Los hijos de Reus

Ramon Folch adora el equilibrio. David Querol, la alegría incontenible. Se expresan como el agua y el aceite, pero un sueño les eriza la piel. Son los dos 'ganxets´ del pionero CF Reus en Segunda A

19 mayo 2017 18:12 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:09
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David Querol (Reus, 1989) acudía a sus obligaciones académicas en el Institut Salvador Vila-seca deseando la pachanga que le esperaba justo después de clase, en la pista exterior de 'futbito' del Pavelló Olímpic. Allí consumía las horas de ocio. Querol cubría el trayecto desde el barrio Astorga hasta el colegio a pata. Las caminatas resultaban interminables. “No me tocaba más remedio, nadie podía llevarme”, rememora resignado. En clase de matemáticas, el profesor Folch le marcaba de cerca. No le pasaba una. El presente les premia con una excelente relación. La honestidad siempre les ha unido. Ese maestro y educador en la adolescencia es el padre de Ramon Folch (Reus, 1989), el capitán del Reus. Ramon y David se expresan de forma muy distinta, como el agua y el aceite. Aunque muy de chicos un lazo unía sus caminos sin ellos apenas imaginarlo.

De la misma quinta, la alegría incontenible de Querol choca con la tranquilidad pasmosa de Ramon, el equilibrio en persona. El pequeño de los Folch, una saga deportiva histórica de Reus, cursó estudios en el Domènech i Montaner, aunque practicaba aspiraciones futbolísticas en el campito de cemento del Reus Deportiu, donde desplegaba esos pies gigantes y montaba sus primeras sociedades con el balón, además de suturar amistades para siempre. Ramon conserva los mismos amigos, de hecho mantiene rutinas innegociables con ‘La Colla’ como él la llama. A Querol le costó algo más fusionar a su grupo de colegas. Con 14 años los encontró, después de que varios amiguetes de la infancia dejaran el barrio con el paso del tiempo.

Curiosamente, ni Ramon ni David solían compartir aventuras de chicos. “Nos veíamos, nos saludábamos y poco más”. Vivían en mundos paralelos, a pesar de transitar por las mismas calles  y lugares con embrujo de la ciudad. Ni siquiera recuerdan su paso por la selección Reus 2002, en categoría prebenjamín. Querol ejercía de central por aquel entonces. La vida da vuelcos insospechados.

El progreso futbolístico y la quema de etapas en las inferiores provocaron que el Reus analizara con minuciosidad las virtudes de esos dos soñadores. Les acogió en la academia rojinegra, aunque David Querol se resistiera lo inimaginable. Su fidelidad al Astorga y a su hermano Pedro, con el que llegó a convivir en la primera plantilla del barrio, resultó emocionante. Llegó al Reus de juvenil. Ramon, en cambio, completó un trayecto de idas y venidas y buscó suerte en otros lares. Fue un pequeño trotamundos provincial. Eso sí, tanto él como su inesperado compañero de viaje habían gestado una historia de amor platónico con el Reus.  Ese feeling nunca lo dejaron de sentir.

Hoy, después de la noria caprichosa del destino, viven un privilegio que les eriza la piel. Los dos, reusenses de cuna, han dejado atrás ciudades como Sevilla, Palamós o Cuenca, donde han hallado la madurez, para convertirse en referencias del pionero CF Reus en Segunda División. Su status parece indiscutible. Va más allá de valores puramente deportivos. Los niños ganxets con sueños de grandeza les miran, les han convertido en espejo. “Vas por la calle y a veces oyes ‘Força Reus’ se nota que la ciudad está atenta, aunque no vamos a cambiar’. Esa es la promesa de dos tipos que prefieren la normalidad al postureo. Dos tipos que se desviven por sus sobrinos, fieles fans los días de concierto en el Estadi. Ramon y David. Los hijos de Reus.

 

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