'Parece un partido del Nàstic...'

La contracrónica del Clásico. Un partido tan insulso provocó que algunos de los clientes del bar Casa Jordi comparasen a Barça y Real Madrid con el conjunto grana

19 diciembre 2019 07:44 | Actualizado a 19 diciembre 2019 08:06
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No fue un Clásico que despertara demasiadas emociones. No hubo goles y eso es la sal del fútbol. Fue un partido insulso y el Casa Jordi de Tarragona fue testigo de ello. No cabía un alfiler en los interiores del bar y la terraza no tenía ninguna mesa libre. La conclusión a la que llegó uno de los clientes fue cuando menos curiosa: «Parece un partido del Nàstic».

No había dudas de que la mayoría de seguidores que se reunieron en el bar para presenciar el Clásico eran favorables al Barça. Todos debatían sobre la ausencia de Sergio Busquets antes del encuentro. Unos apuntaban que su baja iba a ser clave y otros le daban vueltas a los motivos que habían provocado la ausencia del pivote azulgrana.

En todo caso, no tardó en aparecer la porra que suele llevar implícita todo partido entre Real Madrid y Barça. 3-1 y 3-2 fueron los resultados que dejaron dos señores que esperaban con cierta tensión el inicio del duelo en la barra. Ni que decir que eran del Barça. 

Con el comienzo del partido, el murmullo de Casa Jordi bajó. El Clásico pone los nervios a flor de piel y en los primeros minutos uno se tiene que habituar al nerviosismo que provoca un encuentro de estas características. El inicio del Barça no fue arrollador y el dominio blanco provocaba el nerviosismo entre los aficionados azulgranas. «Hay que aguantar 0-0 hasta el descanso», era lo que pronunciaba uno de los clientes viendo la superioridad del Real Madrid en la primera mitad.

Los aficionados blancos se mostraban felices con la actuación de los de Zidane y resaltaban el gran partido de Fede Valverde, que volvió a enamorar al madridismo.

El descanso llegó y en ese momento se les presentó el paraíso a los fumadores. Salieron al exterior y debatieron la primera mitad entre calada y calada. Un ritual cuando se ve el fútbol en el bar en toda regla. 

En la segunda mitad el panorama no cambiaba, al menos en el terreno de juego. Todavía había más gente en Casa Jordi y las tapas circulaban a gran velocidad ante un camarero, el propio Jordi, que estaba recorriendo más kilómetros que alguno de los jugadores que pisaban el Camp Nou.

Curiosa era la escena de uno de los clientes que era fiel al transistor. El aficionado veía el Clásico por la tele, pero lo escuchaba por la radio. Eso era una ventaja para él y otro cliente lo alertaba: «Estoy tranquilo, si marcan me lo cantará él», desatando alguna que otra risa entre la clientela congregada.

Uno de los momentos de mayor tensión se vivió cuando el Real Madrid conseguía marcar mediante un tanto de Bale. Entonces apareció el VAR y se armó el debate. Los clientes debatían y aseguraban sin tapujos que era fuera de juego. No se equivocaban. No obstante, provocaron que uno de los aficionados del Real Madrid que se encontraba en la terraza de Casa Jordi no pudiera celebrar el tanto con entusiasmo como ya estaba a punto de hacer. Hizo el ademán de entrar en el interior del bar, pero viendo la repetición en la pantalla de fuera ya descubrió que iba a señalar fuera de juego y la celebración iba a tener que ser aparcada. 

Ansu Fati alimentó la esperanza
Ansu Fati le dio vidilla a Casa Jordi cuando entró al terreno de juego. Los aficionados azulgranas celebraron con esperanza la entrada de la joven promesa azulgrana. Muchos ya llevaban pidiendo su entrada durante toda la segunda mitad. Pero nadie pudo destrozar el Clásico y el pitido final selló uno de los partidos más insulsos entre Barça y Real Madrid que se recuerdan.

Con el pitido final, aficionados azulgranas y blancos se dieron la mano. El empate es lo que tiene, a nadie le hace extremadamente feliz, pero tampoco le entristece. En pocos minutos, Casa Jordi quedó prácticamente desierto. No es casualidad, hoy es un día laborable y la gente trabaja. Había ganas de llegar a casa y descansar. Seguramente todos coincidieron en su conclusión del Clásico: «¡Vaya aburrimiento!». 

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