Nàstic: Chispazo o continuidad

El Mirandés vio la mejor versión de Jean Luc esta temporada. El marfileño estuvo explosivo, incisivo y veloz volviendo a demostrar que si está enchufado es un jugador determinante

19 mayo 2017 15:35 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:35
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A David Comamala, adjunto a la secretaría técnica del Nàstic, no se le pasó por alto la calidad técnica de Jean Luc cuando lo vio por primera vez en África. Assoubre participaba en las jornadas de Promoesport en Burkina Fasso. La agencia de representación de futbolistas buscaba nuevos talentos en el continente africano. Entre los Lago Júnior, Madinda, Eric Bailly y compañía, el menudo marfileño –que no llegaba aún a los 1,70 metros actuales– destacaba por su habilidad en el regate.

Es ese uno contra uno el que ha enamorado a todos los entrenadores que han podido gozar del futbolista en sus filas. En el Nàstic, Santi Castillejo, el primer entrenador que tuvo Assoubre en Tarragona, alucinaba con que un potencial como el suyo campara por Segunda B.

Vicente Moreno nunca escondió su fascinación por Jean Luc, consciente de tener en sus manos a un tipo sobradamente capacitado para codearse con los mejores futbolistas de la liga española.

¿Por qué sigue anclado en Segunda división? Su inestabilidad emocional. Su cabeza está a años luz de su juego de pies y le aleja de un camino plagado de éxitos.

El entrenador valenciano consiguió a principios de la temporada 2015-16 estabilizar esa anarquía en la que vive el marfileño. Jean Luc tuvo continuidad y se erigió como uno de las claves del excelente inicio del Nàstic. Hasta que se apagó.

Juan Merino venía advertido, pero como quiso debutar con los mejores de la plantilla, le dio la titularidad a Jean Luc en su debut ante el Tenerife. A los 54 minutos de juego se dio por vencido. Era uno de esos días a los que el africano tenía acostumbrados a los aficionados del Nàstic. Ráfagas de explosividad antes de aislarse en la banda.

El cambio de sistema del gaditano, con la inclusión del carrilero, penalizó a Jean Luc. Aunque en las ruedas de prensa, Merino colocaba al futbolista de Lakota entre los candidatos al carril diestro, su despreocupación en las labores defensivas le descartaban.

Participó ante UCAM y Córdoba partiendo desde el banquillo. En total 64 minutos. Ni siquiere entraba en las convocatorias.

Las bajas ante el Mirandés (siete) y el regreso al dibujo táctico del 4-2-3-1 volvió a abrirle las puertas a la titularidad. Jean Luc apareció entre los once elegidos para jugar por la banda izquierda. De extremo. Como a él le gusta. Una oportunidad que el marfileño aprovechó.

En pocos minutos, Assoubre recordó a los aficionados granas cuáles son esas virtudes que tanto les fascinan. Ese uno contra uno tan maravillosamente ejecutado. Su facilidad para el engaño al rival. Ahora salgo por la izquierda, ahora lo hago por la derecha. Su jugueteo travieso con los ritmos y esa explosividad en velocidad que le convierten en una liebre descarada con los rivales.

Cuando Merino, con 3-1 en el marcador, decidió dar descanso a Jean Luc, la grada del Nou Estadi le dedicó una sonora ovación. Saben que Jean Luc necesita cariño. Más que otros futbolistas. Es el niño mimado del Nou Estadi. Al que se le consienten los errores y se le aclama en sus aciertos. La razón asiste a la hinchada. Jean Luc es un jugador determinante. Posiblemente de los futbolistas más desequilibrantes de la categoría. Si el marfileño enciende la luz, el Nàstic tendrá más facilidades para conseguir el objetivo de la permanencia.

Por eso, después del partido frente al Mirandés, los seguidores grana se preguntan si fue otro de los chispazos del marfileño o si ha dado el salto de calidad que todos esperan desde que salió de África con destino Europa.

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