Jordi Calavera debuta en Primera de la mano del Eibar

Fútbol. El lateral de Cabra del Camp disputó sus primeros minutos en Primera con el Eibar

10 mayo 2019 11:48 | Actualizado a 10 mayo 2019 11:55
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El sueño de Jordi Calavera (Cabra del Camp, 23 años) cuando empezó a patear una pelota en la Escola de Futbol Valls no era muy distinto al que tenían muchos niños de su edad. Todos se imaginaban codeándose con las estrellas de Primera División. Una fantasía que solo unos pocos logran hacer realidad.

Jordi lo consiguió el pasado fin de semana. Por fin, después de angustias, lesiones, cesiones y un sinfín de impedimentos inesperados, el mediano de los Calavera alcanzó la meta. Entre la ovación de la grada de Ipurua (Eibar), el zaguero tarraconense ingresó en el terreno de juego para jugar sus primeros minutos en LaLiga Santander. 

«Me ha costado mucho llegar. Muchos entrenamientos, tardes en el gimnasio, decepciones cuando no juegas o te sientes mal, etc. De golpe, todo ese esfuerzo cobra sentido. Un sueño que tienen todos los niños y que yo he podido cumplir», relata Calavera. 

Un premio personal y familiar. Jordi no se olvida del esfuerzo y malabarismos de su padre, Josep Maria, y su madre, Clara para que pudiera cumplir con sus deberes escolares y futbolísticos. «Ellos han sufrido conmigo todo el proceso. Recuerdo cómo me llevaban al Nàstic y se quedaban durante todo el entrenamiento para llevarme de vuelta a casa después, perdiendo horas de trabajo que luego tenían que recuperar», cuenta el zaguero de Cabra del Camp.

Momentos que pasaron por la cabeza de Jordi en el mismo instante en el que el cuarto árbitro levantaba el cartel electrónico con el dorsal ‘2’ de Jordi Calavera en verde. El tiempo reglamentario ya se había cumplido y el Eibar vencía al Real Betis por la mínima (1-0) José Luis Mendilibar buscaba arañar tiempo al reloj.

Ahí estaba Jordi. Esperando su momento. El técnico sabía que el lateral lo merecía. Le había visto decepcionado demasiadas veces. Cuando le mandó a préstamo a Lugo para madurar como jugador en el primer año de su llegada a Gipuzkoa. Jordi la rompió en el Anxo Carro que aún rememoran sus galopadas.

Mendilibar tampoco le pudo garantizar minutos un verano más tarde. El lateral de Cabra, resignado a tener que demostrar de nuevo su talento en la categoría de Plata se afilió al Sporting de Gijón. Volvió a salirse.

El Molinón no le olvida y cada vez que tiene oportunidad le pide que vuelva. Ese cariño que se ha granjeado Calavera en Galicia y Asturias (que curiosamente le niega una parte de la hinchada de la que él, siempre lo ha dicho forma parte, la del Nàstic) quedó patente en otro de esos momentos injustos que ha sufrido Jordi, la lesión en el estadio gijonés en un partido de Copa del Rey.

Era su debut con la zamarra armera. Lo hacía en un terreno conocido donde la afición le adoraba aunque vistiera en esa ocasión los colores del rival. Sus lágrimas de dolor y rabia por volverse a romper a los 8 minutos de juego, mientras el Molinón le aplaudía como si fuera uno de los suyos no podrá olvidarlo.

Era una nueva prueba más a sus resiliencia. Los problemas físicos han impedido que el defensor del Alt Camp haya competido por el puesto. Cuestiones que espera haber podido dejar atrás de una vez por todas.

Fueron apenas unos instantes los que pudo participar en el partido antes de que el colegiado señalara la finalización. Pero suficiente para quitarse el peso de no haber debutado aún y poder sentir lo que es ser jugador de la máxima división española.

«Al principio no sabes dónde estás. Tanto tiempo esperándolo que te apabullan los sentimientos», señala el futbolista que espera «vengan muchos partidos más».

El futbolista tarraconense todavía tiene contrato con el Eibar. Desconoce lo que le deparará el futuro, pero sí sabe que mantendrá el mismo rumbo. No se contenta con debutar. Jordi salió de Cabra del Camp para hacerse un hueco entre las estrellas. De momento, la pasada jornada ya dio el primer gran paso.

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