Jordi Garcia y el mérito de reconstruir

El técnico del Reus Deportiu Miró ha reformado el equipo con talento joven tras la marcha de todas las estrellas. El título de la Supercopa reafirma y consolidad el proyecto

16 septiembre 2019 15:30 | Actualizado a 19 septiembre 2019 10:05
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Jordi Garcia (Reus, 1973) tomó las riendas del Reus Deportiu Miró durante el verano de 2017 con la intención de ofrecer continuidad al bloque que acababa de salir campeón de Europa. Dos años después, ningún actor del quinteto titular de aquel equipo histórico permanece en el club. Primero, Pedro Henriques (Benfica) y Matías Platero (Sporting) y luego Raúl Marín (Sporting), Marc Torra (Oliveirense) y Albert Casanovas (Benfica) emigraron hacia el goloso hockey portugués, que ha invertido casi de forma faraónica en las estrellas del campeonato español. 

Seguramente, el Reus se ha convertido en la víctima más terrible de esas operaciones, algunas a base de abonar cláusulas de rescisión. También Garcia, que ha necesitado reconstruir el equipo y no con el talonario como recurso. El técnico ha precisado de ingenio en medio de la escasez.

El Reus, sin una tesorería abundante, decidió dar oportunidad a jóvenes talentos para que impulsaran sus carreras en el templo. Logró renovar a Àlex Rodriguez y al arquero Càndid Ballart y además firmó a Marc Julià (Bassano) y a César Carballeira (Liceo). Después de un año de trabajo en silencio y de poca recompensa, hoy estos actores se encuentran totalmente revalorizados en el mercado, hasta el punto que el club necesitará de un esfuerzo para intentar conservarles. 

Para el nuevo desafío, la entidad solo ha modificado una pieza en su plantilla. Ha cambiado a Cristian Rodríguez (Caldes) por otro precoz, en este caso Pablo Nájera (Vendrell), que se ha presentado en la ciudad con sólo un curso de experiencia en la élite. La fe en el proyecto se ha mantenido intacta. 

Más allá de gustos e ideales hockísticos, Jordi Garcia ha realizado una labor indiscutible bajo el mando de la plantilla. El éxito de la Supercopa, este fin de semana, ha consolidado una propuesta que ha tardado solo una temporada en alcanzar frutos. Sin star systems ni exceso de calidad en el plantel, el entrenador del Reus ha diseñado un plan basado en el colectivo. Los dos partidos en Igualada lo han distinguido. La final ante el Barcelona (3-2) hace mayor ruido por el significado que tiene ganar al eterno enemigo, cargado de nuevo de figuras mundiales, aunque la obra maestra apareció un día antes, en la semifinal ante el Liceo (4-2). El Reus tocó en ese partido la plenitud de sus intenciones. Presentó credenciales como equipo hecho, totalmente saturado. Probablemente jugó su partido más completo en mucho tiempo.

El ideario se arropó en un nivel defensivo deslumbrante y fortaleció los automatismos colectivos que el Reus había inaugurado unos meses antes, en el inicio del camino. Fue, más que nunca, una escuadra equilibrada. Realista. En ataque eligió bien cuándo descubrirse y cuándo protegerse. Compitió como un ejército y levantó el primer título de la nueva era

De Bancells a Del Río
Existen dos extremos en la actual realidad rojinegra que identifican hacia dónde camina el Reus. Por un lado, Romà Bancells dio un clínic de fundamentos tácticos. Es la experiencia, el jugador más consolidado. La pasada temporada, las lesiones le maltrataron y le privaron de impartir magisterio. Cuentan en el club que este verano se ha machacado para regresar en la mejor condición. Bancells es la brújula que muestra la salud real del equipo. 

Mientras, Pablo del Río, ha soplado aire fresco, la aparición inesperada. Un fichaje imprevisto. Dispone de 18 años y ha comparecido en la élite con una naturalidad asombrosa. Se le intuyen condiciones diferenciales en la posición de interior, en la pista se expresa como un diablo. Hace apenas seis meses actuaba en el segundo equipo rojinegro, en Primera Catalana.

Las cualidades individuales del joven jugador gallego no han pasado desapercibidas para Garcia, que le ha puesto a jugar con valentía, a pesar de los riesgos que supone dotar de tanta responsabilidad a un niño falto de poso. La respuesta de Del Río ha resultado tan natural como su mismo rostro. Parece que ni se inmuta. En la final de la Supercopa se desenvolvió casi sin pestañear. A la altura de expertos rockeros como Salvat y Tiago. Todos ellos componen una banda que ilusiona, bajo el mandato de Jordi Garcia.

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