Ganarle la partida a la parálisis

Ajustan la canaleta, afinan la puntería y lanzan. La boccia, un deporte similar a la petanca, permite a los paralíticos cerebrales mejorar en concentración y esfuerzo. Así entrenan en La Muntanyeta

19 mayo 2017 22:56 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:06
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A Rubén Coch su apellido le delata en la destreza con el deporte. La saga da lustre y él brilla con la boccia, disciplina paralímpica similar a la petanca que es apenas el único ejercicio que pueden practicar los paralíticos cerebrales. Su padre, Enric, el que fuera portero emblemático del Nàstic en los años 80, le da indicaciones en esta sala del centro de la Muntanyeta, despejada para el entrenamiento matinal. Él responde con un rendimiento asombroso: coloca bien la canaleta y empuja con la ayuda del casco una bola que queda cerca la blanca y le da la victoria en la partida. El ríe y festeja. «Lleva más de diez años compitiendo. Nosotros mismos le hemos ido haciendo la canaleta más adaptable», indica Enric.

Rubén, uno de los pocos jugadores federados en la provincia, compite a un alto nivel, en tanto que veterano, y aspira a títulos, pero esta vez comparte entrenamiento con sus compañeros Cristina, Glòria, Eli o Manolo, que no buscan más que divertirse en este tiempo de actividad física.

Los beneficios son incontables para la decena de jugadores que practican boccia en este centro varias veces por semana. «El trabajo en equipo, el esfuerzo, la tensión muscular, la concentración, ese salirse de la rutina…», enumera David Borràs, auxiliar y monitor. Chiqui es otro de los responsables que organizan las partidas y ejerce de asistente.

Ahora juega Adrià Abadia, que cursa su primer año en la disciplina. Adrià, que también es dj y pincha en salas, está inscrito en la Federació Esportiva Catalana de Paralítics Cerebrals y muestra notorios progresos con la boccia, ese deporte que requiere precisión, fuerza y estrategia. Se juega en varias mangas. La regla principal es que el competidor que deje la bola de color más cercana a la blanca se anotará un punto por cada una de las bolas que se hallen más cercanas a la blanca que la más próxima de las del contrario. A la vez, también hay que tirar con la intención de alejar lo máximo posible a las bolas adversarias. La clave, claro, reside en la posición de la canaleta, esa especie de rampa o tobogán por donde debe discurrir la bola, con más o menos fuerza, hasta saltar al campo y dirigirse a su objetivo.

 

La inclinación y la altura

En competición, cada jugador tiene su asistente, que le ayuda a colocar la canaleta: la posición, más inclinación o menos, más altura, más extensión, toda una suerte de variables de los que dependerá el acierto en el tiro. «Cuando estamos compitiendo no podemos hablar con él. Él decide cómo quiere la canaleta, y nosotros hacemos los cambios, pero todo tiene que ser por iniciativa suya», explica Enric, padre de Rubén y, a la vez, su auxiliar en entrenamientos y torneos.

A fuerza de inversión, tests, perfeccionamiento y horas de bricolaje y carpintería, se han construido una flamante canaleta a su medida que les facilita las cosas en la competición. Recientemente también Dow Chemical ha dado material y uniformes al club.

La imaginación también ha sido clave: un flexo colocado sobre el casco le sirve a Rubén para empujar la bola, en la enésima batalla por plantarle cara a la movilidad reducida de estos jugadores. Usar la mano o la barbilla son otros métodos para conseguir embocar la esfera. El ambiente en el entrenamiento es distendido, animado, feliz. Después del rigor y la concentración en los tiros, vienen risas, celebraciones y, eso sí, algún breve enfado cuando el lanzamiento no sale como debiera.

La boccia se ha convertido en el deporte por excelencia para personas en silla de ruedas pero también con graves afectaciones por parálisis cerebral. Originario de la Antigua Grecia, se recuperó en los 70 por los países nórdicos para adaptarlo a personas con discapacidades. «Las potencias mundiales son Corea y Portugal. Brasil y China también son fuertes», admiten los monitores.

Más allá de rankings y resultados, lo fundamental es el rato de asueto y las virtudes que fomenta. «Desde que empezó a jugar hasta ahora él ha mejorado mucho. Ha habido un gran cambio», reconoce Enric, poco antes de que la sesión finalice. Jaime, Isaac o Cristina, que no compiten oficialmente pero sí han disputado partidas, terminan el entreno contentos, satisfechos de su entrega y emocionados con jugadas y movimientos en concreto, con acciones de valor, propias o ajenas, que les hacen sentirse deportistas. Es la enésima lección de superación en la Muntanyeta, que de la quimera hace rutina a golpe de tesón y trabajo.

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