LaLiga de Luis Suárez

Fútbol. El delantero uruguayo se sirvió de su vigésimoprimer gol de la temporada para culminar la remontada ante el Valladolid y darle el campeonato doméstico a su Atlético de Madrid

22 mayo 2021 18:53 | Actualizado a 22 mayo 2021 19:58
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Fiel a su historia, a su tradición y a esa necesidad de sufrir antes de festejar propia de su idiosincrasia, el Atlético conquistó su undécimo torneo de la regularidad tras un capítulo más en el guion de un campeonato de locos. Le costó hacer sus deberes y eso que el Real Madrid fue perdiendo casi toda la tarde ante el Villarreal hasta su estéril remontada final. La tensión, la ansiedad, el vértigo de verse campeón y un notable primer tiempo del Valladolid, le complicaron la existencia.

Se vio incluso en desventaja tras encajar un gol de Oscar Plano en un contragolpe precedido de un saque de esquina a favor. Un error intolerable para Simeone, que supo dar con la tecla en el descanso y transformó a su equipo, que volvió a remontar, beneficiado también porque los resultados no acompañaban al equipo local, ya de Segunda. La cara y la cruz del fútbol, del deporte y de la vida.

Correa, un Angel para el Atlético por más que sus muchos detractores le acusen de no saber definir, encarriló aún más el título con un gol de bandera. Un ejercicio excelente de personalidad, porque arriesgó en los regates, de fe y de destreza en ese remate de puntera. A partir de ese momento, que coincidió con la anulación de un gol a Karim Benzema por fuera de juego en Valdebebas, los colchoneros ya sentían esas mariposas en el estómago típicas de los grandes momentos. Y encima Sergi Guardiola no quería pero le dio un pase en profundidad a Luis Suárez impropio de este nivel, y de cadetes. El 'Pistolero', tenía que ser él, definió con la calidad de un campeón y consumó su revancha ante quienes en el Barça le daban por acabado.

Poco importa ya pero nada tuvo que ver la puesta en escena del Atlético en Pucela respecto a la que exhibió en el Camp Nou y en los dos últimos partidos como local ante la Real Sociedad y Osasuna. Si entonces fue un equipo dominador, con gran personalidad, la cabeza bastante fría y el corazón caliente, frente al Valladolid fue un manojo de nervios. Pases al contrario, líneas muy separadas, nula paciencia para llegar al gol y errores conceptuales en defensa impropios de un líder. Le sorprendió un rival más vivo de lo que decían sus resultados y su clasificación.
 Como si el descenso ya lo hubieran asumido los de Sergio González y actuasen desinhibidos, con el deseo de morir dignamente y con la conciencia tranquila de haber luchado hasta el final.

Simeone solo realizó un cambio respecto al equipo que remontó ante Osasuna y fue por obligación. Al sancionado Savic le suplió Giménez, otro jugador solvente que va de maravilla de cabeza. Pero no era una cuestión de hombres, ni de sistema, en esta ocasión con el clásico 4-4-2 y Mario Hermoso en el lateral, sino de mente. Ya dijo el técnico argentino por activa y por pasiva que conseguiría el título el que llegase con más fuerza anímica a los momentos decisivos. Y lo cierto es que todos los candidatos han completado un máster de regalarles vidas extra a los rivales.

Desde el inicio se le vio incómodo al Atlético ante un Valladolid que no regalaba nada, presionaba bien y sabía jugar con los nervios del rival. Pero mucho peor compitieron los colchoneros en el primer acto tras verse sorprendidos en una jugada inimaginable con Simeone en el banquillo. De un córner a favor se pasó a una pérdida en ataque de Carrasco y a una contra letal, definida con un tiro sutil de Oscar Plano, ya muy forzado. Corrió desde antes del centro del campo con los defensores tras él. Una acción muy meritoria del centrocampista, pero un desastre defensivo del equipo menos goleado de la Liga. Hasta Oblak pudo hacer algo más, ya que el balón entró por su palo. Aunque instantes después Yeremi Pina adelantó al Villarreal en Valdebebas, nada tranquilizaba al Atlético, un quiero y no puedo permanente hasta el descanso. Dispuso de alguna ocasión, como un cabezazo de Felipe en una acción de estrategia, pero ni fluidez, ni continuidad, ni llegadas, ni rupturas por dentro y los costados.

Surtió efecto la 'cholina' porque el Atlético se transformó. Ya se vio en el primer minuto, cuando Marcos Llorente pudo dibujar una de sus internadas. No culminó Suárez pero ya era un aviso. Pudo empatar también Giménez, en una acción muy similar a la de su compañero Felipe, pero el golazo lo firmó Angel Correa. Estaba siendo el mejor con sus gambeteos, con sus movimientos entre las líneas enemigas y esta vez definió de maravilla.

Lo hizo todo, los regates, los desequilibrios y el recurso utilizado para el golpeo. Además, casi a la vez se le anulaba un gol a Benzema por fuera de juego. La Liga estaba más cerca, pero faltaba rematarla. Lo hizo Luis Suárez, un regalo. Remontó al final el Madrid, pero solo le sirvió para darle más mérito al campeón.
 

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