Marc Julià, un Merlín en el templo

El atacante del Reus se ha ganado el respeto del Palau con su juego creativo, alegre e imprevisible. Mañana, a partir de las 21.15 horas, debut en la Copa ante el Lleida

20 febrero 2019 18:12 | Actualizado a 21 febrero 2019 18:22
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El Reus se enfrentó este verano a una auténtica osadía inesperada. Debía revisar casi todo su plantel después de la sorprendente marcha de Marín y Casanovas y la ya conocida de Marc Torra. Entre esos tres actores, Garcia perdía 100 goles y una dosis de autoridad terrible. Estamos hablando de stars systems del firmamento actual. Nadie discute su categoría. El hockey portugués tampoco. Desembolsó el dinero necesario, para aburrir, y se los llevó. Ya es una tónica habitual y preocupante para la OK Liga, donde la tesorería escasea sino te llamas FC Barcelona.

Entre los nuevos inquilinos de la presente era compareció Marc Julià (Olot, 1994) un chico de apariencia frágil y de físico cristalino. En la pista patina de puntillas, la elegancia le distingue, parece que juega con frac. Julià no lo tenía fácil. Necesitaba ocupar vacíos nostálgicos gigantes, pero lo ha asumido con una naturalidad impropia. Sólo cumple 25 años, aunque su espalda anda llena de cicatrices. Acumula un mundo de guerras vividas. Es más, necesitó emigrar a Italia para reencontrarse. En Bassano halló el acomodo idílico. 

Antes se había formado en la cantera del Barcelona, aprendió de maestros talentosos como Alberto Borregán y rápido la OK Liga llamó a su puerta. Se expresa a través de unos fundamentos técnicos privilegiados. Además, a su repertorio ha añadido la vocación de especialista. Ejecuta los tiros directos con una dulzura majestuosa y encima ha alcanzado la eficacia. Noia (2013-14) y Manlleu (2014-15) no resultaron pasos fructíferos, Julià pidió a gritos un cambio de ecosistema. Se marchó a Italia para salir de la zona de confort. «Creo que es una de las grandes decisiones que he tomado», recuerda. Entre sus virtudes destaca la valentía.

Este alumno aventajado de la anarquía sintió el éxito pronto. Llegó a ser considerado mejor delantero internacional sub-20, aunque había perdido cierto glamour tras dos cesiones que no le llenaron. Bassano le acogió como hijo adoptivo. Anduvo dos temporadas, donde rescató la brillantez y se situó en el foco. Hasta el punto que Jordi Garcia y Toni Sánchez la apuntaron en el libreto de futuribles. Este verano fructificaron el acuerdo. Y la apuesta ha seducido a los hinchas.

El atacante se ha ganado el respeto del fino paladar del templo, uno de los lugares más exigentes, porque no teme a la presión. Es más sonríe de forma permanente, le da igual el escenario y la responsabilidad. Vive feliz. «Jordi Garcia siempre me dice que doy lo mejor de mí cuando estoy contento», reafirma. Su nombre empieza a corearlo el Front y eso ya son palabras mayores.

Julià afronta mañana, a partir de las 21.15 horas, el debut copero, ante el Lleida del reusense Jordi Creus, dispuesto a mantener el nivel de hockey que ha dado hasta el momento y convertirse en pieza indispensable de un Reus que aspira al título. Sólo la baja de Bancells trastoca los planes. Marc prefiere no llorarla y arroparse en ese viejo lema para seguir al frente. Carpe diem.

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