La hora de Àlex Rodríguez

El atacante del Reus asume el papel de timón en el nuevo proyecto rojinegro con la marcha de Casanovas, Marín y Torra. Tiene todas las condiciones para convertirse en un jugador franquicia, pero debe dar un paso al frente

27 septiembre 2018 11:15 | Actualizado a 17 octubre 2018 16:55
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Aterrizó en Reus hace dos veranos impregnado de cierto caché con aroma a estrella. Todavía no lo era pero sus señales invitaban al optimismo. Atacante de recursos físicos elegidos y buena maniobra técnica, Àlex Rodríguez (Sant Hipòlit de Voltregà, 1993) había decidido impulsar su carrera. El Barcelona lo controló y lo cedió al Voltregà, el club de su vida, pero no se animó a incorporarle a su elenco de estrellas. Àlex rompió esa vinculación azulgrana para tomar una decisión; Coruña o Reus. Prefirió la calle Gaudí.

En dos temporadas ha conquistado premios y prestigio de rojinegro, ha aprendido al lado de actores franquicia como Torra, Pedro Henriques, Platero Marín o Casanovas pero éstos han emigrado. Ya no hay paraguas en el nuevo tiempo. Y Àlex se ve en un escenario distinto. Debe tomar responsabilidades y el timón del equipo. Su rol se ha modificado. De complemento a cabeza de cartel. Asumir poder en el Reus no resulta sencillo. Casa de máxima exigencia. El nuevo Àlex Rodríguez, eso sí, anda dispuesto a dar ese paso.

El proyecto de reforma que ha necesitado inaugurar el Reus, con la fuga de sus exponentes más diferenciales, precisa de cierto tiempo de acomodo y algunas noches de comprensión, aunque la tradición y la presión exigirán resultados más bien pronto que tarde. El escudo manda, aunque cualquier entendido en la materia no sitúe al equipo de Garcia entre los grandes aspirantes a los títulos. Quizás, el actual Reus ocupe el vagón de después. Si los gigantes Barcelona, Porto, Benfica, Oliveirense o Sporting se despistan, puede aparecer un espacio interesante.

Àlex Rodríguez renovó con el Reus por tres temporadas hace unos meses, consciente de que su momento había llegado. Garcia ya le ha acomodado en el equipo inicial y con cierta libertad para que actúe más por fuera y así poder explotar el ramillete de recursos que posee, sobre todo esa diagonal con perfil al disparo de pala que le distingue. El de Sant Hipòlit parece afrontar su nuevo papel con cierta naturalidad. De bien joven convivió con la élite en Sant Hipòlit y eso puede reconfortarle en Reus, donde aspira a convertirse en un jugador de época. Precisa borrar defectos, sobre todo de concentración, que a veces le maniatan. Su efervescencia le lleva a alguna actitud a corregir con cierta urgencia. 

Probablemente, ese es su gran desafío. Dejar huella en el templo, una de las grandes plazas del hockey mundial. Con sólo 25 años, Àlex está a tiempo de todo. Disfruta de la ilusión juvenil y, a su vez, de calle suficiente para soportar la demanda de los hinchas y, sobre todo, de los resultados. Como estreno, ante el CE Vendrell, regaló un gol de recuerdo en la inauguración del campeonato, aunque sufrió la irregularidad lógica que enseñó el Reus, todavía en esa fase de construcción propia de septiembre. 

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