Hegemonía estéril (Córdoba 2 - 0 Nàstic)

El Nàstic cae en el Nuevo Arcángel, donde controló la posesión y tuvo ocasiones para sumar algún punto, sobre todo en la segunda parte. El Córdoba con dos llegadas en la primera firmó el triunfo

19 mayo 2017 21:22 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:18
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Los puristas de cualquier arte aman una obra atractiva, hecha desde el mimo. Otras, de menos elaboración son más transgresoras. En fútbol es constante observar ese choque de estilos. El Nàstic suele ofrecer un juego de cocción lenta, superando progresivamente las líneas rivales e impone su supremacía sistemática sobre el contrario. Sin embargo existen equipos, sobre todo en Segunda División, que aparentan inocencia y te abaten en el peor instante. Uno de ellos es el Córdoba. Hallan el premio en la verticalidad. Son expertos en esa cátedra. La sufrieron los grana en el Nuevo Arcángel. Insistieron de todas las maneras inimaginables los tarraconenses, pero los blanquiverdes, con dos hachazos, decapitaron todas sus leyes.

Vicente Moreno modificó la medular grana de los últimos compromisos. El trivote desapareció y dio paso al doble volante de las primeras jornadas. La figura de pivote defensivo ejecutada por Molina se esfumó del once. Tejera y Rocha serían los encargados de la creación. Sin duda, un planteamiento arriesgado con esas dos piezas de carácter ofensivo. Sobre todo viendo la entidad del contrario, que si de algo puede presumir es de pegada. Pero las recientes actuaciones del triángulo en la media ante el Athletic B y el Numancia no han convencido al técnico valenciano. Recuperó la fórmula de origen.

Atrás, todo iba sobre lo previsto, Calavera, Bouzón, Marí y Mossa. Aunquedelante, Rayco recuperaba su posición favorita, la de mediapunta. Emaná esperaba en el banco. En un escenario tan ancho como el Nuevo Arcángel resultaría crucial que el canario conectara con Jean Luc y Naranjo, en los costados, y Álex López, en la punta.

La tarde no pudo tener un inicio peor. El Córdoba encontró oro sin mapa ni brújula. Un balón volador desde la izquierda lo cazó Fidel en el segundo poste con un toque calibrado. El cuero quedó sin pulso en el pico de la pequeña. Con la calidad que caracteriza a los zurdos sibaritas batió a Reina por bajo.

El contratiempo no desbarató los planes de Vicente Moreno que siguió firme en su sistema. Sus pupilos le darían la razón. Al poco, la posesión era del Nàstic, que atrincheró a los andaluces.

Los grana no hallaban el resquicio para culminar los ataques. Los blanquiverdes se replegaban de maravilla. Habían tejido una manta de piernas irrompible. Rocha y Tejera insistían pero no veían el espacio. No existía. Apenas una pelota que Naranjo apuró hasta la línea de fondo para ponerla dentro y otro centro del onubense para Álex López, que cabeceó fuera, inquietaron el Arcángel, con sus más de quince mil voces cantando al mismo son.

Resultaba perplejo. Su equipo apostaba por un estilo completamente catenaccio, en cambio los ánimos no cesaban. Alababan la destrucción del juego. O al menos eso querían hacernos creer a los forasteros. En el milésimo balón escupido por la zaga andaluza, Florín lo pescó. Con el primer control anuló a Bouzón, encaró a Pablo Marí para hacerle caer en su trampa y meterle el túnel. Desde la media luna calculó la salida del portero Reina y la clavó sin alterarse ni una pulsación.

En la reanudación el Nàstic vio cómo el rival mordía arriba. Casi desaparecido en el primer acto en ataque, el Córdoba fue más profundo. Los grana aumentaron la velocidad en las transiciones. Quizá cogiendo desprevenido al contrario a la contra aprovecharían algunos espacios. Las tres flechas disparadas hacía la diana eran Álex, Jean Luc y Rayco. Se pisó área con facilidad. Primero, Rayco en el vértice izquierdo se giro y soltó la diestra pero el chut no puso en apuros a Razak. En otra, Jean Luc, siempre eléctrico, se internó en el área y la cedió rasita. La bola se paseó anárquica y cuando llegaban Emaná y Rayco, Rodas achicó el peligro. Y en la tercera, Pablo Marí peinó un córner que un zaguero repelió en el poste largo.

A todo esto, el Córdoba disimulaba cierta tranquilidad. Su renta le permitía el lujo de medir sus acciones más allá del centro del campo para recuperarse físicamente. Los grana comandaban la pelota pero el cansancio y las prisas generaban huecos en la media. Los locales superaron tres cuartos con cierta frecuencia. Pero cualquier intento desde el balcón de la grande lo salvó Manolo Reina. Pedros Ríos y Florín forzaron sendas estiradas a la derecha del guardameta de Villanueva del Trabuco, sin miramientos.

 

Conexión balear

Vicente Moreno dio entrada a piernas frescas que aportaron ritmo en ataque. Xisco Muñoz y Marcos fueron los elegidos, mientras Emaná ya hacía rato que actuaba cerca de los arietes. La conexión balear no tardaría en dar sus frutos. Marcos rescató un centro de Mossa al segundo palo. El de Pollença vio por el rabillo del ojo como Xisco Muñoz subía como un avión. Se la dejó de cara para su aterrizaje. Con todo a su favor para marcar, el de Manacor la envió a las nubes.

El tramo final resultó un acoso grana. Apuntaron al marco de Razak. Pero de nuevo, las balas eran de fogueo. Rocha desde la lejanía lamió la madera con un trallazo y Emaná le pegó mordido con la zurda tras un testarazo de Bouzón. Ya estaba todo decidido. Parecía imposible repetir la gesta ante el Albacete, cuando se remontaron dos goles en un suspiro. El añadido todavía dejó dos llegadas locales más. Markovic la estrelló al travesaño y Pineda se topó con Reina. Fue el cierre de una cita que empezó mal desde el principio. Por mucho que después se intentara arreglar, ya no hubo manera. En definitiva, una tarde en la que la hegemonía grana fue estéril para obtener la victoria. El Córdoba se rebeló y dio el golpe de estado.

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