Los primeros fans y el último aliento

Natación. Las familias fueron los principales animadores del Campeonato de España alevín de natación, celebrado en la piscina Sylvia Fontana

22 julio 2019 09:12 | Actualizado a 22 julio 2019 09:25
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El Anillo Mediterráneo vivió otro fin de semana de gran ambiente con el Campeonato Español alevín de natación. El último día de actividad tuvo una gran afluencia de público, la mayoría familiares de los nadadores, que llenaron las gradas de la piscina Sylvia Fontana. Los campeonatos, que arrancaron el jueves por la tarde con las pruebas más largas, de 1500 m. masculinos y 800 m. femeninos, se han alargado hasta ayer. El grueso de las pruebas se centró en el viernes y el sábado, con  las semifinales disputadas por la mañana y las finales por la tarde; y el domingo se cerró la actividad también con un gran ambiente en Camp Clar. 

Pese a que se trataba de la última jornada de competición, el de ayer fue el día con menos gente en los alrededores de la piscina. La mayoría de los clubes que no habían llegado a la última instancia de competición habían decidido abandonar Tarragona para llegar cuanto antes a sus respectivas ciudades. «El trabajo es el trabajo», lamentaba de broma Javier, que debía volver conduciendo hasta Madrid.

Cada uno vive el fin de semana a su manera. Los protagonistas son siempre los nadadores, y a esta edad todavía más, ya que es a partir de alevín que existe el campeonato a nivel estatal. Por tanto, es su primera aparición estatal y supone una gran presión para todos ellos que deben transformar en motivación y orgullo. Sin embargo, los que peor lo pasan, con toda seguridad, son los familiares, que se dejan la voz en cada prueba y deben consolar a los niños si la carrera no ha ido como se esperaban. 

La rutina es siempre la misma. Silencio sepulcral en el pistoletazo de salida acompañado de un griterío repentino en los primeros metros. Posteriormente, se van calmando los ánimos en el ecuador de la prueba, y a medida que se llega a los compases finales, los decibelios van aumentando hasta acabar en un festival ensordecedor de ánimos, bocinas y aplausos. 

Es el caso de Isidro, que pese a su edad, se desvive por animar a su nieta. Alexandra Mejía, del CN Tàrraco, compite en los 400 metros libres mientras su abuelo no puede contenerse y se levanta de su asiento para acercarse a la valla que le separa de la piscina. Incluso, se arrodilla y grita «¡Lo estás haciendo muy bien, Alexandra!». Isidro puede presumir de llevar este deporte en las venas. «Aunque ha cambiado mucho desde nuestra época, siempre he amado el agua. Hacíamos travesías por cualquier río. Era lo que podíamos hacer». 

Para las familias de nadadores, la presencia de unos estatales en Tarragona también supone la motivación de visitar una nueva ciudad. Irene, acompañada por su familia, forma parte del CN Alcalá, a pocos kilómetros de Sevilla, y han decidió alquilar un apartamento en Tarragona. «Hemos tenido la oportunidad de visitar la ciudad y estar en la playa, aunque el calor aquí es diferente, más húmedo», señala su madre. 

Otra parte esencial de la organización de la competición son los voluntarios. Alrededor de 25 ayudantes estuvieron trabajando durante los cuatro días de actividad para que nada fallase. Uno de ellos fue Josep Maria Rosell, un nadador de toda la vida. «He estado vinculado a la natación desde los seis años». Después de haber sido tanto alumno como profesor, Josep Maria se escapa siempre que puede a cualquier campeonato para echar una mano. En la actualidad participa en los másters, en la categoría +35. «Volver a competir es bonito, es otra sensación, pero se disfruta más».

Por último, existe ese reducto de aficionados enfermos de la natación que se acercan a la Sylvia Fontana por puro amor al agua. Nando ha pasado toda su vida ligado a este deporte. «He nadado desde los ocho años hasta los 34, y tengo 37», afirma entre risas. «He comido natación desde los cuatro años, y siempre que puedo me escapo para verla a primera vista». 

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