'La cresta de la ola' (CF Reus 2 - 0 Sant Andreu)

El CF Reus, en su versión más poderosa, supera con solvencia al Sant Andreu, con dos goles de Marc Sellarès. Los de Natxo exhiben madurez y responden a Huracán y Hércules. El éxito les mantiene en la pelea por el play off de ascenso

19 mayo 2017 23:14 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:36
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Marc Sellarès arrastró hacia el primer palo con un arranque poderoso. Edgar adivinó el segundo. Todas las zonas del gol andaban bien ocupadas. Los dos gigantes del Reus esperaban el tesoro para sentirse realizados. Cassamá vistió de guante su pierna derecha. Acudió a la precisión. El lateral fue profundo, cambió de ritmo y levantó la cabeza. Tal y como sus profesores le enseñaron de chico. El luso interpretó bien la jugada. Mandó el servicio al movimiento de Sellarès. A un toque, el atacante empezó a allanar el camino del éxito. A los cuatro minutos. Con el Reus firme. Dispuesto a exhibir jerarquía.
En realidad, Sellarès fue lo que siempre ha sido. Un delantero puro, de esos que cuesta encontrar en el mercado. Cada vez quedan menos. Su rol se relaciona con el trabajo de desgaste. Se pega a los centrales y les incordia. Cada balón vinculado con el cielo se convierte en su mayor desafío. Es capaz de bajar un ladrillo y con él empezar a construir la casa más bella del mundo. En su cuerpo hay cicatrices de varias geografías. Acumula muchos kilómetros de trayecto. Nunca se agota. 
Sellarès mantiene un hábito innegociable. Es un tipo insistente. Persiste y persiste hasta que recoge premio. Ayer se relacionó con  el gol por partida doble. Al final, cualquier atacante ambicioso necesita esa droga. También Sellarès. 
Natxo apostó por él y mantuvo a Edgar Hernández en el once. Quería atacar más por fuera, con Rico y los laterales. Para ello resultaba imprescindible una mayor minuciosidad en cada servicio. Cassamá entendió el objetivo. Enseñó muchas virtudes. Su potencial,  indiscutible. Llega mucho porque físicamente es un volcán. Añadió pinceladas de talento a sus incorporaciones. Las acabó con criterio. 
El glorioso madrugón de los rojinegros generó estabilidad. El equipo ha recuperado equilibrio. Es maduro. Gestiona bien los parciales. Los momentos de cada pelea. Ante el Sant Andreu esa fue su virtud principal. Aceleró cuando lo necesitó. Sesteó cuando el partido pedía pausa. Jamás sufrió. Gobernó con autoridad.
Su rival vive inmerso en un ataque de histeria. La inseguridad le atenaza. La sombra del descenso puede empequeñecer a cualquiera. El Sant Andreu dispone de una nómina de buenos futbolistas, pero la Segunda B penaliza hasta las últimas consecuencias el miedo. Y en esas está Miguel Álvarez, remando a contracorriente para hacer levitar a sus chicos. El nuevo míster del Sant Andreu vio como su planteamiento se derrumbaba en poco más de 20 minutos. Lo que tardó el Reus en cerrar el resultado. Fue un martillo pilón. Llegó dos veces y ejecutó.
En la segunda, el ojo de Óscar Rico observó el horizonte. Acostado en la derecha. El centro, delicioso. El sueño para cualquier delantero. La rosca vio la cabeza de Sellarès. En ese escenario, con la posición ganada, el ‘rascacielos’ del Reus es imponente. Su remate, imposible para Morales.
El Sant Andreu besó el suelo ante la contundencia rojinegra. No había cometido excesivos despistes. El castigo era brutal. Rearmado de autoestima, el Reus cogió la pelota y apenas la soltó hasta el descanso. Se hartó de combinar, aunque careció de un punto más de ambición para hacer sangre. Andaba instalado en la comodidad que suponía el resultado y su jerarquía. El rival no enseñaba los dientes. Edgar pudo enterrar cualquier atisbo de reacción de su exequipo tras una delicatessen colectiva del Reus. Cayó la pelota en los pies de Folch, en tres cuartos de cancha. Su pase lo remató de primeras el de Gavà. Le salió blando, a las manos de Morales.
Tiempo para Fran
Natxo sacrificó a Rico y dio protagonismo a Fran tras el respiro, consciente de que el riesgo del Sant Andreu iba a dar opción de atacar los espacios. Fran es un especialista del campo abierto. Atacante de velocidad supersónica. 
Los visitantes quisieron asomar algo la cabeza, pero con excesiva timidez. El Reus jamás tembló. El guión le hacía más fuerte que nunca. Su evolución y la confianza que le han ofrecido los éxitos le han convertido en un colectivo cerebral. Dominador de registros. Con ventaja, no le importó echarse unos metros atrás y correr, aumentar pulsaciones, porque el partido así lo precisaba. Con Fran como puñal. A éste le faltó cordura en los metros de la verdad para terminar todo lo que generó. No importó. Su Reus permanece en la cresta de la ola.
Marc Sellarès arrastró hacia el primer palo con un arranque poderoso. Edgar adivinó el segundo. Todas las zonas del gol andaban bien ocupadas. Los dos gigantes del Reus esperaban el tesoro para sentirse realizados. Cassamá vistió de guante su pierna derecha. Acudió a la precisión. El lateral fue profundo, cambió de ritmo y levantó la cabeza. Tal y como sus profesores le enseñaron de chico. El luso interpretó bien la jugada. Mandó el servicio al movimiento de Sellarès. A un toque, el atacante empezó a allanar el camino del éxito. A los cuatro minutos. Con el Reus firme. Dispuesto a exhibir jerarquía.

