El naufragio del Nàstic en el derbi

Los granas tuvieron serios problemas para sacar el balón jugado desde atrás y para recuperarlo tras pérdida 

22 enero 2018 17:08 | Actualizado a 28 enero 2018 14:28
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El Nàstic es el segundo peor equipo de la categoría como local. Su bagaje en el Nou Estadi es de tres victorias, un empate y siete derrotas. Los números hablan por si solos. No debe sorprender los tangibles que presentan los granas en casa. Son merecidos.

Frente al Reus, los tarraconenses volvieron a realizar una actuación poco convincente como local. El conjunto rojinegro fue superior. Eso es innegable. Sin embargo, hay dos factores que decantaron la balanza del derbi a favor del Reus. Sencillamente, el Nàstic fue peor con y sin balón.

El primer factor fue el hecho de que el Nàstic tuvo tremendas dificultades para sacar el balón jugado desde atrás con claridad. Todo era demasiado previsible. El Reus lanzó una presión alta con Máyor, Carbia, Yoda, Vítor y Juan Domínguez muy activos tras pérdida. Solo Carbonell aguantaba la posición. Ante este planteamiento, Gaztañaga, Suzuki y Molina solían circular con riesgo en campo propio y terminaban obligados a lanzar el balón largo a un aislado Manu Barreiro.

Además, la medular grana naufragó ante la superioridad rojinegra. Ni Gaztañaga ni Matilla pudieron dar lo que el juego pedía. Faltó criterio. Al primero, le sigue costando batir líneas mediante el pase. Utiliza el pase de seguridad de manera exagerada. A veces conviene arriesgar. Al segundo, la inactividad se le nota. Le faltan minutos en sus piernas para poder volver a ser un futbolista diferencial en la medular.

El segundo factor que inclinó el derbi fue la falta de recuperación de balón por parte de los granas. El Reus trianguló con velocidad aprovechando la superioridad en el centro del campo. Movió al Nàstic de lado a lado. Juan Domínguez, Carbonell y Vítor impusieron su talento. Generaron superioridad en la cocina del fútbol. Sin olvidar  la capacidad para distribuir de Olmo y Atienza desde la retaguardia ni las soluciones que ofrecían Menéndez y Campins con su amplitud en banda. 

Aquello desquició al Nàstic. Persiguió el balón constantemente en algunas fases del partido. Sobre todo en el primer tramo de la segunda mitad, donde el Reus manejó a su antojo. Rodri logró virar el rumbo del partido con la entrada de Álvaro Vázquez y Dumitru.

La entrada del delantero catalán permitió tener dos referencias ofensivas de mayor calibre.  Funcionó. El Reus perdió energía en la presión y el Nàstic le aculó ante el mayor arsenal ofensivo del que disponía sobre el terreno de juego. Además, Álvaro Vázquez tuvo la virtud de saber moverse entre líneas, por no hablar del gran gol que anotó para hacer soñar al Nou Estadi.

En el cuarto de hora final fue un intercambio de golpes producto del cansancio y el ímpetu por llevarse el derbi. La realidad es que Vítor hizo justicia con su gol. El Nàstic fue inferior y volvió a evidenciar que los problemas como local se deben a un factor táctico y mental. 

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