Eneko e Iker Pou: «Vamos al monte para escapar de la competitividad exagerada del mundo»

Entrevista a los alpinistas y hermanos Pou, elegidos para la clausura del Cicle de Muntanya de la Diputació de Tarragona 

22 abril 2019 17:14 | Actualizado a 24 abril 2019 07:45
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El Cicle de Muntanya concluyó en el Auditori Diputació de Tarragona con la visita de los hermanos Eneko e Iker Pou. Enamorados del monte, hablaron de la vía Artaburu de Iker en Margalef, de sus recientes escaladas en Mallorca, pero sobre todo de dos expediciones al Polo Ártico. Antes de la charla nos atendieron en una entrevista conjunta con el programa El pont de Mahoma de Tarragona Ràdio para conocer su mirada sobre la montaña.

Suelen escalar por Margalef.

Iker: Es un sitio que siempre nos ha gustado mucho. Hace seis años abrí allí la vía Artaburu que para mí fue lo más duro con diferencia de lo que había hecho hasta ese momento. Había hecho vías de 9a+ pero acabar esa fue un gran alivio porque la había equipado yo y tenía la cabezonería de subirla sin caídas. Me costó mucho encontrar los pasos, pero poco a poco, con prueba-error y mucha pirueta, al final conseguí el sistema. 

Eneko: Es la parte bonita de esa escalada. Hecha desde el inicio hasta el final. No es un trabajo de otra persona que tu hayas visto los vídeos. Él creó esa vía. Vio una vía extrema de escalada deportiva donde nadie la había visto. 

¿Cómo fue por el Polo Ártico?

Eneko: Hicimos dos expediciones difíciles. En la Isla de Baffin en Canadá fue una de dos meses de campo base. Entrábamos por encima del mar, por un fiordo con motos de nieve. Al poco se empezaba a derretir, nos faltó comida, teníamos que esperar dos meses a que se deshelase para que nos pudieran sacar de allí en barcas los inuit y fue una expedición muy dura. 

Y la otra fue en Siberia.

Eneko: El peligro iban a ser los osos y resultó que fueron los mosquitos. Nos comían. Tenemos una foto donde estamos los dos con 200.000 mosquitos alrededor y ya ni nos defendemos. Tiras la toalla, no hay nada que hacer y si me pican pues me piquen, me deformarán la cara pero saldré de esta.

¿Un hermano es el mejor compañero de cordada?

Iker: Hemos escalado de la mano de nuestros aitas desde muy pequeños. Empezamos a escalar juntos y es mucho más fácil entenderte con una persona que has escalado desde el comienzo que con otro compañero. Aunque discutimos mucho, lo arreglamos rápido. Sabemos con la mirada cuando tiene que escalar uno o el otro. Con solo ver la pared, por las características de la roca, no hace falta decir nada, uno le pasa el material al otro y ya sabemos a quien le toca. Es una gran ayuda ser hermanos porque nos conocemos mejor que cualquier otra cordada. 

¿Cómo han logrado convertir esto en un negocio?

Eneko: Se puede vivir de él pero lo mejor es no verlo como un negocio. El monte es una pasión. Algo que te llena, mueve tu vida y con lo que puedes arriesgar tu propia existencia. Si lo ves de esta manera, lo puedes convertir en tu profesión. Sin esta pasión, no habría dinero que pagase este negoció porque se sufre demasiado, hay momentos muy difíciles y estás muy lejos de las personas queridas. 

¿En qué momento de su carrera se encuentran?

Iker: Estamos en un momento de calidad, cada vez mejor. De mucha actividad pero porque nos lo pide el cuerpo. Vamos al monte, de viaje con nuestras historias y lo damos todo en cada una de ellas porque nos apetece hacer esto. 

Eneko: Cuando haces cosas vanguardistas en montaña muchos al principio no lo entienden porque esa gente va a llegar a ese sitio 30 años después. Cuando Royal Robbins y compañía llegan a Yosemite no lo conoce nadie. Eran locos que iban a subirse a una pared de mil metros y han acabado siendo referentes. Algo parecido nos está pasando con vías que hemos abierto en Mallorca y de momento no tienen repeticiones, pero dentro de 15 o 20 años seguro que tendrán repeticiones. 

¿Ustedes marcan su camino?

Iker: La línea general importante de nuestra carrera la marcamos nosotros. El alpinismo ha ido inventando proyectos globales para hacer entendible la actividad: los 14 ochomiles, nosotros hicimos las ‘7 paredes, 7 continentes’, ahora estamos en uno que se llama los ‘4 elementos’. Pero lo importante es la actividad que haces en cada una de esas montañas y que sea de la manera que te gusta. Lo demás es márquetin. 

¿Se plantean algún 8.000?

Eneko: Estuve en el 99 en el Anapurna, en el último 8.000 de Juanito Oiarzabal y estuve a punto de morir. Me marcó en el sentido que de muy joven viví muy clara la posibilidad de morir en altitud. Es una de las razones por las que no hemos pasado de cierta altitud. Todo lo mueve la pasión y en los últimos años hemos estado más dedicados a la escalada, pero no descartamos nada. Hemos nacido con las carreras de los 14 ochomiles, también había mucha tradición en Euskadi y es un tema que nos atrae mucho. Al final los grados o la altitud y estas cosas quizás sean importantes porque dan visibilidad a lo qué estás haciendo pero nos interesa más la aventura.

La escalada será olímpica en Tokio.

Eneko: Somos montañeros románticos, de cuna, de monte de verdad. Nunca hemos sido de deporte de pódium, no va con nosotros. Vamos al monte porque nos ofrece unas cosas muy importantes, como escapar de la competitividad exagerada del mundo. No nos interesa llevar esa competitividad a la montaña.

 

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