Levante-CF Reus (0-0): Punto Universal

El CF Reus araña un empate delicioso del Ciutat de Valencia, la cada del Levante, líder indiscutible del campeonato. Los rojinegros ofrecen otra exhibición colectiva para obtener un botín que les aleja de la zona de descenso

19 mayo 2017 15:37 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:37
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Amenazaba depresión y tembleque en Reus ante la advertencia del descenso. El panorama invitaba a que los vinagres ejercieran sus teorías sabiondas repletas de alarma y hastío. Se frotaban las manos ante la visita al gigante Levante, ese equipo virtualmente ascendido a los altares, que no había concedido derrotas en su estadio y que cuenta los días para cantar el alirón. Entonces, como en Tenerife y un millón de veces más, el Reus regaló otro capítulo del luchar como hermanos. Ese hábito fascinante que le permite competir sin pestañear ante los miuras de presupuestos astrales e historia rimbombante. La versión más atractiva del Reus resguardó botín del Ciutat de Valencia, virgen desde noviembre, con un punto universal. Un punto que aleja sospechas y que permite licencias y algún grito optimista. Porque la vida abre puertas a los que creen.

El Reus pretendió congelar la energía granota, ese jolgorio que le ofrece su paseo idílico por el fútbol de plata, guardando el balón. Sus posesiones parecían hipnotizar la tarde, de ritmo cansino, con un clima de concierto de ópera en el Liceu. No amenazaba con veneno el Reus, pero mantenía al líder alejado de Badia, un notición agradable. El arquero apenas precisó mancharse el pantalón durante la puesta en escena. Tampoco en la otra orilla, a su colega Raúl se le alteró el sistema nervioso. Se abrió una de ajedrez paciente en la que los dos se sintieron cómodos. El Reus con la jerarquía de la pelota y el Levante en la trinchera.

El líder no se estresa cuando no halla el balón. Se refugia y espera, firme en esa organización militar que le permite muchas licencias. Domina registros como un polivalente artista de las Ramblas, capaz de enseñar malabares con sus manos y facilidad extrema para quedarse quieto con la del maniquí impasible. Probablemente ahí se halla su éxito. Si va al frente dispone de infinitos recursos. Si espera cuenta con puñales definitivos para la transición.

El Reus, en todo caso, no pestañeó. Exhibió personalidad en un escenario imponente. Natxo situó a Jorge en el enganche y Fran en la derecha para proteger a Miramón, de nuevo lateral derecho. Edgar presumió de nueve como ariete elegido, en esa labor de desgaste insoportable. De codazos en las costillas y saltos al cielo para rescatar imposibles. El plan fructificó en el respiro. Parecía entero el Reus, como feliz en un lugar que le amenazaba tormenta. Fran, escorado, probó a Raúl en la única aparición clara de los rojinegros. Definió pro abajo, pero su disparo careció de sorpresa. Jorge le había mandado el servicio desde la derecha.

Folch lució sus botines impolutos en un ejercicio de sencillez asombroso. Combinaba feliz ante la inmensidad del pasto y su disfraz de líder silencioso. Sus maniobras iluminaban ojos, trató a la pelota con elegancia. La invitó a cenar a un Estrella Michelin. En parte, suele ser así los domingos de actuación. Esta vez en lunes. Su Reus convirtió el segundo tiempo en un tránsito fiable. No concedió nada y eso ante el Levante son palabras mayores. Morales inquietó cero a Badia con un intento desde la cal de la grande. Con el Levante bajo un ritmo trotón, impulsado por la inercia poderosa que le inunda. Resultó conmovedor el derroche solidario del Reus. Tácticamente fue geométrico. Rozó la perfección.

Natxo acudió al banco para inyectar oxígeno a sus guerreros, muy por la causa, convencidos de que había espacio para la gesta. Vítor se incorporó al teatro el primero. Colaboró mucho, sobre todo cuando logró conectar en tres cuartos de cancha. Podían pasar cosas, aunque no halló socios para finalizar cada una de sus interpretaciones. Máyor y Querol completaron la estrategia, con el partido medio consumido, aunque el Levante le obliga a la máxima atención hasta la agonía. Las tardes en el Ciutat se hacen interminables. Badia entendió el mensaje. Verza le exigió en un tiro lateral que tomó curva venenosa. Se dirigía el balón al ángulo. Supermán voló para evitar males endémicos. Deseaba otro rosco para su cuenta de méritos.

Badia confirmó otra exhibición colectiva del Reus. Meritoria a niveles estratosféricos. No se llevó el primer premio, pero entonó a voces su candidatura a la permanencia. Siempre bajo ese lema que le distingue. ‘Luchemos como hermanos’.

 

 

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