En realidad, Sellarès fue lo que siempre ha sido. Un delantero puro, de esos que cuesta encontrar en el mercado. Cada vez quedan menos. Su rol se relaciona con el trabajo de desgaste. Se pega a los centrales y les incordia. Cada balón vinculado con el cielo se convierte en su mayor desafío. Es capaz de bajar un ladrillo y con él empezar a construir la casa más bella del mundo. En su cuerpo hay cicatrices de varias geografías. Acumula muchos kilómetros de trayecto. Nunca se agota. 

Sellarès mantiene un hábito innegociable. Es un tipo insistente. Persiste y persiste hasta que recoge premio. Se relacionó con  el gol por partida doble. Al final, cualquier atacante ambicioso necesita esa droga. También Sellarès. 

Natxo apostó por él y mantuvo a Edgar Hernández en el once. Quería atacar más por fuera, con Rico y los laterales. Para ello resultaba imprescindible una mayor minuciosidad en cada servicio. Cassamá entendió el objetivo. Enseñó muchas virtudes. Su potencial,  indiscutible. Llega mucho porque físicamente es un volcán. Añadió pinceladas de talento a sus incorporaciones. Las acabó con criterio. 

El glorioso madrugón de los rojinegros generó estabilidad. El equipo ha recuperado equilibrio. Es maduro. Gestiona bien los parciales. Los momentos de cada pelea. Ante el Sant Andreu esa fue su virtud principal. Aceleró cuando lo necesitó. Sesteó cuando el partido pedía pausa. Jamás sufrió. Gobernó con autoridad.

Su rival vive inmerso en un ataque de histeria. La inseguridad le atenaza. La sombra del descenso puede empequeñecer a cualquiera. El Sant Andreu dispone de una nómina de buenos futbolistas, pero la Segunda B penaliza hasta las últimas consecuencias el miedo. Y en esas está Miguel Álvarez, remando a contracorriente para hacer levitar a sus chicos. El nuevo míster del Sant Andreu vio como su planteamiento se derrumbaba en poco más de 20 minutos. Lo que tardó el Reus en cerrar el resultado. Fue un martillo pilón. Llegó dos veces y ejecutó.

En la segunda, el ojo de Óscar Rico observó el horizonte. Acostado en la derecha. El centro, delicioso. El sueño para cualquier delantero. La rosca vio la cabeza de Sellarès. En ese escenario, con la posición ganada, el ‘rascacielos’ del Reus es imponente. Su remate, imposible para Morales.

El Sant Andreu besó el suelo ante la contundencia rojinegra. No había cometido excesivos despistes. El castigo era brutal. Rearmado de autoestima, el Reus cogió la pelota y apenas la soltó hasta el descanso. Se hartó de combinar, aunque careció de un punto más de ambición para hacer sangre. Andaba instalado en la comodidad que suponía el resultado y su jerarquía. El rival no enseñaba los dientes. Edgar pudo enterrar cualquier atisbo de reacción de su exequipo tras una delicatessen colectiva del Reus. Cayó la pelota en los pies de Folch, en tres cuartos de cancha. Su pase lo remató de primeras el de Gavà. Le salió blando, a las manos de Morales.

Tiempo para Fran

Natxo sacrificó a Rico y dio protagonismo a Fran tras el respiro, consciente de que el riesgo del Sant Andreu iba a dar opción de atacar los espacios. Fran es un especialista del campo abierto. Atacante de velocidad supersónica. 

Los visitantes quisieron asomar algo la cabeza, pero con excesiva timidez. El Reus jamás tembló. El guión le hacía más fuerte que nunca. Su evolución y la confianza que le han ofrecido los éxitos le han convertido en un colectivo cerebral. Dominador de registros. Con ventaja, no le importó echarse unos metros atrás y correr, aumentar pulsaciones, porque el partido así lo precisaba. Con Fran como puñal. A éste le faltó cordura en los metros de la verdad para terminar todo lo que generó. No importó. Su Reus permanece en la cresta de la ola.

 

Ficha Técnica

CF Reus. Badia, Cassamá, Semedo, Moyano, Marín, Jaume Delgado, Folch, Vítor (Masqué, 76'), Rico (Fran, 46'), Sellarès, Edgar Hernández (Colorado, 76').

Sant Andreu. Morales, Llamas, Guzmán, Manu Viale (Xavi Jiménez, 85'), Azparren, Ibon, Puerto (Chaco, 46'), Bruno, Manteca (Nuha, 46'), Alcover, Rubén Martínez.

Goles. 1-0, Sellarès (4'), 2-0, Sellarès (23').

Árbitro. Hernández Lorenzo. Amarillas para Vítor, Rico y Semedo, del Reus, y Chaco, del Sant Andreu.

Incidencias. Unos 2.200 espectadores en el Estadi.

 

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