Fragilidad alarmante (Lleida Esportiu 1-0 Nàstic)

El Nàstic cae en el Camp d’Esports de Lleida con un gol de Xemi en una primera mitad desastrosa de los tarraconenses. Dos palos impidieron a los granas sumar

29 septiembre 2019 19:12 | Actualizado a 01 octubre 2019 09:28
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Cuando juega bien, empata, y cuando juega mal, pierde. Da igual si es un equipo recién ascendido, de la parte alta o de la parte baja. Si el rival está hecho o a medio hacer. Todos, excepto el Ebro, acaban rascando puntos ante un Nàstic que estrelló dos balones al palo. Hasta la fortuna le ha abandonado.El Lleida no fue una excepción. En 45 minutos se llevó por delante las buenas sensaciones del partido ante el Cornellà. Sometió al cuadro tarraconense en un primer acto desastroso y controló el segundo tiempo sin necesidad de balón. Lo alarmante en el Nàstic es su irregularidad. Cuando encuentra una oposición formada se desmorona. No sabe encararlo. Da lo mismo que el entrenador se rompa la cabeza con modificaciones tácticas. Los jugadores no le acompañan.

Bartolo solo introdujo un cambio respecto al partido ante el Cornellà. No quería tocar más de lo necesario. El equipo rindió a buen nivel, pese al resultado, y necesitaba dar continuidad a ese trabajo para asentar la línea maestra. Sí sentó a Viti. Se lo ganó a pulso el de Mataró en el túnel de vestuarios del Nou Estadi.

Su relevo fue Óscar Sanz. El mediocentro lleva tiempo exigiendo la atención del primer equipo. El curso pasado participó de la dinámica del conjunto que dirigía Enrique Martín, pero no tuvo oportunidades. A Bartolo no le ha temblado el pulso. Cierto es que la necesidad le ha apretado. La demarcación quedó escasa en el mercado de verano y las lesiones le han trastocado aún más los planes de la medular. Pero eso no quita méritos a la decisión de apostar por el canterano.

No se arrugó el de la Pobla. Le echó personalidad para anclar al equipo y ofrecerse como recurso en la salida cuando el Lleida tapaba a Petcoff. Que fue casi siempre. Sin el argentino el Nàstic no encontraba hilo conductor. Los interiores tampoco ofrecían vía de escape y el balón no corría suficientemente rápido de lado a lado para que los carrileros pudieran encontrar espacio para correr. Albarrán y Bonilla carecían del protagonismo que pide el planteamiento táctico.

El Lleida Esportiu se sintió cómodo con pelota. Quizás no sea lo suyo pero no lo hace nada mal. Elaboran lo justo. Ni tan poco como el Llagostera, ni tanto como el Andorra. Lo suficiente para poner a prueba la fragilidad defensiva grana. Tampoco es que sea un desafío. Con superar una línea tienen suficiente los rivales para desordenar al equipo. No hay coberturas que sostengan el sistema defensivo. Aguantó Bernabé sin encajar los primeros errores. Uno de Goldar y otro de Perone que se resolvieron con fortuna para los granas. Mucha fortuna.

Tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió. En realidad, se rompió Perone. Lo destrozó Xemi con un recorte casi sin querer que le libró de incordios para armar la pierna y batir a Bernabé con un tiro fuerte.

El Nàstic apenas se había acercado al área de Pau Torres. Únicamente la estrategia daba para intimidar la zaga ilerdense. Tras el gol, ni eso. Cero ocasiones hasta el descanso, mientras el Lleida se desataba. Ganaba todos y cada uno de los duelos individuales para dar la sensación de jugar con uno o dos más.

El equipo de Molo tiene ese alma de conjunto sólido que adolece el conjunto de Bartolo. Un bloque sindical y concentrado en llevar a cabo el plan establecido. Pudieron hacer el segundo y el tercero ante la apatía grana. No se sabe si podía más el peso anímico de volverse a ver por detrás en el marcador o la falta de ideas para reponerse. Pero el descanso llegó como agua de mayo. Necesario para volver al vestuario a repensar el partido y rescatar las sensaciones del Cornellà. Perdidas en algun lugar de los 100 kilómetros que hay entre la capital del Segrià y la de Tarragona.

A todo esto, Jonathan Pereira se ganó una roja por protestar al árbitro asistente. Una acción similar a la que le costó a Viti la titularidad. Aunque el menudo delantero no goza ni siquiera de ello. Si Bartolo tenía planes para él, se marcharon al limbo.

El nuevo plan en el segundo acto comenzó con un nuevo cambio de dibujo. Goldar se incrustó en la medular como pivote (menudo descubrimiento) para volver al 4-3-3. El enésimo giro táctico de Bartolo funcionó. El Lleida perdió el balón y el Nàstic creció con el paso de los minutos. Bonilla pudo igualar el duelo en un falta que se estrelló contra el travesaño del arco local.

Ese ímpetu inicial visitante se fue apagando y el Lleida demostró que sin posesión también controla los encuentros. Con Liberto amenazando en cada contragolpe.  El banquillo agitó de nuevo al equipo tácticamente para recuperar ese ánimo.  Más que el cambio, ese espíritu llegó con otro balón al palo. Pedro Martín cabeceó un centro excelente de Bonilla que rebotó en la base del poste de la portería de Pau Torres. Ni la suerte se alía con el Nàstic.

El Lleida acabó con diez pero con tres puntos que le aupan al liderato y hunden al Nàstic.

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