Maravillosa minoría tarraconense

Carles Albiol y Franc Llambrich promueven la Peña Pericos de Tarragona. En sólo seis meses han conseguido alcanzar el centenar de socios. Este viernes celebraron la Cena de Inauguración

19 mayo 2017 15:53 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:19
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Hace menos de un año Carlos Albiol regresaba a su casa en coche con sus dos hijos Eric y Álex, de 4 y 2 años, respectivamente. Atrás dejaban el Estadi de Cornellà-El Prat, hogar del RCD Espanyol. Los tres habían visto en directo la primera media hora del equipo blanquiazul. Los pequeños ya no aguantaban quietos en la grada. Carlos, perico hasta la médula por tradición familiar y convicción, se daba por satisfecho. El viaje desde Tarragona valía la pena para que sus niños se empapasen de ‘espanyolismo’.

Mientras en la radio sonaba la retransmisión de lo que quedaba del duelo, mal para los locales, Eric pronunció una palabra que jamás pensó escucharía tan pronto: ‘Barça’. El colegio colaba en su feudo al equipo rival. No podía ser. En casa no había ni rastro de barcelonismo. «¿Qué podía hacer para evitar que sus hijos cayeran atrapados en la enorme esfera de influencia azulgrana?», se preguntó.

Lo primero, explicárselo a su amigo Franc Llambrich, otro perico redomado. Entre ambos maduraron la solución. Hacer una peña de Tarragona.

El momento era propicio. El club blanquiazul comenzaba la primera temporada del proyecto de Cheng Yansheng. Una etapa que ponía fin a una época traumática para los dos seguidores tarraconenses que vieron desfilar a sus ídolos (Tamudo, Kameni, Luís García, etc.) por la puerta de atrás.

La capital de la demarcación había tenido una antaño. La Antonio Fàbregas. Ambos formaron parte de ella hasta que languideció por problemas estructurales y los pericos tarraconenses se quedaron sin ‘nido’. Acabaron dispersados.

Dudas y optimismo inicial

«Hubo que empezar de cero. Ponernos en contacto con el club y ver qué requisitos debíamos cumplir para formalizar una nueva peña», explica Carlos Albiol. El mínimo eran cinco socios.

Empezaron a movilizar la agenda de contactos blanquiazules. Empezando por los antiguos peñistas. Con la primera criba no hubo suficiente. Así que tuvieron que convencer a la mujer de Carlos para alcanzar esa cifra de cinco socios del club para lograr oficializarse. Nacía la Peña Pericos de Tarragona.

Franc Llambrich no podía despegarse de las dudas respecto a la viabilidad del proyecto, mientras que su amigo Carlos Albiol las desechaba con su optimismo rebosante. El ying y el yang, como dicen. El grupo de Facebook y las cuentas de Instagram y Twitter comenzaron a sumar seguidores.

La entrada de Toni Queralt y Carles Gustemps consolidó la peña. Empezaron a reunir seguidores blanquiazules que habían crecido en el individualismo. Sin exhibir sus colores en exceso por encontrarse con pocos aliados cercanos en la ciudad. Ya se sabe que el hincha goza y se fortifica en grupo.

Hoy en día, apenas, siete meses después de su fundación, Pericos de Tarragona suman ya un centenar de peñistas y, lo que es más importante, han tejido unos vínculos que trascienden de los de un simple grupo de aficionados. «Somos una familia», dice el presidente. La sede de la peña es el Bar Mónaco (Pere Martell), de propietarios asiáticos. Un guiño del destino.

Desplazamientos en bus

Los desplazamientos en autocar a Cornellà-El Prat son auténticas fiestas blanquiazules. Hay sorteos de camisetas, bufandas y hasta monólogos. Del microbús de 18 plazas que acudieron al primer bus contra el Real Madrid se ha pasado a un autocar lleno, de 35 personas, con ganas de expresar su latido blanquiazul. Algo que no es fácil.

«Dicen que ser del Espanyol en Barcelona es difícil, pues imagínate supieran lo complicado que es serlo en Tarragona», comenta Franc. Una ‘maravillosa minoría’ sustentada en el inconformismo. «Va en el ADN perico. Somos rebeldes que nadamos a contracorriente», admite Gustemps.

Deben asumir el maltrato general de los medios, centrados en los dos grandes clubes (Barça y Real Madrid). El fútbol español está demasiado bipolarizado por esos dos clubes que a menudo traspasan lo deportivo e incluso asumen realidades políticas. Mantener alejado el mundo de las ideas y sus símbolos es una de las líneas rojas de Pericos de Tarragona. Como dice su presidente, Albiol, «ni estelades, ni senyeres, ni banderas españolas, sólo la de Tarragona y el blanquiazul del Espanyol, un club de fútbol».

La pasión y la juventud de la Junta encabezada por Carlos Albiol y Franc Llambrich ha conseguido que incluso peñas pericas de larga tradición les observen con cierta envidia por su energía y vigor.

Sin ir más lejos, hoy mismo, la Peña celebra una Cena de Inauguración en el restaurante Les Fonts de Can Sala con la presencia del consejero delegado del RCD Espanyol Ramon Robert, el director del Áresa Social, Alberto Ariza, la presidenta de la Federació Catalana de Penyes, Araceli Pérez. Habrá presencia de exjugadores y personalidades de la sociedad tarraconense seguidora del Espanyol además de sorpresas que harán gala de que en Tarragona, también hay corazones pericos palpitando en blanquiazul.

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