Huesca-CF Reus (1-1): Gus es el rey de la agonía

Otro gol del centrocampista portugués en el alambre rescata un punto para el Reus en Huesca. Los rojinegros suman ya seis jornadas sin conocer la derrota

10 octubre 2017 21:31 | Actualizado a 12 octubre 2017 18:28
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Gus compareció en el balcón del área consciente de que ese remate le iba a colocar en el corazón de los hinchas. Caía muerta la pelota, en la épica de un Reus que había enviado a la basura situaciones clamorosas. El centrocampista congeló el tiempo con una maniobra maravillosa. En lugar de acudir a la violencia, perfiló el cuerpo para el golpeo con la derecha, su pierna menos buena. Dio igual, aquel balón tomó rumbo a la red sin sospechas, con una curva deliciosa. Fue como escuchar al amanecer el ‘Siempre brilla el sol’, de los Lori Meyers. Las pinceladas de Ledes no sólo suman botín, también instalan borrachera emocional. 

A todo esto, el Reus mereció el punto de antemano. En su diccionario no existe la palabra rendición. La última media hora del equipo en Huesca resultó un formidable relato de aventuras. Sometió a un asedio sin cuartel al enemigo. Careció el Reus de lo que siempre carece, aunque ese espíritu de supervivencia que ha secuestrado su ADN, asombra.

Las rotaciones
Garai aireó al equipo con nombres que refrescaron el plan. Carbonell, Cámara, Borja, Edgar Hernández e Íñiguez precisaban reivindicar su día a día en una plaza con aroma añejo y mil ojos a sus espaldas. El análisis iba a resultar minucioso. El perdón con los que suelen atraer menos al foco no contiene ni una gota de clemencia. El riesgo que tomó el técnico, abrumador.

En todo caso, el Reus pareció amanecer con personalidad. Se acercó a Remiro con medio colmillo. Primero gracias a un centro de Menéndez que no alcanzó Edgar, en la boca del lobo, en zona de éxtasis. Ricardo, el portugués rebelde, ejecutó acto seguido desde media distancia. Murió el intento en las manos del arquero del Huesca. 

En realidad, el juego amagó en desnudar trincheras porque los dos protagonistas aman el protagonismo. No ven demasiado bien eso de refugiarse y esperar. Ferreiro utilizó la testa para un remate acrobático cerca del cuarto de hora, en la primera del Huesca. Y si el Huesca empuja no queda más remedio que rezar y estar juntitos ante la emboscada

El Reus no abandonó sus hábitos de intendencia. Se presumía crucial para sobrevivir en El Alcoraz, un escenario a pleno sueño de récord. Apretó el Huesca, con más empuje que destreza, con misiles lejanos y energía en las disputas. Jamás generó veneno. Badia no escogió disfraz de superhéroe, pero el equipo no respiraba con el balón. Descansaba poco con él.

Solo cerca del respiro, El Alcoraz observó cómo asomaba una versión Beatle del Reus, que tosió ante el agobio con firmeza. Carbonell confirmó los buenos pasos del equipo. Conquistó el área y ejecutó sin avisar. Remiro andaba vivo. La atajó y no ofreció segundas opciones. Pichu, medio segundo después, cabeceó tras una estrategia. La pelota besó la madera. Los dos mordiscos no sólo aliviaban, enseñaban caminos. 

Oxígeno para el equipo
No esperó Garai en oxigenar el once ante la insistencia física de un Huesca, que te ahoga con la receta del acoso y derribo. No emociona con el juego, pero va y va, poderoso. Tito y Querol ofrecieron piernas y cerebro para mantener el tipo en el primer bocado del segundo acto. Gus, justo antes, había mandado al cielo un disparo desde la frontal. 

A pesar de ello, el movimiento del ajedrez de Rubi cultivó  flores sin previo riego. Sus rotaciones ya provocan tembleque con el nombre y el dorsal. Ingresaron Vadillo y Gallar. En su primera comparecencia descosieron al Reus. Por la derecha progresó Vadillo, que profundizó para el Cucho, esta vez generoso en su decisión. Cedió el caramelo a Gallar, desplegado en el punto fatídico. De primeras golpeó al Reus.

En Huesca seguramente desconocían que en el Reus no se entiende de imposibles. Nadie regala media hora por capricho. Ni siquiera Joan Maria y Elías, los utilleros. Miramón, Querol y Edgar Hernández, tampoco. Los de la vieja guardia estiraron al Reus cuando volaban palos y piedras. Querol mandó un disparo al poste tras recibir en profundidad de Edgar. Éste definió mal en área chica, cuando se hallaba solo. El ‘7’reusense se exhibió de nuevo en los 100 metros lisos. Se plantó ante Remiro y éste se la escupió con el pie. El gol se intuía pero no acababa de llegar. Sólo Gus guardaba la receta. Otra vez él.

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