La falta de gol y la inferioridad numérica dejan sin victoria a un buen Nàstic (Nàstic 0-0 Las Palmas)

El equipo grana fue superior a Las Palmas, que dispuso de las ocasiones más claras tras la expulsión de Thioune

27 enero 2019 20:35 | Actualizado a 28 enero 2019 20:54
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El plan de Enrique Martín de ganar en casa todos los partidos de la segunda vuelta falló en la primera ocasión pese al buen partido de los suyos. Intentaron con todos sus recursos ganar a Las Palmas al que superaron durante más de una hora pero no se encontró el camino del gol. Esos metros finales, donde se deciden los encuentros, se siguen atragantando. Falta chispa, electricidad que dote al equipo de la descarga necesaria para generar ocasiones. La nota positiva es que parece que poco a poco se acerca a esa propuesta efectiva en ataque. Aunque quizás cuando llegue será demasiado tarde. La salvación requiere de milagros y de momento, siguen sin producirse.

La semana pasada, en Tenerife, Tete y Manu del Moral fueron titulares. De manera sorprendente. Siete días después ninguno de los dos está ya en el Nàstic. El intercambio de cromos invernal ha traído en este periodo de tiempo a Sadik y Noguera. Ambos en el once inicial, encajados en el sistema 5-3-2 que Enrique Martín recuperó para la ocasión.

El central cedido por el Santos como eje central de la línea de tres, mientras que el ariete le ganó la partida a Manu Barreiro. La calidad del argentino salió a relucir desde el primer minuto. Buena colocación y contundencia. Lo que se le pide a un defensa. Ni más ni menos. Aunque fue Mikel, otro de los fichajes invernales, el que apareció milagrosamente en la primera ocasión de peligro de Las Palmas. Los canarios construyeron una acción eléctrica para hacerle llegar la pelota a Fidel. El control del onubense le dio tiempo a Bernabé para salir a tapar. Tuvo la ayuda de Mikel. Fue al suelo el venezolano para cerrar el poco espacio que había concedido el meta y evitar el gol.

Si Las Palmas no está en la parte alta, lo que le correspondería por plantilla (la mejor de la categoría), es por su rendimiento fuera de casa. Lejos de la isla no hay ni rastro de ese potencial. Los conjuntos grandes se imponen por ley y juego. Ahí radica la regularidad que les permite ascender en la tabla y no en las ráfagas que generan las individualidades. De eso tiene mucho Las Palmas pero fiarlo todo a ellos genera inestabilidad. Si aparecen rompen, si no lo hacen el equipo no encuentra soluciones para los escenarios incómodos como el que le presentó el Nàstic.

El cuadro tarraconense sí expresó un juego acorde a lo que se le pide. Fue a por el rival. Sin miramientos. Directo  la yugular. Pipa y Abraham se convirtieron en colmillos haciendo sufrir a la defensa canariona con cada centro. Los dos carrileros tuvieron clara su función: arremeter por los costados incansablemente. De sus botas llegaron los primeros tiros a puerta bien respondido en los dos casos por el arquero Raul. Imanol y Thione, de interiores, con Viti cubriendo sus espaldas, presionaban muy arriba hasta arrinconar a Las Palmas en su propia área durante todo el primer acto. Se les resistió un gol que merecieron por ímpetu, voluntad y fútbol.

Supo gestionar también la rabia que les provocó el arbitraje de Milla Alvéndiz. El colegiado andaluz mantuvo la estadística de cero penaltis a favor del Nàstic en toda la temporada gracias a que se negó a señalar una acción muy dudosa en el área canaria. Thione fue claramente derribado pero el árbitro miró para otro lado, mientras seguía castigando a los locales con faltas y amarillas. No le costó nada sacarle la segunda amarilla a Thioune, ya en la segunda mitad, por una misma falta que segundos antes había decidido que no era amarilla cuando el que había realizado la falta era de Las Palmas. El arbitraje de Milla Alvéndiz bien mereció un capítulo aparte.

Salva fue el jugador sacrificado por la irrupción de Noguera y el cambio de sistema, aunque a los 20 minutos estaba en el terreno de juego por lesión de Djetei. El camerunés se llevó la mano a la parte posterior del muslo izquierdo.

Tras la reanudación la dinámica se mantuvo. El Gimnàstic seguía siendo superior y llevando el peso del duelo. El triángulo Viti-Thioune-Imanol gobernaba la zona ancha tanto en fase defensiva como ofensiva. Atrapaban todo balón que pasaba a su alcance para convertirlo en una acción de ataque rápida. Le faltó clarividencia en los metros finales. Un movimiento que sorprendiera a la trabajada defensa canaria. Fue tan previsible arriba que no encontró la ocasión clara que le pudiera poner por delante.

Las Palmas intentaban lanzar contragolpes para salir de la asfixia a la que le sometía el Nàstic, pero tropezaron con una red defensiva que les desbarató todos sus intentos. Cuando el trivote no llegaba aparecía la zaga de tres que se adelantaba para solucionar el problema.

El escenario cambió en los últimos 20 minutos de encuentro. La expulsión rigurosa de Thioune le dio a Las Palmas el empujón que necesitaba para salir de atrás y adelantar filas. Comenzó a triangular, mientras que Enrique Martín recomponía a los suyos con una doble línea de cuatro. Era hora del oficio ante un rival crecido que tuvo el gol en las botas de Momo. Su tiro lamió el palo del arco de Bernabé.

El Nàstic no renunció al ataque. Siguió con sus intenciones de ganar el partido a pesar de la inferioridad. Y pudo ganar pero el remate de Noguera se marchó por poco.

La réplica de Las Palmas llegó inmediatamente con una doble ocasión que salvó Bernabé de manera prodigiosa. Remató de cabeza Mantovani y el guanto del arquero apareció para despejar. Siguió la jugada y el balón le llegó a Araujo que con todo a favor disparó a matar. Noguera puso el cuerpo e impidió el gol claro.

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