La plantilla grana frustrada con el gol 'visitante'

Nadie en el Nàstic entiende lo que pasa con el equipo fuera de casa

25 enero 2022 11:11 | Actualizado a 25 enero 2022 11:14
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La fórmula del éxito en el fútbol es de sobras conocida. Cualquier equipo que ambiciones las posiciones delanteras de la tabla sabe que todo pasa por ganar en casa y puntuar fuera. Si puede ser con tres puntos, mejor. Si no, con uno. Como mal menor puede servir, aunque a la larga debes ganar también como visitante para mantener un ritmo que te permita consolidarte arriba. El Nàstic cumplió durante buena parte de la primera vuelta con la primera parte de la pauta. Ganaba en casa, hasta que los resultados como local comenzaron también a tambalearse. Pero más o menos, en el Nou Estadi se ha ido tirando. De la segunda parte del cóctel del éxito, eso de ganar fuera, nada de nada. Ni un triunfo a domicilio en diez partidos. Toda una vuelta. Da la mismo que sea un rival de la parte baja, media o alta. No hay manera. El epílogo de todos los partidos jugados lejos de Tarragona es el mismo: regreso a casa con frustración.

No es por hurgar en la herida, pero los datos del equipo grana como visitante son de regional. Concretamente de Segunda RFEF y Tercera RFEF. Y es que solo encontramos equipos con un bagaje de goles igual o peor, sí se puede hacer peor, al del Nàstic esta temporada en estas dos categorías. El Salamanca CF UDS lleva dos goles, aunque bien rentabilizados porque ha sumado con ellos ocho puntos. Ceuta B y Plasencia arrastran el mismo problema que el Nàstic. Los mismos goles a favor y los mismos puntos (eso sí, ellos han conseguido ganar a domicilio), aunque con un partido menos. Aún están a tiempo de superar a los granas. Giner Torrero, UD San Pedro y Unión Viera han sido aún menos eficientes en su desempeño pues con dos tantos se han quedado en cuatro puntos y tres, el canario. Pero el farolillo rojo del fútbol de la RFEF es el Biescas que han sido capaces de empeorar algo que parece imposible, marcar un solo gol en nueve partidos.

Volviendo a la situación del Nàstic más allá de la desesperación con la que acaban los partidos futbolistas, entrenadores, directivos y, sobre todo, aficionados, lo más grave es que al equipo, al menos el domingo, como sucedió en Palamós y Sevilla, citando los días más claros, no se le puede reprochar nada. Jugó para ganar. Generó ocasiones para ganar. Ejecutó los planes previstos. Sometió al rival. Hizo lo que debía hacer. Menos el gol. Lo más importante, sí, pero lo menos controlable del fútbol.

Nadie se espera que tras media docena de ocasiones claras, el marcador siga sin goles. Porque de malas rachas todos los delanteros pasan. Hasta los mejores. Miren al uruguayo Luis Suárez, uno de los mejores ‘9’ de la historia que se tiró varios años sin marcar un gol en Champions League como visitante. Pero que todos tus delanteros entren en una espiral de infortunio no está previsto ni en la misma Ley de Murphy. Si es que hasta un goleador nato del bronce como Dani Romera, recién llegado, se ha dado de bruces con la maldición.

La sequía goleadora, además, tiene mala solución. Es decir, que no es algo que desde los entrenamientos se pueda reparar. Puedes trabajar las definiciones. Estar toda la semana disparando a puerta. Pero el día de partido es especial. Ahí salen los todos los males. Y ahí es donde debe llegar la solución. Los goles suelen ser como el dinero, que dicen «llama al dinero». Pues igual.

Por fortuna esta semana no hay tiempo para darle muchas vueltas al partido ante el Linense. Ni a la mala puntería ni al bagaje como visitante. Mañana mismo visita el Nou Estadi el Andorra. El conjunto pirenaico es tercero en la tabla, zona de play-off de ascenso, con siete puntos más que los granas. Es un rival duro de roer, aunque fuera de casa baja sus prestaciones. No tanto como el Nàstic, claro, pero pasa de los 23 puntos como local a 9 como visitante. El partido servirá para que el conjunto de Raül Agné vuelva a refugiarse en su gente. En un Nou Estadi que debe servir de bálsamo y de elixir para cargar la pólvora en ataque.

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