Ni el mejor Nàstic bastó

El Bisturí. El Nàstic cayó en La Nucía donde nadie ha ganado aún en un partido en el que fue superior a su rival en todo menos en la eficacia de cara a portería

10 marzo 2020 08:35 | Actualizado a 10 marzo 2020 08:37
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Tiene uno la sensación de que en el fútbol actual la exigencia está desatada. En un entorno social donde prima el éxito y la excelencia, la derrota, algo tan intrínsecamente ligada al deporte, no admite más lectura que el rechazo absoluto de todo cuanto roza. No importa el contexto que la rodee. Ni el dominio, ni las ocasiones, el buen juego, etc. Es igual. O se gana o todo es na castaña. 
En Tarragona, al menos, se debe a la frustración de tres temporadas de sufrimiento, un descenso y un curso que se esperaba alegre y está siendo de todo menos feliz. 

En La Nucía, el Nàstic no mereció perder. Los granas hicieron más y mejores cosas que sus rivales sobre el campo. Los alicantinos se encontraron con un penalti regalado por el colegiado en el epílogo del primer tiempo en su única salida de la cueva a la que le relegó el Nàstic. Mucho premio fue que anotaran el segundo cuando volvían a sentirse claustrofóbicos en su propio estadio. Les sonrió la fortuna en un campo con un aura protectora digna de estudio.

Primera parte
Se le exigía al Nàstic más valentía en su juego. El orden defensivo estaba bien, pero el equipo seguía encajando goles. Para equilibrar la balanza tenía que asumir riesgos ofensivos. O quizás fue cosa más bien de la tranquilidad de verse lejos de las posiciones de descenso a Tercera gracias al triunfo frente al Valencia Mestalla. Fuera lo que fuese, el cuadro de Seligrat dio un paso hacia adelante. Saltó al césped con aplomo defensivo y alegría en su fútbol de ataque. Se instaló en campo rival con una buena disposición táctica que le permitió hilvanar acciones ofensivas y lanzar una presión alta y ordenada para recuperar en posiciones muy adelantadas. 
El fútbol ofensivo fluyó. Javi Márquez volvió a ser el inspirador de ese dinamismo que llevó a los cuatro hombres de arriba (Pedro, Gerard Oliva, Fran Carbia y Pol Ballesteros) e incluso a los dos laterales a asociarse para generar continuas llegadas a la portería de La Nucía. 

Mala eficacia 
Lo único que falló en ese despliegue ofensivo fue el gatillo. No hubo manera de perforar el arco alicantino. Se produjeron situaciones inverosímiles. Como la ocasión de Pedro Martín. Golpeó mal el cuero cuando podía rematar a bocajarro, pero aún así el balón se dirigió al trote hacia la red. Allí debió acabar pero justo al situarse por encima de la línea de gol, el defensor de La Nucía Julen Monreal consiguió detenerlo de manera un tanto extraña. La pelota quedó como suspendida en el tiempo a la espera de un golpe definitivo hacia un lado u otro. Imposible pareció que no llegase ningún delantero del Nàstic para decantarla a su favor.
No fue el único que dispuso de su ocasión. Fran Carbia la tuvo nada más iniciarse el choque pero cruzó demasiado el balón. Javi Márquez con disparos lejanos y Gerard Oliva también intentaron sin éxito hacer diana.

Repliegue inmediato
El buen planteamiento de salida del Nàstic también lo fue a nivel defensivo. Miranda actuó de ancla cuando el equipo estaba apostado en campo rival. Facilitó el repligue rápido en las escasas ocasiones en las que La Nucía conseguía superar la primera línea de presión. Juan Rodríguez y Jesús Rueda completaban una retaguarda concentrada en todo momento.

Golpe moral 
El buen trabajo tuvo un final cruel. Doblemente cruel. Primero porque llegó tras una decisión de árbitro Usón Rosel de castigar un lance del juego con penalti. Segundo porque Bernabé adivinó el lanzamiento de Agüero pero su rechace regresó a los pies del propio delantero para que marcara a placer. Ese duro final pasó factura al equipo. Trató de recomponerse en el segundo tiempo, pero ya ni la misma claridad ni frescura del primer tiempo. Costó más elaborar y replegar. Con un solo contragolpe le valió a La Nucía para sentenciar. 

Regreso de Brugui
El atacante gerundense regresó a los terrenos de juego después de cuatro partidos sin poder participar por su lesión. Jugó 26 minutos demostrando que el tiempo de baja no le ha pasado factura.

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