Joaquín Vilallonga, adiós a uno de los más grandes

Fallece a los 73 años el legendario defensa medio del Reus Deportiu . Su fichaje, junto a su hermano Juan María y al portero Santi García, marcó el inicio de la época dorada del club

01 septiembre 2017 18:14 | Actualizado a 10 noviembre 2017 08:51
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Joaquín Vilallonga Renom (Barcelona, 1944) llegó al Reus Deportiu en 1964, acompañado por su hermano Juan María y  por su amigo de la infancia el portero Santi García. Junto a Joan Sabater y Josep Maria Rabassa formaron el núcleo inicial del equipo que iba a dominar el hockey español, europeo y mundial en la década siguiente. En Reus, Vilallonga II –como fue conocido deportivamente– forjó su leyenda y la de aquel gran equipo, con el que ganó seis Copas de Europa (1967-72), siete Ligas, cuatro Copas y un Mundial de clubes. Su vida se apagó en la madrugada de ayer, a los  73 años, a consecuencia de un cáncer. Su delicado estado de salud ya le había impedido estar presente el pasado mes de mayo en la presentación del libro sobre la historia de su Reus Deportiu.

El funeral se celebrará hoy a las 14 horas en el Oratori de Sant Gervasi de Barcelona.

Del Barça al Reus
Con Joaquín Vilallonga se va uno de los más grandes del hockey. Formado en los Jesuitas de Caspe, inició su carrera en el Barcino y el Fútbol Club Barcelona. En el Barça, donde jugaba de delantero, coincidió una temporada con Joan Sabater, circunstancia que propició su fichaje por el Reus dos años después. En el equipo reusense pasó a ejercer de defensa medio, posición para la que le había descubierto el seleccionador nacional. Con la camiseta rojinegra y el número 2 a la espalda, Joaquín Vilallonga se convirtió en un jugador colosal.

‘No he conocido un compañero igual’, explicaba ayer
entre lágrimas Joan Sabater

Su consistencia defensiva, su potencia física y su demoledora capacidad goleadora fueron claves para cimentar la época dorada del Reus Deportiu. Joaquinucho dejó su impronta en todas las grandes noches del equipo. En el famoso partido de ida de la final europea de 1969, en que el Reus aplastó al Benfica del gran Livramento con un impensable 7-1, tres de los goles llevaron su sello. En la semifinal de la Copa de Europa de 1970, cuando el Reus necesitó su primera remontada, contribuyó con cinco tantos al 9-5 que los rojinegros endosaron al Oporto. Y en la mítica final de 1972 contra el Novara, en la que el Reus debía levantar ocho goles de desventaja, enchufó tres tantos consecutivos que contribuyeron decisivamente a la gesta.

Fue además un defensa de carácter. Su posición en la pista le emparejó con Livramento en los duelos contra el Benfica o la selección portuguesa, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para el genio del hockey lusitano.

Uno de los episodios más recordados de su carrera ocurrió durante la semifinal de la Copa de Europa de 1971 en Lisboa.

Con el partido y la eliminatoria ya decididos para los rojinegros, un jugador portugués le abrió la cabeza con un golpe de stick. Al percatarse de la sangre, Vilallonga se levantó y empezó a perseguir a su rival ante la incredulidad de los miles de enfurecidos espectadores que abarrotaban el pabellón. Fue la chispa que desencadenó una invasión de la pista y una batalla campal que quedaron para la historia negra de este deporte.

Cuatro títulos mundiales
Junto con Joan Sabater y Santi García –fallecido el año pasado– formó también la base de la selección nacional, con la que se alineó en 123 ocasiones y ganó cuatro Campeonatos del Mundo. Estos triunfos internacionales tuvieron una enorme repercusión en la España de la época, un país donde el hockey era entonces el único deporte de equipo capaz de conseguir un título mundial.

Tras nueve temporadas en el club rojinegro, volvió al Barça  en 1973, donde se convirtió en el primer jugador en ganar la Copa de Europa con dos equipos diferentes, aunque acabó regresando al Reus para finalizar su carrera en 1978.   

Joan Sabater, su compañero en mil batallas en el Reus y en la selección española, recordaba ayer que Joaquín Vilallonga marcó un antes y un después en la posición de defensa medio, «en la que la sido uno de los mejores, sino el mejor, de la historia del hockey. Y es sin duda uno de los más grandes jugadores de la historia del Reus Deportiu». Sabater, capitán de aquel equipo, explicaba entre lágrimas que «no he conocido un compañero igual, defendía al equipo como nadie y era una persona entrañable y un padre de familia ejemplar».

Josep Maria Rabassa, con quien formó la defensa rojinegra durante doce temporadas y compartió un sinfín de peripecias por todas las pistas del país, comentaba que «era buena gente, noble. Un buen padre. Estuve muchos años con él. Luego, cuando dejamos de jugar, perdimos el contacto. Como jugador era un defensa de ataque, muy comprometido siempre con el equipo. Nos ayudó y nos aportó muchísimo».

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