Nadie sacia el apetito del Reus

Los rojinegros superan al Lleida en una de sus mejores actuaciones (3-1) y recortan distancias con Barça y Liceo, sus rivales directos

07 enero 2018 14:24 | Actualizado a 11 enero 2018 09:33
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El Reus es una máquina de entusiasmo, un ejemplo de inconformismo. No contempla sentarse en el sofá y observar su vitrina de éxitos como un ejercicio de ego insoportable. Quiere más. Contra viento y marea, enfrentándose a un calendario descomunal de exigencia. Le da igual. Ni siquiera siete finales y tres títulos en año y medio le compensan. Ante el Lleida, un rival que se ha instalado en la planta noble a base de una labor estructural repleta de coherencia, la prueba de madurez medía de nuevo la fortaleza del Reus. La superó con una personalidad abrumadora, probablemente con una de las actuaciones más convincentes del curso.

Sólo la falta de tino impidió al Reus disfrutar del confort en el primer tiempo. Lo manejó con jerarquía, en el control y en el vértigo. Necesitó armarse de paciencia, porque el Lleida es geométrico cuando precisa correr detrás de la pelota. Se junta y trabaja con minuciosidad militar. No concede nada. El gol inaugural de Creus, ese actor competitivo a morir, desnudó el único reproche rojinegro. Se despistó el equipo en un primer palo que generó con maestría Darío Giménez, el mejor pasador del campeonato. Creus la empujó de primeras. Sólo se habían consumido cuatro minutos, aunque los presagios no invitaban al pesimismo. Mucho tuvo que ver el Reus, que en lugar de escoger el manicomio prefirió la calma. Desde ahí armó su juego. El tiempo le terminó dando la razón.

Garcia observaba con cierta confianza desde el banco porque sus chicos trazaban el plan tal y como había imaginado. Cuesta ver a talentos como Torra, Marín o Rodríguez no acabar lo que generalmente crean, que es mucho. El Lleida, armado al estilo de Albert Folguera, un tipo que conoce cada rincón de la OK Liga al milímetro, como jugador y como estratega, compitió hasta en los tiempos muertos. No se entregó jamás. No lo perdonaría Folguera. La mínima desventaja al descanso no atisbó el miedo de otras ocasiones. En el templo se respiraba confianza. Ayudó también Candid Ballart, esta vez firme y diferencial cuando sus colegas le pidieron auxilio.

Curiosamente, el Reus halló los caminos en tres minutos maravillosos y en tres ataques estáticos. El Lleida no se descubrió apenas. No facilitó el trabajo de transición. En la precisión del cuatro para cuatro, los de Garcia volcaron el partido. Primero con un arrastre de apariencia estéril de Àlex Rodriguez. Ya dicen que la apariencia no es sincera. Àlex escupió la bola desde media pista y ésta se perdió entre un bosque de piernas. Tomàs, el arquero del Lleida, perdió el origen y cuando quiso reaccionar, la pelota había besado la red. Oxígeno para el Reus.

Torra ofreció entonces su repertorio de malabarismos para fabricar la sentencia. Bailó con la bola como un artista del claqué y sirvió dos segundos palos magistrales. Curiosamente, los rematadores no corresponden el perfil de jugadores interiores. Casanovas y Bancells, dos especialistas del equilibrio, enseñaron virtudes desconocidas para dominar las distancias cortas y el remate. Son tan inteligentes que si les encargaran la tarea de utilleros también se adaptarían. Las dos ejecuciones resultaron idénticas. A media altura, a un toque.

Hubo tiempo para que Marín errara un tiro directo y Ballart atajara otro. El destino había escrito una nueva conquista del Reus, esta sin reparos ni sospechas. Fue un ejercicio de contundencia maravilloso. Una demostración de apetito infinito.

 

Ficha Técnica:

Reus Deportiu: Ballart, Casanovas, Bancells, Marín y Torra. También jugaron: Salvat y Àlex Rodríguez

Lleida: Tomàs, Giménez, Andreu, Creus y Candanedo. También jugaron: Roberto y Bruno Di Benedetto.

Goles: 0-1, Creus (4'), 1-1, Àlex Rodríguez (27'), 2-1, Casanovas (28'), 3-1, Bancells (29').

Árbitros: González y Tavera.

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