La fiesta de fin de curso de los voluntarios de los Juegos

Una clausura optimista. El cierre de los Juegos contó con un ambiente más relajado, que destacó por la implicación de un público que vivió con intensidad las actuaciones musicales 

02 julio 2018 11:03 | Actualizado a 02 julio 2018 11:10
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Fue su noche. Los voluntarios y voluntarias de los Juegos Mediterráneos fueron los protagonistas, los más vitoreados de una ceremonia de clausura que -aún sin llenar totalmente el Nou Estadi- consiguió rebajar el ambiente de tensión política que se vivió en la inaguración y convenció a un público que venía, en su gran mayoría, con la clara intención de cerrar este evento deportivo con el mejor sabor de boca.

Entre los espectadores que se ubicaban en la parte más baja de tribuna, casi tocando al césped, los encargados de aplaudir el paso de las mascota Tarracus y de las 26 delegaciones de atletas que han competido durante los Juegos fueron mayormente familias, que optaron por el optimismo a la hora de valorar el fin de fiesta. 

Entre los asistentes estaban Conchi y Panchy, dos amigas que se reunieron para vivir el acto en directo, que destacaron  que la clausura les había parecida «correcta», pero que les gustó más el «carácter más mediterráneo y universal de la ceremonia inaugural».

Las dos destacaron que los momentos con los que más disfrutaron fueron las intervenciones musicales, que marcaron una segunda parte con mucho ritmo y reminiscencias al dance de principios de la década pasada.

A juzgar por el ambiente que se vivió en las gradas, el público destacó por su optimismo -a pesar de los silbidos que surcaban el aire al nombrar el nombre del alcalde Ballesteros- y los asistentes colaboraron en muchos de los momentos de la ceremonia, enfatizado con las luces de sus móviles la actuación de gospel y animándose a bailar desde sus asientos con la intervención de Álvaro Soler. 

Unas filas más arriba, algunos espectadores se inclinaban claramente por destacar la clausura por encima de la inauguración. Este es el caso de Lluís, que se desplazó desde La Canonja para poder vivir en directo el cierre de los Juegos y calificaba de «mucho mejor» el programa de ayer que el que vió, hace días, por televisión.

Entre los puntos fuertes a destacar, Lluís apuntaba como un éxito la intervención de la formación So Nat Grallers de Tarragona, que, en su opinión fueron una «intervención necesaria, que marcó el carácter local de la ciudad y que quizás se echó en falta en la apertura de los Juegos». 

De hecho, las opiniones dispares que se han generado en los últimos días sobre el acto de apertura pesaban todavía ayer por la tarde, antes de empezar la ceremonia. «Hemos venido con mis hijas para ver el acto, casi de sorpresa. Estamos contentas y con ganas de ver un espectáculo mejor que el de apertura, que nos dejó un poco decepcionadas», comentaba Ester, junto a sus hijas. 

A medida que la ceremonia de ayer avanzaba, se hizo patente entre las filas de público un ambiente que recordaba a las fiestas de fin de curso, que se finiquitan con el optimiso inherente al inicio del verano. El final de la clausura recordó, por momentos, a aquellos birretes proyectados al aire con alegría -a pesar de los suspensos de los últimos días- que lanzaron un mensaje de cierre marcado por la música y los aplausos. 

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