Empate insuficiente del Nàstic ante el Almería (Nàstic 2-2 Almería)

Los granas se adelantaron en el marcador a los tres minutos con un gol de Imanol. Los andaluces remontaron a pelota parada y Manu Barreiro rescató un punto

24 noviembre 2018 17:07 | Actualizado a 02 diciembre 2018 15:45
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El Nàstic se quedó a las puertas de sumar su tercera victoria de la temporada. El equipo grana mejoró en intensidad, competitividad y también en juego, con la aparición de Imanol García y Ramiro Guerra. Pero fue insuficiente para superar a un Almería que se valió de la estrategia, el punto más débil del conjunto tarraconense, para remontar el tanto inicial de Imanol. Manu Barreiro, a rebufo de esa sensación de estar siempre jugando una jornada final, logró romper su sequía para poner el 2-2 y sumar un punto exiguo para el apuro en el que está el equipo. Si aún levanta un poco el ánimo de la plantilla para ganar en Soria se dará por bueno.

Es imposible debutar en un equipo nuevo mejor que Imanol García. Ni tres minutos habían pasado del comienzo del duelo y lograba marcar el primer tanto para el Nàstic. Apenas había tocado dos balones en la zona ancha del terreno de juego cuando vio la oportunidad de pisar área. Abraham distinguió el movimiento del centrocampista a la espalda de la defensa almeriense y la puso con la testa. Una asistencia dificilísima que el navarro remató de primeras al fondo de la red. Un gol que los ‘tardones’, los aficionados que apuran hasta el último momento para salir de casa y que suelen llegar cinco minutos después del pitido inicial, se perdieron.

Imanol se metió en el once con menos de una semana de entrenamientos. Síntoma de la necesidad que tenía el técnico Enrique Martín de introducir savia nueva en el centro de operaciones del equipo. Junto al recién llegado, Ramiro Guerra. Completó la semana de ejercicios de preparación con el grupo y el entrenador ya le vio listo para saltar al ruedo.

Los dos ‘debutantes’ ejercieron de dinamizadores del juego. Le metieron sentido al fútbol rudo, plano y previsible que había exhibido el Nàstic de Martín Monreal en todos sus partidos. Imanol iba a por todas. Aparecía por todas las parcelas del campo. Presionando, en fases defensivas, llegando hasta la propia área si hacía falta, y ofreciéndose incansablemente cuando tocaba atacar. Ramiro ofreció equilibrio y orden en la transición defensiva. Aguantó al equipo tácticamente, al tiempo que le daba salida para iniciar los ataques rápidos.

Pero si hay que señalar a un responsable del cambio del Nàstic ese es Abraham. La incidencia del carrilero en el juego del equipo es enorme. Abre el campo para generar espacios interiores y se incorpora con una capacidad extraordinaria para sorprender al rival. Con el balón en los pies ofrece también mucho criterio, como el mejor de los centrocampistas.

Con el 1-0 el Nàstic mostró su mejor versión hasta la fecha. Competía como nunca, tal y como había pedido el míster en la previa, y llegaba a la portería de René con mucho peligro. Pudo hacer el segundo en varias ocasiones. La presión de Luis Suárez y Manu Barreiro permitían recuperar balones avanzados. El colombiano estuvo egoísta en un mano a mano, con Barreiro solo en el segundo palo. Tampoco alcanzó a un centro lateral que se paseó por delante del portero del Almería. Pero la más clara llegó en el minuto 37. Coris se quedó con la pelota para conducir sin oposición hacia la meta rival. A su lado, esprintaba Luis Suárez. Tenía multitud de opciones. A cuál mejor. Su pase hacia atrás, el único sitio donde no había nadie malversó una acción que podría haber dejado el partido totalmente encarado. Pero todo se giró para mal en cuestión de cinco minutos. Del 2-0 al 1-2. Otra remontada en la cara.

Owona consiguió remontar en dos jugadas de estrategia. Dos remates completamente solos para vergüenza de toda la zaga, especialmente a Fali,  y del portero. La pelota parada es una auténtica sangría de goles. En Málaga Ricca tuvo dos claras y el Zaragoza también marcó en un córner. Cada semana se repite la misma historia. No se entiende y ya aburre.

El Nàstic salió todavía sin acabar de encajar el nuevo escenario. Lo había hecho bastante bien como para irse al vestuario con el marcador en contra. Esa incertidumbre la pudo aprovechar un Almería, que más allá de los dos remates de Owona no había hecho nada para salir airoso del Nou Estadi. Tras el paso por el vestuario los hombres de Fran Fernández supieron romper al rival y sumirlo en un estado de nervios. Luis Rioja y Álvaro Giménez consiguieron rematar a placer pero tiraron desviado.

El conjunto grana se reencontró al cuarto de hora del segundo acto. Curiosamente de estrategia. La sirvió David Rocha con precisión a un Manu Barreiro que sin ángulo enganchó un zapatazo para empatar el duelo.

El Nou Estadi recuperaba el ánimo. El equipo notó el aliento de los más de 8.000 espectadores que se dieron cita en el coliseo grana. No se lanzó a lo loco. El plan se mantuvo aferrado al orden defensivo. Al repliegue prioritario y aguardar el momento. Como el que tuvo Sebas Coris. En la única acción valiente del catalán encaró a su pareja de baile y lo dejó atrás. Se metió en el rectángulo y disparó cruzado. El roce del guante de René impidió culminar la remontada.

La estrategia seguía preocupante. Barreiro obligó a Becerra a intervenir de milagro en un remate en dirección contraria.

El choque se quedó en el terreno de la incertidumbre. El Almería era protagonista pero el Nàstic amenazaba al contragolpe. Enrique Martín recuperó a Uche, al que le dio unos minutos para volver a coger confianza.

Juan Carlos se expulsó en tres minutos y dio energía para buscar el tercero a los locales. El añadido por el colegiado madrileño Pizarro Gómez, tres minutos con un cambio en ese espacio incluido, se quedó corto.

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