Pablo del Río, el diablo inesperado del Reus

HOCKEY. Tiene 19 años y su descaro en la pista ha asombrado. Hace seis meses actuaba en el filial rojinegro de Primera Catalana

17 septiembre 2019 15:56 | Actualizado a 17 septiembre 2019 16:02
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Enseña cara de niño bueno. A primer vistazo conserva el rostro de adolescente, incluso da la sensación de que nunca haya roto un plato. Todas esas impresiones iniciales engañan cuando Pablo del Río (La Coruña, 2000) ingresa en una pista de juego. Se expresa con una tranquilidad aparente, pero cada uno de sus movimientos sobre los patines conllevan veneno. No tiene ni una intención buena.

Para el Reus, este gallego de apenas 19 años significa una luz inesperada. Sus condiciones como interior provocan algo distinto, amplía de argumentos la calidad de la plantilla. Dispone de unos fundamentos técnicos que el club ahora mismo no puede pagar acudiendo al mercado.

La aparición de este chico de anatomía menuda y de apariencia frágil ha resultado tan asombrosa como sorprendente. La naturalidad que ha mostrado para asumir responsabilidades presagia jugador de élite No le temblaron las piernas en la final de la Supercopa ante el Barcelona, tampoco ante el Deportivo Liceo un día antes. Respondió a la confianza de su entrenador, que ha encontrado en él en otra opción fiable para la rotación y el plan estratégico de partido. Su rendimiento, además, progresa con el paso del tiempo. Y eso que Del Río debe ejercer un oficio especial. Actuar por dentro del cuadro enemigo precisa de concreción con la pelota y de mucho trabajo sin ella. 

Precisamente una de las principales capacidades del gallego se asocia al juego sin bola. La inteligencia le distingue. Se mueve siempre para abrir espacios a sus compañeros. Interpreta el juego de forma brillante. 

Necesita instalar su físico al servicio del ritmo y de la exigencia de la OK Liga. Hay sospechas por mejorar, pero nadie pone en tela de juicio esa fulminante presentación del chico.

El azar y los estudios
La relación del Reus Deportiu con el delantero se dio en verano de 2018, cuando la familia de Del Río le buscó acomodo deportivo en la zona, ya que el chico se iba a desplazar a la Universidad Rovira i Virgili para cursar la carrera de Fisioterapia, en la que ahora ya cumple el segundo curso. Los contactos con el Reus fructificaron rápido porque el club contaba con buenas referencias sobre su juego. Se incorporó para formar parte del plantel del equipo júnior y del de Primera Catalana. 

Formado en el colegio del Liceo, donde también estudió la formación inicial, los últimos cuatro años ante de aterrizar en la capital del Baix Camp los pasó en el Compañía María, otra de las grandes academias del hockey coruñés. Pablo siempre ha convivido en A Coruña, donde todavía residen sus padres.

La capacidad del gallego pronto llamó la atención de Jordi Garcia, que lo incluyó en los entrenamientos de la primera plantilla y ya le hizo debutar de forma oficial con 18 años, un 3 de noviembre de 2018. Concretamente ante el Alcoy, Del Río entró en pista en los instantes finales, ya con el resultado muy a favor del Reus.

Garcia ha acentuado su insistencia en Pablo esta pretemporada, donde ha participado con minutos de calidad en los ensayos del primer equipo. La Supercopa confirmó que probablemente el técnico va a contar con sus prestaciones durante todo el curso, siempre y cuando su cabeza no se pierda y su nivel no disminuyan.

«Todavía no he asumido todo lo que me está pasando. Entrar en el primer equipo y ganar un título tan rápido no me lo hubiera imaginado nunca. Sinceramente, no me lo creo», ha confesado al Diari el protagonista, totalmente adaptado a la vida de Reus. Comparte piso con uno de sus compañeros en el filial. «Me siento muy cómodo desde el primer día que llegué  a Reus», confirma el nuevo diablo del Reus Deportiu, que ya ha saboreado un título en su estreno en las alturas.

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