¿Recuerdan el penalti que atajó Felip en el 94 a Roberto Soldado? El valor de aquella parada no fue inmediato. Faltaban varios partidos de la liguilla de ascenso a Segunda. Fue después, con el ascenso ya en el bolsillo, cuando la estirada del meta ilerdense se convirtió en un momento fetiche. Algo similar pinta con el lanzamiento de los once metros que Lanzarote, jugador del Real Zaragoza, mandó al cielo de La Romareda.
Corría el minuto 91. Tiempo añadido. El marcador reflejaba el 0-1 para el Nàstic. Naranjo había adelantado a los granas al transformar un penalti tan sólo unos minutos antes. El estadio zaragocista, convertido en una olla a presión, jaleaba a Lanzarote, su mejor jugador del partido, que había cogido el balón con decisión. La misma con la que Reina abandonó la portería para dirigirse al punto de penalti. Con toda la picardía del diablo, que sabe más por viejo que por diablo, jugó la baza psicológica. Se plantó ante el futbolista del Zaragoza y le provocó todo lo que pudo y más. ‘Lanza’ cayó en la breva. Se picó. Se calentó... y perdió el duelo. Le pegó con rabia, mandando el esférico por encima del travesaño. La ‘pequeña’ Tarragona que había levantado la Marea Grana en la grada acogió el fallo con un estallido de júbilo que llegó a oídos de la misma Pilarica, a orillas del Ebro. Hace unos meses no podían soñar con estar tan cerca del Olimpo del fútbol español. Un punto, sólo uno, les separa de ello.