Nàstic: Agné sorprende con el 4-3-3

El técnico dejó de lado el habitual 4-4-2 y apostó por un nuevo sistema táctico

18 octubre 2021 18:20 | Actualizado a 19 octubre 2021 13:31
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Nadie lo esperaba, pero Raül Agné sorprendió a todos en Castalia apostando por un sistema táctico basado en el 4-3-3. El técnico de Mequinenza siempre había utilizado el 4-4-2 a lo largo de la temporada. De hecho, es su sistema habitual en todos los años que lleva como entrenador. Sin embargo, este Nàstic comenzaba a ser previsible en fase ofensiva y en defensa no es que estuviera siendo muy sólido fuera de casa. Cometía errores flagrantes en los últimos partidos a nivel individual y a veces daba la sensación de que se deshacía con demasiada facilidad en las transiciones ofensivas del rival.

Estos hechos provocaron que el entrenador grana decidiera darle un giro de tuerca al equipo lejos del Nou Estadi y en uno de los feudos más imponentes de la Primera RFEF. El 4-3-3 no era un simple cambio táctico, sino toda una declaración de intenciones. El Nàstic quería más el balón y para ello tenía que tener superioridad en el centro del campo. ¿Cómo podía lograr eso? Tirando a la banda izquierda a Fran Carbia y metiendo a Javier Bonilla de interior, colocando tres centrocampistas y rompiendo el habitual doble pivote. Javier Ribelles fue el hombre que jugó por delante de la defensa y Pedro del Campo ocupó con libertad el interior derecho, una posición en la que se sintió más cómodo.

El Nàstic tuvo que remar contracorriente tras el tempranero gol de César Díaz y eso situó el partido en un contexto que no esperaba. El Castellón estaba por delante en el marcador y eso propiciaba que no tuviera que arriesgar en fase ofensiva. La excusa fue perfecta para que el Nàstic tuviera tanto el balón como estaba diseñado. El problema estuvo en que no logró moverlo con fluidez ni situarlo en fases decisivas del juego. En muchos minutos tuvo una posesión estéril que no hizo ni cosquillas a un Castellón que supo defenderse con orden y rigor.

En la segunda mitad, el contexto todavía se volvería más sencillo para un Nàstic que jugó con superioridad numérica a partir del minuto 62 tras la expulsión por doble amarilla de Dani Torres. El Castellón se replegó en un marcado bloque bajo y le dio ya totalmente el cuero a un conjunto grana que no supo leer bien el partido ni encontrar la fluidez necesaria en campo contrario. Tuvo el balón, pero otra vez sin peligro. Un calco a muchas fases del tramo final de la primera mitad.

El gol llegó en una buena combinación esporádica, pero no fruto de una constante fluidez ofensiva. No se puede decir que las premisas no estuvieran dadas, ya que desde el banquillo se le pidió al equipo que abriera el campo y a partir de ahí metiera balones laterales al área rival.

Para ello terminó apostando por una banda derecha formada por Simón en el lateral y Prats en el extremo, dos diestros a pierna natural que buscaban abrir el campo lo máximo posible. Pero faltó decisión y mayor toma de riesgos. En una de las pocas veces que el diseño de la jugada fue ejecutado con celeridad y firmeza casi acaba en gol. Fran Carbia conectó un cabezazo tras un centro desde la derecha que atrapó Campos. Fruto de la precipitación y el desgaste, el Nàstic terminó sin generar peligro e incluso le dio alas a un Castellón que quiso buscar el segundo en la agonía con el partido ya agonizando.

Ahora la duda está en que sistema se va a arropar el Nàstic en la próxima jornada frente al Linares. Apostará por el 4-4-2 habitual o volverá a repetir el 4-3-3 que le funcionó en cierta medida en Castalia.

Las dudas son evidentes y todo apunta a que el técnico de Mequinenza no dará pistas durante la semana. Ahora este Nàstic tiene dos cartas sobre la manga, aunque la esencia siempre será la misma.

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