Hockey Calafell: 'El día que mi equipo no juegue el hockey que me gusta, me iré'

Sergi Macià seguirá dirigiendo la nave del Café Crem Calafell la próxima temporada. Así lo ha comunicado el club ya de forma oficial. También se ha comprometido su ayudante, el cambrilense Ricard Notario. Este cuerpo técnico ha logrado la permanencia virtual con el equipo calafellense y ya puede trabajar en la planificación de la próxima plantilla.

En este sentido, Macià tiene claro que «confío mucho en los jugadores que tengo ahora y vamos a intentar mantener el núcleo del actual equipo. Antes de hacer algún movimiento quiero saber sus intenciones». En cuanto a la llegada de posibles refuerzos, el entrenador barcelonés es realista. «Vamos algo tarde y es difícil. Estaremos atentos al mercado por si surge alguna posibilidad de mejorar lo que tenemos».

Macià tampoco esconde los motivos de su renovación. «Desde que llegué he notado que la junta gestora quiere hacer cosas importantes. Me han tratado muy bien y me siento muy a gusto en Calafell». El míster verdiblanco añade además que «en el trabajo me he sentido respaldado. Yo tengo claro que el día que mi equipo no juegue el hockey que me gusta, me iré. Hasta el momento eso no se ha dado. Puede pasar uno o 10 años. Veremos».

Un estilo definido

Y es que Macià siempre ha mostrado predilección por el hockey de ataque. «Más allá de los resultados quiero que me equipo sea atrevido», insiste. Por momentos, el Calafell ha mantenido una seña de identidad que la ha dado frutos, siempre consciente de sus limitaciones.

Su entrenador asegura que esa filosofía la aprendió en «mis años en el Barça. Es un híbrido entre Carlos Figueros, Quim Paüls y Fernando Pujalte. De Quim aprendí mucho y con Fernando fui un alumno aventajado».

El proyecto calafellense girará entorno ahora en la renovación de lo jugadores importantes del actual plantel. Algunos, como Arellano, Pol Galbas o Ferran Rosa, pueden tener mercado, aunque desde la entidad se confía en poder contar con ellos de cara al próximo curso.

Las dificultades económicas por las que atraviesa el Calafell pueden convertirse en otro hándicap, aunque la junta gestora ha logrado esquivarlos con cierta habilidad hasta el momento.