Gus...tazo

Otro golazo de falta del portugués, en el tiempo de descuento, le ofrece la victoria al Reus en Albacete. Los rojinegros suman 47 puntos y están prácticamente salvados

21 abril 2018 18:52 | Actualizado a 24 abril 2018 16:05
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Se moría la tarde en el Belmonte, entre bostezos y una pelea estéril, cementosa. El Reus envió un misil frontal a la desesperada, ya en el añadido, casi suplicando el final. Edgar Hernández prolongó con la cabeza y la pelota cayó en los pies de Fran, que había conectado una carrera imposible. Fran desafió a la naturaleza entre dos rivales de rostro imponente. Le encantan las causas perdidas. Ganó por esa pillería que heredó en el barrio. Fue más listo que el hambre. Cuando se dispuso a acabar su gesta cayó derribado por Chus Herrero, justo en la frontal. En el límite del bien y del mal.

Gus tomó la pelota con una determinación asombrosa. La acarició, la mimó, le susurró al oído. Vítor le acompañó para despistar en ese tiro directo. Ledes soñó un millón de veces con un final como el que escribió en Albacete. Con la zurda, acompañó el balón hacia la red con algo de suavizante y una curva maravillosa. Gus paralizó el tiempo y encendió Reus. El gol fue como una melodía de Bob Marley. Tan bello que el colegiado prefirió que no se jugara más.

Gus Ledes ofreció un tesoro que vale la permanencia. Una sonrisa en una tarde incómoda. Un monumento a la belleza. El Reus impulsa su camino en el fútbol profesional por segundo año consecutivo. Si no hay un destrozo inimaginable que lo impida.

El Alba no te avasalla por juego, lo hace por acoso y derribo. Su fútbol resulta tan arcaico como lícito. No lo fabrica para iluminar los ojos de los niños, sólo para acumular méritos resultadistas. La propuesta evita la transición, casi desprecia a los mediocampistas. El Alba no menosprecia las batallas en las alturas, los balones que caen del cielo son argumento, no recurso. Segundas jugadas, caídas y disputas. Conquistar tierra movediza. Así aculó al Reus en el amanecer. Los rojinegros se aburren en el rasca y pon, prefieren el violín, pero su enemigo proponía mancharse en el barro. Mal asunto.

 

En realidad, el primer tiempo fue un dolor de muelas. El Reus no progresaba con la pelota, su instrumento más expresivo. Iniciaba el juego muy atrás y veía a Máyor, la referencia, a una distancia sideral. Observó, en cambio, como el Albacete le enseñaba sus armas. Arroyo, una de ellas. Inauguró la tarde con un remate escorado que obligó a Badia. Más temprano de lo que el arquero imaginó. Escupió la pelota. Necesitó emplearse con un cabezazo de Zozulia poco después. Arroyo, otra vez, había servido con sutileza.

El Reus sobrevivió a la fatiga psicológica a la que te somete el Albacete sobre todo gracias a una aparición supersónica de David Haro. Carbonell había cazado una pelota sin dueño en tres cuartos de cancha y se desplegó. Se arropó en el criterio para esperar a que el pequeño diablo llegara y le cedió el balón con ventaja. Ya en el área, Haro amagó hacia adentro y recortó hacia fuera. El disparo, con la zurda, chocó en Guffour, providencial. Se manchó el pecho de cal.

En todo caso, los rojinegros conquistaron el respiro aliviados porque consiguieron alargar sus posesiones. No sólo empleaban su esfuerzo en trámites defensivos. Una noticia fascinante.

El Reus logró desactivar el exceso de energía del Alba. Mandó el partido al congelador, sobre todo porque secuestró el balón. Sin hacer mucho ruido en ataque, pero, por lo menos, no sintió agobio. Yoda disparó desde la frontal a las manos de Tomeu en una de sus aventuras imprevisibles. Es capaz del cielo y del infierno. Poco después, Miramón se creyó rascacielos para cabecear un saque de esquina. Se le marchó al vecino del sexto. El juego, por aquel entonces, ya carecía de vértigo. Se inundó de monotonía.

El arreón final del Alba no asustó al Reus, conocedor de lo insoportable que iba a convertirse la agonía. La épica local se convirtió en mucho ruido y pocas nueces. Pichu y Tito, ayer guardianes rojinegros, completaron una actuación profesora. No concedieron nada ante tal armamento sin descanso. Luego apareció Ledes. Lo suyo fue un Gus…tazo.

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