Otro tono de un Nàstic camaleónico

El cuadro grana presumió de un fútbol vertical en Elche que le permitió chutar a meta con asiduidad. Una nueva faceta del equipo de Vicente Moreno. Se perdió control de juego y la consecuencia fue el 4-4 final

19 mayo 2017 17:52 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:25
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Ya avisó Vicente Moreno en la previa al encuentro en el Elche: «La victoria es lo más importante. Luego, ya se verá el estilo de juego». El técnico del Nàstic nos tiene acostumbrados a un juego de posesión para atrincherar al rival, atacando con todos sus hombres en campo contrario. No se podía esperar otra postal en el Martínez Valero, pese a la advertencia del míster. Cambió la fórmula.

Ese Nàstic dominador del balón que avanza líneas de manera progresiva apenas se vio en algún tramo del primer tiempo. El equipo mostró una nueva faceta basada en un fútbol directo y vertical. Una apuesta peligrosa a domicilio, sobre todo contando con que el Elche tenía a todo un canalla del área como Nino cerca del marco grana.

La flamante puesta en escena tuvo además un nuevo reparto de papeles con Suzuki en el lateral derecho y Gerard por delante, de extremo. El conjunto tarraconense tenía ocho bajas y Moreno se la jugó de todas formas.

Supongo que para revertir situaciones complicadas como la del Nàstic en la tabla –mejor no la miren si tienen vértigo–, también hay que tomar alguna decisión drástica o, en cualquier caso, innovadora. Lo fue la alineación y también la propuesta en el estadio ilicitano. El desafío, tras una noria de emociones, estuvo cerca de salirle bien al entrenador valenciano (4-4), que sigue teniendo la confianza del club y buena parte de la afición.

La paciencia que está demostrando el entorno grana es digna de alabar. En Elche se resignan con más facilidad. Antes del partido del sábado, tanto directiva como la Liga de Fútbol Profesional –a través de su presidente Javier Tebas–, recibieron sonados abucheos por parte de la grada. Y es que el descenso administrativo a Segunda División del verano de 2015 todavía escuece entre la afición franjiverde. Comprensible.

A lo que íbamos, el intercambio de golpes ante el Elche podía haber acabado peor, aunque también mejor. El empate no agradó a ninguno de los dos entrenadores, con razón. Toril se dejó levantar un 3-1 a favor y Moreno estuvo dos veces por delante e, incluso, después de remontar, volvió a encajar. Esa fue la nota negativa del choque. Cuatro goles que dolieron como estocadas en el alma. Algunos con cierta pasividad de la defensa, aunque cueste de asimilar y digerir.

Como a mí, supongo que no le gustará acabar angustiado. También hay que resaltar los aspectos positivos del nuevo sistema: la pegada. Qué gusto daba ver al Nàstic, tan hambriento de gol en este inicio, destrozar los espacios para pisar área y disparar a portería con asiduidad.

Aunque quizá esta nueva imagen grana no acabe de agradar del todo a Moreno, por la falta de control que conlleva, entusiasma ver que el bloque se sabe desarrollar con otros registros. Su ADN le permite cambiar de tono y ser un equipo camaleónico.

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