Nàstic: Fin de curso con un desenlace predecible

La temporada 2018-19 comenzó mal y acabó aún peor

10 junio 2019 20:40 | Actualizado a 12 junio 2019 10:44
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El telón de Segunda cayó a plomo sobre el Nou Estadi el pasado domingo. Este lunes ni siquiera quedaban las porterías. Nada más acabar el partido ante el Lugo fueron arrancadas de su sitio para que los jardineros no perdieran ni un segundo en iniciar las actuaciones sobre el césped del feudo grana. Una metáfora acertada que expresa el sentimiento del nastiquero: «Borrad rápido esta temporada que tenemos prisa por empezar la siguiente». También la directiva grana entiende que así debe hacerse y mañana miércoles iniciará oficialmente el nuevo proyecto con la presentación de Sergi Parés como nuevo director deportivo del Nàstic.

Las ganas por empezar una nueva etapa no debe impedir la mirada crítica. El análisis pausado de un año desastroso. El descenso como capítulo final es producto de malas decisiones que incluyen Consejo, direcciones deportivas, entrenadores y jugadores. No hay un único responsable sino que como señala el refranero español: «Entre todos la mataron y él solito se murió».

El descenso tiene su origen remoto en la ruptura abrupta con la empresa Promoesport, ejecutada en Sevilla tras la vergonzosa derrota ante el filial sevillista, y cocinada durante los meses posteriores. Fue pan para hoy y hambre para mañana. Llegó Gordillo y el equipo se salvó, pero entre tantas negociaciones para cerrar el acuerdo de ‘divorcio’ se perdió tiempo y operaciones de jugadores.

La elección de Arnal Llibert para la dirección deportiva se demostró equivocada. El gerundense era un buen ojeador del Levante y probablemente un gran analista, pero su falta de experiencia encabezando un proyecto se lo llevó por delante. Su exceso de prudencia y falta de decisión, además de aceptar intromisiones en su campo, le marcaron a la hora de elaborar la plantilla. El 31 de agosto, día de cierre del mercado, en el que se acabó fichando por escasos segundos al central Raúl Albentosa, ya se veía que ese equipo era justo, muy justo para competir. Con jugadores de la talla de Cadamuro, Morente, Mejías, Javi Jiménez, Coris o Dumitru, entre otros, además de los fichajes de jugadores ‘lesionados’ como Iván López y Ramiro Guerra, el rumbo predestinaba el descenso.

El técnico José Antonio Gordillo fue la cabeza de turco. No pudo sacar más rendimiento a ese equipo que seis puntos en diez jornadas de liga. Uno menos solamente que los que conseguiría, con ese mismo plantel, el designado por la directiva para relevarle, Enrique Martín. Y eso que al navarro le contrataron a Imanol para mejorar un centro del campo superado.

El Consejo hizo todos los esfuerzos posibles para contratar a la Bruja de Campanas. Confiados en el currículum del preparador de 62 años. Los resultados han demostrado que no merecía tal sacrificio. Se le renovó la plantilla. Antonio Prieto desplazó a Arnal Llibert en la gestión de los fichajes del mercado de invierno para completar 22 operaciones, con los mismos fallos, más o menos, que su predecesor. Barrada, Villanueva, Sadik o Pipa no mejoraron las prestaciones del equipo de principio de curso. Antes del mercado de invierno el Nàstic había logrado 13 puntos. Tras el cierre del mismo ha conseguido 19, incluyendo los 3 del CF Reus y sin contar el mes de enero de ‘impass’ en el que se sumó 4 puntos.

Enrique Martín ha acabado emulando a  Jorge D’Alessandro, otro técnico de perfil similar que tampoco pudo evitar el descenso en la temporada 2011-12.

Un descenso que se consumó en la jornada 37. Cinco fechas convertidas en un suplicio para la afición. Ese calvario ha concluido y con él el pesimismo y la desesperanza. Es época de recuperar la fe grana.

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