Helder secuestra la Supercopa

El gol fantasma que inauguró la final de la Ilerna Online Supercopa coronó una excelente presentación del Reus. Julià, Bancells y Marín triangularon con excelencia en un tres para dos que acabó con Romà por los suelos y un remate final de Marín que perforó a Egurrola lloriqueando. Los colegiados no vieron cómo esa pelota superaba la línea del bien y del mal y el Reus lo reclamó a voz en grito. Incluso el penalti previo a Bancells. Los jueces no concedieron ni lo uno ni lo otro.

En todo caso, los de Garcia decidieron no consumirse en la pena de esa injusticia y alcanzaron el punto de superioridad para acariciar la ventaja. Una azul a Bargalló permitió a los rojinegros merodear el gol, aunque Egurrola sujetó al Barcelona. No es noticia. El Pulpo lleva sujetando al Barcelona casi dos décadas. Ha logrado transformar lo extraordinario en rutina. Primero adivinó la directa de Julià y luego utilizó su cuerpo para que los disparos del Reus colisionaran en él sin desmayo. Agradeció que uno de sus postes evitara el gol de Àlex Rodríguez. 

Dio la impresión que a los de Garcia se les había marchado una oportunidad idílica, porque el Barça recuperó la igualdad numérica y la rotación, extensa e inacabable en recursos, le mejoró el rostro.  La final, por aquel entonces, ya respondía al guión esperado. Con el Barça en su plan de desgaste físico al rival y el Reus cosiendo sus ataques al milímetro. Menos vértigo y más cerebro con respecto a la semifinal. 

Los azulgranas accedieron a la ventaja con un bloqueo y continuación que culminó Helder Nunes a una mano al cuarto de hora.La definición fue tan extraña como eficaz. El 1-0  reforzó la autoestima del miura culé, que se marchó al intermedio con dos postes en su repertorio de disparos y aliviado después de un arranque titubeante.

Pablo Álvarez también halló razones para reclamar una decisión colegial después de culminar en el poste largo un maravilloso servicio de Alabart. Ese pase, entre un millón de piernas y sticks, parecía imposible. Alabart lo humanizó. El 2-0 no subió al marcador porque De la Hera y Sandoval interpretaron que Pablito convirtió con el pie. Más madera. El desenlace se había abierto.

El Barça encontró en el stick de Helder Nunes, un francotirador infalible, el valor del gol y a un actor determinante. El luso se conformó con el papel de rotación en el plan de partido de su técnico, Edu Castro, pero decidió que la final iba a contar con su pincelada. En realidad resultó la diferencia. Helder culminó el 2-0 justo después de que Marín no acertara desde el punto fatídico de la falta directa. Sin colmillo en ese registro se hace casi imposible vencer al Barcelona. La concesión dispone de un precio altísimo. Y Nunes pasó la factura.

La rebeldía de Marín provocó que el Reus viera luz donde solo había tinieblas. En una transición, el atacante reusense se perfiló para la cuchara y arrastró al ángulo de Egurrola. Había final o eso se atisbaba. Sólo hasta que Helder dijo que no. Su disparo desde media distancia dejó la distancia en 3-1 con poco más de 15 minutos de vida.

El Reus tuvo alma para acudir a la épica, pero topó con el militar espíritu colectivo del Barcelona, que exhibió un nivel defensivo monstruoso. Es asombroso como esa constelación de estrellas se aplica en la intendencia. No permitió sospechas ni contratiempos. Ni siquiera cuando los rojinegros, ya a la desesperada, sacrificaron a su portero para sumar un jugador de pista. Les salió rana, porque cometieron la décima falta y Bargalló, a 27 segundos para el finiquito, decoró el resultado con el 4-1. En realidad, Helder había secuestrado la copa mucho antes.

Ficha Técnica

FC Barcelona: Egurrola, Alabart, Pablo Álvarez, Bargalló y Panadero. También jugaron: Rodrigues, Nil Roca, Nunes y Pascual.

Reus Deportiu: Càndid Ballart, Bancells, Marín, Salvat, Julià. También jugaron: Àlex Rodríguez, Castro, Nájera, Ferran Giménez.

Goles: 1-0, Helder Nunes (15'), 2-0, Helder Nunes (34'), 2-1, Marín (35'), 3-1, Helder Nunes (36'), 4-1, Bargalló (49').

Árbitros: De la Hera y Sandoval. Azul para Pau Bargalló.