Krzysztof Wielicki: «Mi gran éxito es que sigo vivo»

Alpinismo. Entrevistamos al quinto hombre en coronar los catorce ochomiles, una eminencia del alpinismo que ha visitado Tarragona dentro del Cicle de Muntanya

06 marzo 2020 19:40 | Actualizado a 07 marzo 2020 08:34
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Hablar de Krzysztof Wielicki es hacerlo de una leyenda viva. Fue pionero de diferentes formas de alpinismo como la invernal, las escaladas relámpago y las ascensiones en solitario. En 1996 coronó el Nanga Parbat y se convirtió en el quinto hombre en ascender las catorce cimas por encima de los ocho mil metros. Con setenta años, el alpinista polaco ha visitado esta semana por primera vez Tarragona dentro del Cicle de Muntanya en su conferencia La meva elecció y nos ha atendido en una entrevista con la colaboración de El Pont de Mahoma de Tarragona Ràdio.

¿El alpinismo es una pasión?

La pasión no se puede comprar, aunque a menudo tiene que ver con la genética. Yo no pensaba que me dedicaría al alpinismo, pero un día vi unas personas escalando y me interesó. Ya tenía veinte años, entonces subí una montaña y cuando llegué a la cima me di cuenta que era a lo que me quería dedicar. A partir de ese momento nació mi pasión que además es un privilegio porque en otros deportes con treinta o cuarenta años acabas tu carrera, mientras que el alpinismo puedes hacerlo toda la vida.

¿Recuerda sus primeras expediciones?

En una ocasión fuimos a entrenar a los Alpes pero nuestro club solo tenía dos piolets, no había material para todos. En los primeros bosques llegando a Chamonix, con las raíces de unos árboles nos fabricamos una especie de puñales o piolets que nos sirvieron para subir las pendientes alpinas.

¿Cómo vivía el alpinismo y cómo lo vive ahora?

Cuando empecé a hacer alpinismo era muy excitante porque al principio te quedas mirando las montañas y piensas «qué bonito», pero en realidad tienes un objetivo que cumplir. El espíritu no es mirar las montañas, sino el reto. Después de muchos años de alpinismo quieres subir a la cima y volver al campo base lo más rápido posible.

¿Por qué se interesó por el alpinismo invernal?

En los sesenta los escaladores polacos no tuvimos la posibilidad de participar en las grandes exploraciones. Pero a mitad de los setenta se abrió la oportunidad para practicar deporte, pues ya teníamos los pasaportes y conseguir un permiso para ir a otro país no suponía un problema. Pensando en todas las montañas que podíamos ascender a partir de ese momento, algún compañero propuso intentar ir al Himalaya en invierno. Era una oportunidad para hacer historia en el alpinismo, completamente diferente a todo lo anterior. Cuando recibimos el permiso para escalar en invierno fuimos a por el Everest, a la más alta.

«Nuestra pasión es un privilegio porque en otros deportes con treinta o cuarenta años acabas tu carrera y el alpinismo puedes hacerlo toda la vida»

¿Por qué?

¿Qué habría pasado si nosotros no subimos al Everest? La expedición era una incógnita, no estábamos seguros de lograrlo. Mucha gente no lo entendía porque creían que era imposible hacer alpinismo invernal y paraban durante los meses más fríos. Tras conseguirlo pensamos que si pudimos subir el Everest en invierno, también podíamos ascender montañas menos altas. Teníamos ganas de hacer historia con hitos que otras naciones no hubieran podido los años previos.

Y lo consiguieron.

Vivimos la época dorada del alpinismo invernal polaco, que era duro y desconocido aquí, ya que fue durante los años de la Unión Soviética. Pero no solo yo, también Kurtyka o Kukuczka, pues éramos un grupo amplio y conseguimos subir el Everest, el Kanchenjunga y el Lhotse en invierno. Fuimos un ejemplo para muchos jóvenes y aún se nos admira por ello.

Nadie ha logrado subir aún el K2 en invierno.

Lo he intentado con tres expediciones. Tengo el dilema que he hecho el Everest, pero el K2 es la única montaña de más de ocho mil metros que queda sin subirse en invierno. Estamos mirando de montar un buen equipo y no descarto ninguna posibilidad. El problema es que años atrás había mucha gente dispuesta pero no había dinero, mientras que ahora puedes conseguir dinero pero cuesta encontrar la gente adecuada.

«Nadie había subido el Everest en invierno y teníamos ganas de hacer historia con hitos que otras naciones no hubieran podido»

¿Recuerda alguna situación extrema?

Cuando subía en solitario el Dhaulagiri estaba a pocos metros de la cima, sobre un terreno helado con los piolets, y tenía la caída al vacío ambos los lados. Entonces se me apareció otra persona que me preguntaba por dónde había que seguir, pero yo era consciente que estaba solo para ese último paso. Hice la cima y al volver al campo base preparé una infusión y puse dos tazas. Esto se me ha repetido en alguna otra ocasión. Siempre en situaciones extremas.

¿Cómo fue la carrera de los catorce ochomiles?

La carrera fue entre Kukuzcka y Messner porque lo interesante para los medios de comunicación era saber quién sería el primero. Después nadie más se interesó. A mí lo que me atraía era estar en el Himalaya y cuando asciendes una montaña, quieres seguir subiendo otra y otra. Llegó un momento en que tenía diez cimas y el permiso para los dos Gasherbrums. Tras subirlos, mis compañeros me animaron a completar los catorce con los dos que me faltaban, el K2 y el Nanga Parbat. Pero siendo sincero, mi gran éxito es que sigo vivo porque la estadística de alpinistas fallecidos es brutal.

¿Se considera afortunado?

He tenido mucha suerte porque varios amigos, muy buenos alpinistas, no la han tenido y no están aquí. El gran problema es que todos cometemos errores en la montaña. Nadie se libra. Depende de cuántos errores, de si tienes más o menos experiencia y finalmente de la suerte. Kukuczka era un gran alpinista pero lo perdimos porque tuvo un error.

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