ataque y ensanchar el terreno de juego. Las bandas tomaron protagonismo. De los pies de Lobato y Jean Luc nacieron las ocasiones más claras. Emaná pudo aprovecharlas, pero no acertó en los remates.

A la desesperada, Moreno juntó a Marcos con Aníbal para sacar rédito a los centros. El premio pudo llegar en un testarazo de Aníbal que golpeó la mano de un rival sin que el colegiado viera intencionalidad del defensa. El partido aún pudo acabar en drama, pero el tiro de Willian salió desviado.

El reparto de puntos deja al Nàstic fuera de los puestos de play-off, después de encadenar cuatro empates consecutivos. Los granas, eso sí, suman su novena semana sin perder.

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